El SUP ha presentado una querella criminal en el J.I. de Guardia de San Cristóbal de La Laguna (Tenerife), por un presunto delito de coacciones, supuestamente cometido por el Jefe de la Comisaría Local de La Laguna a un subinspector, representante del Sindicato Unificado de Policía.
Parece ser, que el jefe pidió al subinspector la tramitación de dos expedientes de lesiones, sin que el subinspector “tuviera la formación específica para ello”, por lo que esos expedientes no se tramitaron en el plazo legal de tres meses. El subinspector compaginó esa orden-petición, con el cargo de Jefe de la Oficina de Denuncias y Atención al Ciudadano, donde prestaba sus servicios en turnos rotatorios.
Por lo que explica el SUP, en esos meses, el sindicato pidió que el policía fuera liberado para desarrollar labores sindicales; petición que le fue concedida. Supuestamente, cuando le comunica a su jefe que se va al SUP, éste “le insta, de manera insistente a que finalizase el expediente, y si fuera necesario, modificase las fechas para ajustarlas a los tres meses que se establecen en la normativa, bajo la coacción de abrirle un expediente disciplinario caso de no seguir sus instrucciones”, a lo que se niega y causa la sanción de 45 días.
Una sanción desproporcionada para el SUP, que informa de que “a un comisario, condenado judicialmente por conducir bajo los efectos del alcohol, a una pena de cinco meses de prisión; su posterior sanción disciplinaria fue de 10 días de suspensión de funciones; y a un policía, que fuera de servicio es condenado judicialmente a la pena de cinco meses y 29 días de prisión por amenazas, haciendo exhibición de su arma reglamentaria. Su sanción disciplinaria es de 60 días de suspensión de funciones”.
Lo que la verdad esconde
Así es que, a través de esta denuncia pública nos enteramos de que a un subinspector le asignan tareas para las que no está preparado; que no resuelve en tres meses; que se puede sospechar que el cambiar las fechas de los expedientes se ha hecho en otras ocasiones; que se ha condenado a un comisario por conducir borracho; que un policía saca su arma reglamentaria y amenaza (es de imaginar que a personas cercanas); y que las sanciones disciplinarias parece que van y vienen ‘a según’, como dice el mago.