Si no lo leo, no lo creo ¿ésto es Pamplona?

Mientras estoy a saber más de la huelga de los Bomberos de Málaga, me encuentro lo impensable, lo más canallesco, lo repugnante, nauseabundo: ¡qué asco!
Edurne García Ordóñez
España
08.07.2018
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Lo cuenta Beatriz Pérez, en elperiodico.com; es más, con foto que pido prestada y sin permiso explícito. Es Pamplona; son San Fermines; sí, esa fiesta de toros mundialmente conocida por los bravos; a la que si le faltaba alguna publicidad, van sobrados con la manada. Ahora (con enorme tristeza lo escribo como vasca),  por los tocamientos, el sexismo, la falta de respeto, los delitos callados, el vino a raudales, las 24 horas vividas y, vuelta a los toros (siempre me queda el PACMA).

Difícil de crecer; estoy por pedirles que no miren la foto, a la vez que felicito a Beatriz, por aguantar el desmayo y teclear semejante aberración. Así es que, metemos en la cárcel a un rapero, por cantar no sé qué cosas, que a 47 millones nos la trae al pairo (a 2 o 3, no); organizamos la parda a un chaval, el Cara Anchoa, que hace el ridículo, para atraer seguidores a su web; somos capaces de pleitear contra 7 chicos que le han devuelto la vida a un pueblo muerto de Guadalajara… Y estamos por la apología del delito, la agresión sexual, la humillación, la vuelta al siglo XIII. Esto, ¿va así?

Hay mentes que escriben estos lemas; hay quienes los convierten en chapas; hay quienes las venden; hay quienes las compran y hay quienes las exhiben. Como diría mi sabia abuela: “tierra, trágame”.

Que salgan los miles de licenciados en Psicología; que regresen al país los miles que han tenido que buscarse las lentejas fuera; que nos asistan, porque éste, no es un país enfermo; esto es una más de las 7 plagas.

Cierro los ojos y me veo en Pamplona; camino por sus calle limpias y cuidadas; me voy de vinos con su gente amable y culta; incluso, de joven, estuve un día en San Fermines (lejos de los toros, claro); y, no llego a entender, qué convoca a estas inmundicias a un lugar tan noble, tan digno, tan bello. ¿Dónde son capaces de reunir tanta maldad?, hacerla propia, escupirla… sembrarla por donde van.

Solo se me ocurre preguntarle al juez Emilio Calatayud: ¿Qué se puede hacer con éstos?

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