Gomina en el pelo, tarjeta de crédito instantáneo, cafés, restaurantes, contratos, coches… Barra libre al corrupto amparado en las siglas de la alternancia: ahora yo, luego, tú. Que la corrupción en España da en ‘el 0,25% para las pensiones’, ‘recortamos sanidad’, ‘nos cargamos la educación’, es un hecho indiscutible.
Ayuntamientos, diputaciones, consell, comunidades autónomas, gobiernos y subgobiernos, y Gobierno, están salpicados por mañas y artimañas de dudosa legalidad. Eche un vistazo a este trabajo espléndido, publicado el 14 de mayo de 2015, por Ileón.com (https://www.ileon.com/politica/especiales/elecciones_2015/051416/mapa-de-candidatos-con-problemas-judiciales-en-estas-elecciones), donde se retrata el mapa de la corrupción (no se lo pierdan) en la provincia de León.
Valderas, el paradigma
Por ejemplo, vamos a ver qué pasa en Valderas, ese municipio al sur de León, de menos de 2 habitantes, que arrastra una deuda imposible de cuantificar. Para el PP: 800 euros, para el PSOE: entre 2 (2011) y 4 millones (2013). Para el que fue alcalde, Eloy Jose Rubio de Lamo (2007-2011), todo el gasto está justificado.
Se refiere al dinero que ‘se fue’ en el seminario del siglo XVIII, que quiso convertir en sede del ayuntamiento: 6 metros cuadrados, a razón de 3 metros cuadrados por habitante, donde se facturaron 30 en cortinas y 100.00, en 80 ventanas. Alude a los proyectos de auditorio, radio, oficina de turismo y ampliación del cementerio que algunos vecinos pagaron (50) para nada.
Comer y vivir!
Al señor del PP, vecino de sus vecinos, no le dolieron prendas cuando gastó 54 euros en comidas, 20 de ellos en un restaurante de su pueblo, donde dice ser agricultor; el resto, por aquí y por allá, incluidas sus visitas a Valladolid, donde gestionaba muchas cosas. Tampoco le temblaba el pulso cuando suscribió un seguro de vida (180) para que, si le pasaba algo mientras era alcalde, su familia quedara cubierta, y que los vecinos pagaron, a razón de 880 euros/año.
Ni se le movió un pelo cuando echaba gasolina a su coche, para trabajar, porque no tenía sueldo y… ponía su coche para desplazarse, hecho de su conocimiento antes de presentarse a tamaño cargo público.
El alcalde tenía, para ‘cuatro gatos’, a cerca de 50 trabajadores en la municipalidad, 21 líneas de teléfono móvil, un camión de coste millonario que la Guardia Civil encontró en Benavente y que, como se había perdido, se alquiló otro similar, durante 10 años, a razón de 2 euros/año.
Nada cambia
Qué pasó después de Eloy José Rubio de Lamo, pues que el pueblo votó PSOE y la alcaldía se la quedó Cristina López García, a la sazón, contable en el época anterior al PP. A Cristina le lleva unos 18 meses abandonar el trono; tiempo en el que soporta un corte de luz, por no pagar las millonarias facturas, una lluvia de demandas por impagos (22), el cierre de la guardería, los insultos y amenazas… En fin, lo que se lleva en estos pueblos.
Para qué entrar en los muchos que pasaron por el sillón de mando, las querellas, los juicios perdidos y pagados a cuenta del erario público, el dispendio, la mala praxis, los secretarios enfangados, los ediles cobardes y arribistas, las nóminas sin pagar, la Seguridad Social en deuda… Y todos: vecinos.
Sí, vecinos; de esos que coinciden en la tienda, la calle y el banco; de los que se saludan y se dan los buenos días, hasta con dignidad. Valderas es el ejemplo de los últimos 25 años de un país que agoniza, con una deuda del 110% del PIB.
Asombro
Y la investigación lleva siempre a un caballero de fina estampa: sí, el mismo. Por asombroso que resulte, tras juicios y demandas, debidamente justificadas, el que fue alcalde entre 2007 y 2011, hoy es concejal de VOX, porque sus vecinos le han votado y él, ahí está, en la defensa del mismo pueblo que no le pagaba un sueldo.
Hoy, la página web del Ayuntamiento de Valderas informa de que el primer edil es José Ignacio Del Pozo Carnero (PP), del que no aparece ni foto (prueben a llamar al 987 762001, por si alguien descuelga); las últimas actas publicadas son de 2014, el presupuesto municipal no es público; la desidia, quizás, encubra una montaña de basura mayor que el vertedero ilegal de neumáticos.