Barcelona ha recordado a los 16 fallecidos a causa de los atentatos terroristas de Barcelona con un acto sencillo en Las Ramblas con el que ha condenado la violencia yihadista. Unos cincuenta familiares de los fallecidos han recordado a aquellos que ya no están con un violonchelo detrás tocando El Cant del Ocell en el mosaico Pla de l'Os de Joan Miró, el lugar en el que Younes Abouyaaqoub aparcó la furgoneta que, minutos antes, atropelló a todo peatón que se encontrara en la calle barcelonesa.
El Ayuntamiento de Barcelona ha preparado un acto de homenaje sencillo en memoria de la víctimas de los atentados del 17 de agosto en Barcelona y Cambrils en su tercer aniversario. A raíz de la pandemia del coronavirus, el consistorio de Ada Colau ha recordado los actos terroristas con un minuto de silencio y una ofenda floral en Las Ramblas de la ciudad condal que ha contado con la presencia del presidente de Cataluña, Quim Torra, y de otras autoridades del Govern o la Generalitat.
En el acto ha participado la presidenta del Congreso de los Diputados, Meritxell Batet; el ministro de Sanidad, Salvador Illa; y la delegada del Gobierno en Cataluña, Teresa Cunillera. Este ha contado con una presencia reducida de autoridades y anónimos. El acto ha comenzado a las 10.00 horas del próximo lunes. Todos han permanecido en segundo plano, por detrás de los familiares.
Cronología de los atentados
16 de agosto. Una explosión acaba con una vivienda unifamiliar en la urbanización Montecarlo de Alcanar (Tarragona). Hay un muerto y siete vecinos heridos por una onda expansiva.
Son las 16.40 horas del 17 de agosto de 2017. Una furgoneta atropella a personas a lo largo de Las Ramblas de Barcelona. La conduce un joven Younes Abouyaaqoud, uno de los terroristas abatidos, que frenará previamente sobre el mosaico de Joan Miró. Se oyen disparos en la avenida.
Esa misma noche, un Audi A3 irrumpe en el acceso al puerto marítimo de Cambrils. Los viandantes se sorprenden al ver cómo un vehículo de alta cilindrada arrolla a varios vecinos y turistas. Un control policial hace volcar el vehículo y cinco individuos salen de él armados con cuchillos. Uno de ellos hiere a una policía que, posteriormente, morirá en el Hospital Juan XXIII. Todos ellos son abatidos a tiros.
Días después, se hará una relación entre todos estos actos. Los Mossos d’Esquadra sospechan que la célula de Ripoll intentaba planear un atentado mucho mayor. Las bombonas de butano que explotaron en la noche del 16 de agosto tendrían que haberlo hecho el día siguiente, el 17, en la Sagrada Familia de Barcelona, provocando unos daños materiales y humanos que, a día de hoy, todavía permanecerían en la ciudad. La comunidad internacional se volcó con España y condenó todo acto terrorista mientras el Daesh reivindicaba el atentado como propio.