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El Gobierno estudia reeditar la relación con diferentes partidos y agentes sociales

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, durante una sesión de control al Gobierno.

ÚLTIMA HORA SOBRE EL AVANCE DEL CORONAVIRUS EN ESPAÑA

La crisis sanitaria del coronavirus ha cambiado la política de bloques del panorama nacional. Si ya es llamativo el cambio del discurso de Ciudadanos, que ha pasado de un negacionismo absoluto al Ejecutivo a tenderle la mano para alcanzar acuerdos, más lo es que el Gobierno haya lanzado casi al vacío la más que afianzada relación con el PNV por el acuerdo con EH-Bildu de derogar la reforma laboral de 2012. 

El pasado viernes, Andoni Ortuzar ha aseguardo que la confianza en Pedro Sánchez "ha encendido la luz de reserva", algo que ha hecho saltar todas las alarmas en el Palacio de La Moncloa. La última gestión de Ejecutivo para garantizar la viabilidad de la quinta prórroga del estado de alarma no ha gustado ni dentro ni fuera del Consejo de Ministros, ni siquiera en la bancada del PSOE en el Congreso.

La vicepresidenta tercera del Gobierno y ministra de Economía y Asuntos Económicos, Nadia Calviño, intentó frenar en seco el acuerdo y consiguió que el propio presidente modificara los términos del accuerdo una vez que ya estaban firmados. Desde el Gobierno aseguraban que se derogarían los "aspectos más lesivos" de la legislación de los trabajadores, algo que choccaba con el discurso del vicepresidente segundo del Ejecutivo, Pablo Iglesias. El líder de Podemos aseguró que hay que cumplir "lo que está firmado" y que así se hará. 

Pero, más allá de los muros de La Moncloa, el acuerdo tampoco ha agustado a los actores del mundo laboral. Ni sindicatos ni patronal estuvieron al tanto de las conversaciones, y la CEOE se ha levantado de la mesa de diálogo social para mostrar su descontento por este ocultismo del Ejecutivo a la hora de negociar algo que les afecta de lleno. 

Por lo tanto, en las últimas horas, tanto el presidente del Gobierno como varios minitros han intentado restablecer parte de la confianza perdida en apenas unas horas. Sánchez contactó con el presidente de los empresarios, Antonio Garamendi, quien le mostró su descontento por este pacto con la izquierda abertzale, mientras que Calviño ha contactado con varios grupos empresariales para reducir las pretensiones de Bildu.  

La estrategia de Sánchez es sencilla de comprender: quiere retener a los 10 diputados de Ciudadanos, mucho más predispuestos que al principio de la legislatura a alcanzar acuerdos "por el bien de los ciudadanos", y reforzar la confianza que tenía hasta hace unos días con el PNV. De esta manera, ERC perdería fuerza y voz en la cámara y las pretensiones independentistas de la mesa de negociación podrían perder fuerza como argumento para Pablo Casado y Santiago Abascal. 

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