Ana lo vio y grito: “¡Hay un galgo abandonado!” y, desde entonces, se suceden momentos de incertidumbre, alegría, preocupación y ternura. Es cuando comienza la historia, el día a día, de Ana y su galgo: Max-Marx.
Lo primero que hicieron los hermanos, fue romper la hucha. Entre los dos tenía más de 16 euros. Contaron las monedas hasta los 14 y compraron el primer saquito de comida para Max-Marx.
Columna Cero, a través de la escritora Edurne G. Ordoñez, envía, cada miércoles, las cartas a Ana, en una sección abierta al patrocinio, que inaugura Manual comunicación.
Con Ana y Max-Marx, ‘Cartas a Ana’ narra la relación de quien adopta; del desgarro del abandono y la alegría de volver a ser abrazado, del miedo y la incertidumbre.