Por qué no se ponen los medios para frenar esta sangría de muertes en la Guardia Civil? La respuesta útil corresponde al ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, y a cuantos mandos cobran por ello. Desde la UAGC se denuncia, por enésima vez, la sangría de muertes que se producen en la Benemérita: 14 en lo que va de año.
Que, sólo en julio, 6 guardias civiles se hayan quitado la vida y en agosto otros 2, es más que alarmante para la población civil. Lo desconcertante es que quienes están al frente de la institución no adopten medidas que palien este drama, cuando les instan a que se cubran las vacantes de psicólogos, a elaborar un protocolo que se adapte a las necesidades reales de los funcionarios y a indagar en las causas que llevan a los agentes a irse para siempre.
Incertidumbre
Tras esa decisión hay cientos de familiares anegados en la incertidumbre: qué lleva a tomar esa decisión? La Benemérita tiene un largo historial de sagas familiares, que heredan la vocación de asumir la responsabilidad de proteger a los ciudadanos. Se trata de un cuerpo en el que es habitual encontrar a padres e hijos vistiendo el uniforme.
Las segundas y terceras generaciones son conocedoras, cuando acceden, del riesgo que conlleva ser guardia civil, pero en ocasiones se confunde el conocimiento con la capacidad de afrontarlo cada día. Es obvio que acceden al puesto por vocación, porque el sueldo no da para patrullar en solitario, trabajar sin medios y acatar órdenes, en ocasiones, sin sentido.
Reforma
Si además se padece la arbitrariedad, se sufre la incompetencia de algunos de ‘arriba’, horarios leoninos, riesgos innecesarios, pésima planificación y la nula respuesta a las peticiones individuales y de las asociaciones sindicales, el panorama es desalentador.
El hermetismo del Cuerpo ha dado en la frustración, la reducción de la eficacia, el desánimo, el absentismo, las bajas laborales y la suma de todo ello: los suicidios, un drama que pasa por una reforma total, integral, de la que sus responsables huyen como de la ‘peste’.
Bajo la lápida de ‘siempre se ha hecho así’, subyace el freno a enfrentarse a la realidad: estamos en 2017, no en 1817. La poca afición a la lectura de los responsables les impide tomar decisiones acordes con sus responsabilidades, conocer la situación y enfrentarla con conocimiento de causa.