Tremenda polémica desató la filtración a la prensa de que el Rey Juan Carlos era propietario de dos fundaciones: Zagatka y Lucum, las cuales, supuestamente, tiene sus cuentas en paraísos fiscales y están implicadas en negocios poco claros.
Por tal motivo, el pasado 15 de marzo, el rey Felipe, a través de un comunicado de prensa emitido por la Casa Real, se desvincula él y a sus hijos, especialmente a su primogénita, Leonor. El Rey renunció a la herencia de su padre y le dejó sin asignación oficial, que ronda los 200 mil euros al año, y aclara que se enteró de ser uno de los beneficiarios luego del fallecimiento de su padre, por medio del bufete de abogados Kobre & Kim.
En su comparecencia ante el notario en abril de 2019, declaró que envió una carta a su padre donde explicó que “a fin de que si fuera cierta su designación o la de la Princesa de Asturias como beneficiarios de la citada Fundación Lucum, dejara sin efecto tal designación, manifestando igualmente que no aceptaría participación o beneficio alguno en esa entidad, renunciando asimismo a cualquier derecho, expectativa o interés que, aún sin su consentimiento o conocimiento, pudiera corresponderles ahora o en el futuro en relación con la Fundación Lucum”.
El Rey añadió en el comunicado que ni él ni Leonor dieron consentimiento para participar como beneficiarios en ninguna de las fundaciones. En el texto declara que “en nombre propio o en representación de terceros, en particular de su hija, en ningún activo, inversión o estructura financiera cuyo origen, características o finalidad pudieran no estar en plena y estricta consonancia con la legalidad o con los criterios de transparencia, integridad y ejemplaridad que informan su actividad institucional y privada”. Con esto, el Rey quiere zanjar la polémica y evitar que salpique a su heredera.