Hay algo en el agua: contaminación

Muchas personas no tienen acceso a agua potable y jabón.
COLUMNA CERO
España
24.04.2020
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“Salve vidas, límpiese las manos”. Lavarse las manos frecuentemente, es el principal consejo brindando por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y una de las medidas de protección fundamentales contra el COVID-19. Sin embargo, lo que muchos no tienen en cuenta al brindar esta sugerencia es que no todos tienen el privilegio de contar con acceso a agua potable y jabón, para llevar a cabo este fundamental gesto de protección. Es precisamente en este contexto de pandemia, en el que vuelven a quedar en evidencia las carencias y vulnerabilidades a las que se enfrentan comunidades históricamente marginadas como lo son por ejemplo, los pueblos indígenas. 

Desde la irrupción del COVID-19, mucho se ha hablado de la población de riesgo: mayores de edad y personas con patologías previas que son más vulnerables a los efectos del virus. Sin embargo, tal como lo explica Amnistía Internacional (AI), no debemos olvidar que existen otros grupos vulnerables, como por ejemplo aquel conformado por personas sin acceso adecuado a agua y saneamiento. Pero más allá de recordar la existencia de estos grupos, siguiendo con las recomendaciones de AI, lo que se debe hacer es incluirlos en el centro de las políticas, planes y estrategias, para que estas comunidades “puedan acceder a los mismos servicios que el resto de la población sin discriminación”. 

“Tu código postal determina tu salud y tu bienestar”, afirma Ingrid Waldron, socióloga y escritora del libro “There’s Something in the Water: Environmental Racism in Indigenous and Black Communities”. Este libro ha sido el que ha inspirado a la actriz canadiense, Ellen Page a producir el documental “Hay algo en el agua” que ha sido lanzado recientemente por Netflix. Un cortometraje que llega en un momento clave, precisamente porque visibiliza los años de lucha de los pueblos indígenas y la discriminación a la que aún se enfrentan. Pero además, porque tal como su nombre lo indica, el foco está puesto en la falta de acceso a agua potable. Un recurso vital en estos tiempos que corren.

Hay algo en el agua. Así es, pero a las cosas hay que llamarlas por su nombre. Ese algo no es más que contaminación nociva, producto de los vertederos tóxicos originados por una gran corporación, en este caso, llamada Paper Excellence y es también el reflejo del racismo ambiental que condena a la sociedad canadiense. El racismo ambiental es un término de justicia social que identifica la exposición desproporcionada de comunidades expuestas a desechos tóxicos y peligrosos. Este término también contempla la falta de acceso de estas minorías étnicas a ciertos recursos naturales como lo es el agua potable. Existen varios ejemplos alrededor del mundo que demuestran que las comunidades marginadas son las más afectadas por las industrias contaminantes y su falta de regulación. Uno de los ejemplos que recoge el documental de Page es precisamente el de la comunidad indígena de las Primeras Naciones de Pictou Landing en Nueva Escocia, Canadá.

El escenario de esta disputa es Boat Harbour, una laguna que ha sabido ser el hogar de un importante ecosistema marino y que fue históricamente utilizada por las Primeras Naciones para pescar. Sin embargo, tal como lo documenta el cortometraje, los peces muertos se apilan sobre los bordes de la laguna, como consecuencia de la contaminación causada por Northern Pulp, la fábrica de pulpa instalada en la zona. La propietaria de esta fábrica es Paper Excellence (PE), empresa satélite del controvertido grupo chino-indonesio Sinar Mas, presidido por la familia Widjaja y conocido por manejar los hilos del mundo de la pulpa y el papel a través de sus diferentes empresas como Asia Pulp and Paper (APP).

Durante años, la compañía ha bombeado efluentes tóxicos, convirtiendo la laguna en un estanque contaminado. Pero el golpe más duro llegó en 2014, cuando la tubería que transportaba efluentes desde el molino sufrió una rotura, causando el derrame de 47 millones de litros de efluentes en tierras de la comunidad. La contaminación que durante tiempo pudieron percibir a través de los cambios en el agua de la laguna, esta vez había llegado a sus propios terrenos. El olor a químicos que caracterizó a la zona desde la llegada de la fábrica, ahora se impregnaba en las paredes de sus hogares, dejando un hedor difícil de olvidar para quienes se convirtieron en testigos de este desborde. Y así, la rotura de la tubería se convirtió en una huella imborrable para la comunidad, al convertirse a su vez, en uno de los últimos símbolos de la principal promesa incumplida y hecha a sus antepasados años atrás: que la instalación de la fábrica no tendría ningún impacto ambiental.

Lo que aquí se resume en unas pocas palabras, es en verdad una lucha inagotable por parte de la comunidad de Pictou Landing, que lamentablemente, no es la única conocedora de los efectos del racismo ambiental. El último episodio en esta historia es el cierre definitivo de la fábrica unos pocos meses atrás, cuando el gobierno de Nueva Escocia obligó a Paper Excellence a terminar sus operaciones en Boat Harbour. Si bien la compañía ha acatado las órdenes, aún debe $85 millones, una suma clave para cubrir los costos de limpieza de la laguna que ha contaminado. Lo que demuestra que el problema de fondo, no ha sido resuelto. 

Lo lamentable detrás de este ejemplo es que es tan solo uno de los tantos que se registran alrededor del mundo. La discriminación y marginalización contra los pueblos indígenas, no es exclusiva de Canadá, ni tampoco comenzó con el coronavirus. Pero sin dudas, esta pandemia significa una gran amenaza para estas comunidades privadas del acceso a un sistema de agua potable, como así a un sistema sanitario. Si hay algo que no debe negociarse durante esta crisis es el respeto por los derechos de cada comunidad. Estos deben ser puestos por delante de cualquier interés corporativo y cada gobierno debe asegurar su protección y su acceso a un sistema de salud de calidad y a recursos no contaminados. No se debe perder de vista que son ellos, los grupos de riesgo no solo durante esta pandemia, sino también mientras prime el abuso y el racismo ambiental. 

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