Así lo ha reconocido en Zutabe, boletín interno de la banda y que se suman a los 2.604 que ya había asumido con anterioridad.
ETA admite dos atentados y se refiere a la muerte de tres personas en Tolosa en 1981, a las que confundió con agentes de policía y al artefacto que colocó en una cafetería Rolando, de la calle Correo de Madrid en 1974, en la que perdieron la vida trece personas y en la que alrededor de setenta resultaron heridas.
La banda admite, en su boletín interno, que solo dos de estos muertos "tenían relación con la cercana Dirección General de Seguridad (DGS)".
En su Zutabe final, la banda recuerda que el 9 de agosto, a las 18:00 horas, hizo estallar su último artefacto explosivo en las galerías de la Plaza Mayor de Mallorca, sin víctimas, y apunta, que más tarde se produjo "el enfrentamiento inesperado" que acabó con la muerte del policía francés Jean-Serge Nérin.
En su balance de actividad terrorista, ETA explica que a lo largo de su historia cometió 365 atentados contra la Guardia Civil, en los que mató a 186 efectivos; 215 acciones contra Cuerpos Policiales, en los que murieron 139 agentes; y 147 contra el Ejército, en el que fallecieron 101 militares (entre ellos enumera un almirante, dos vicealmirantes, doce generales, 31 coroneles, 7 capitanes y 11 comandantes) además de 11 funcionarios civiles de la Armada. Así, precisa que cometió "más de 800 acciones armadas desde 1975 a 1982".
La banda reproduce en el documento la declaración de "reconocimiento del daño causado" que ETA emitió el día 8 del pasado mes de abril, en la que pedía "perdón" solo a las víctimas que no estuvieron relacionadas "directamente" con lo que denomina el "conflicto vasco".
ETA hace precisiones sobre algunos de los atentados que cometió. En este sentido, se refiere al asesinato en agosto de 1968 de Melitón Manzanas, Jefe de Policía en Gipuzkoa, para apuntar que no fue una respuesta a la muerte del activista de la banda Txabi Etxebarrieta, sino que "la decisión estaba tomada de antemano".
También se refiere al atentado de Hipercor, como "el mayor error y desgracia" que cometieron. "Esa acción dejó una alargada sombra, pues, además del irremediable daño humano y dolor causado, provocó dudas sobre las características de la lucha armada (…). Que ETA asumiera totalmente su responsabilidad y realizara autocrítica, no minimizó del todo esas consecuencias negativas", añade.
También se refiere a los largos secuestros en los años 90, que recuerda que fueron de "motivación económica" y que se convirtieron "en el centro de una fuerte confrontación", como los del empresario José María Aldaia (secuestrado durante 342 días) y de Cosme Delclaux (que estuvo secuestrado 232 días), al que califica de "oligarca".
En este contexto admite que "se prolongaron tanto por las dificultades técnicas y operativas provocadas por la presión policial".