El buen clima, además de atraer a turistas, genera otros negocios, que también han evolucionado desde las iniciales 4 plantitas en el patio, para el autoconsumo, hasta plantaciones extensivas de miles de unidades de marihuana; esa especie vegetal que si llega a término, los aficionados se fuman sus flores secas (cogollos), tras un largo y laborioso proceso, para el que se requiere conocimiento y buena mano. El cultivo del cannabis ha pasado de ser un suministro personal a un gran negocio internacional (en unos 50 años), que prolifera en cualquier rincón, al aire libre o en invernaderos clandestinos.
La campeona
En los últimos 60 días y solo en 10 operaciones, los agentes han dado con 6.300 plantas, en Madrid, Alicante, Ávila, Valencia, Huesca y Badajoz, en distintas variedades de cultivo y posesión de estas hojas que gustan a muchos. La campeona de las plantaciones ha sido hallada en Chinchón (Madrid), en una finca de la Vega, donde se han encontrado con 2.500 plantas en estado de germinación y que guardaba un ciudadano de Albania, que fue arrestado. Como en muchos casos, el cultivo estaba situado en una zona boscosa y cubierto, para tratar de pasar desapercibido. La magnitud de la huerta hace intuir que detrás de tamaña inversión están las grandes mafias china, vietnamita o de países del Este.
Luz gratis
En Pechina (Almería), una provincia que entusiasma a los plantadores de maría, los guardias civiles localizaron 900 unidades en una casa cueva, custodiadas por un español, que fue directo ante el juez. La plantación in door (cultivo de interior), puesta por una banda de los grandes, suma la particularidad de otros muchos cultivos ilegales: el enganche a la luz; en este caso de 68 conexiones, que proporcionaban la luz que precisa el cannabis, para crecer más y más rápido y dar hasta 3 cosechas (cuando las atienden los verdaderos expertos). Un gasto de luz que la compañía prorratea entre todos los consumidores que pagan, antes de que se la corten, y cuyo importe anual es difícil de calcular. Las in door conllevan un consumo tan alto, que parece difícil que los gestores de la eléctrica afectada, no detecten con mayor rapidez y eficacia lo que ocurre en ‘ese’ contador.
Olor chivato
Las 600 plantitas incautadas en Elche (Alicante), que un serbio atendía en una casa de campo, dieron el cante, porque una de las características de este vegetal es su olor; baste la triste anécdota de quien alquiló su chalé y los inquilinos lo dedicaron al cultivo de sativa; cuando lo recuperó tuvo que derribarlo, porque era imposible librarse del olor impregnado en las paredes. Lo mismo que le va a ocurrir a esta casa, también en Alicante, concretamente en La Majonera, donde los guardias civiles han destruido un cultivo con 295 unidades (se les murieron 5), distribuido en 3 habitaciones de 2 plantas, que mantenían con 32 lámparas de alta capacidad, 30 balastros (conectan las bombilla) y 5 aparatos de aire acondicionado; todo el equipo que precisa este cultivo: temperatura y humedad medidas con precisión, y luz 24 hora, para forzar la floración y producir rápido unos cogollos gordos; por supuesto, el suministro era un enganche ilegal.
Los esclavizados
En la provincia vecina de Almería, en Roquetas de Mar, otro sembrado de 220 ejemplares fue neutralizados por los agentes, alertados por los vecinos, que olía a marihuana y veían cosas raras en la casa. Cuando llegaron al registro de la vivienda, allí estaban las plantas distribuidas por las estancias y abandonadas a su mala suerte, porque, quizás, alguien había avisado de la llegada de los uniformes y, en esta actuación, no hubo detenidos. En todas se producen pocos arrestos, porque a los dueños les basta con tener a un par de personas cuidadoras, a las que pagan miserias, para llevar a término la cosecha. Las situaciones más miserables se producen entre propietarios, muchos marroquíes y asiáticos, acostumbrados a someter a situaciones de semi esclavitud a compatriotas, que aceptan este tipo de trabajo, por no tener otro; además, el salario en B, escaso, está libre de impuestos. Hay casos en los que estas víctimas del cannabis vivían en habitáculos, dentro de la plantación, donde les llevaban la comida, ante la prohibición de abandona el cultivo.
960 plantas de Huesca
En dos operaciones distintas de la Guardia Civil de Huesca, había 960 plantas en una finca de maíz, de Riglos, que ya habían alcanzado los 2 metro de altura, con un peso de unos 350 kilos; y en Badajoz, los agentes llegaron a otra finca de Montijo, donde tenían 740 plantas, al cuidado de 3 albaneses, nacionalidad que comparten con la plantación de 2.500 de Chinchón. Para no cansar, solo mención los 5 kilos de cogollos descubiertos cuando los transportaban en un coche, para su venta; y un apunte a los cultivos de autoconsumo; esos que el fumador tiene, para evitar comprar cogollos de peor calidad, como en los dos casos de Ávila, donde uno de los chavales tenía 12 plantitas y otro 26, una cantidad, tal vez, superior a lo que van a fumar, porque saben que un 20 o un 30% de las semillas perecen en el intento; a veces, todas.
Debate y debates
Está claro que el territorio nacional el perfecto para la producción de maría, que las grandes plantaciones están en manos de las mafias, que los cuidadores soportan situaciones penosas y que la demanda apoya estos cultivos. Lejos de mencionar el insulso debate sobre la legalización de la producción y consumo de marihuana, hay una cuestión que deberían estudiar los competentes en la materia. La marihuana se utiliza para usos medicinales y terapéuticos; entonces, ¿por qué destruir miles y miles de plantas al año?, ¿podrían enviarse a los laboratorios que las demanden, a través de convenios y compensaciones razonables? Por otra parte, los detenidos, en general, son víctimas de su precariedad económica que van a la cárcel, mientras que los beneficiarios, navegan en yate. ¿A quiénes les interesa mantener este asunto encallado, sin más horizonte que dar con plantaciones y sesgarlas?