El Ramón Sánchez-Pizjuán acogía esta mañana una de esas citas marcadas en rojo en el calendario. Dos rivales llamados a pelear por “la otra Liga”, esa que se juega al margen de los dos colosos Real Madrid y Barcelona. Dos equipos que la temporada pasada y en el mismo escenario, protagonizaron un encuentro vibrante de principio a fin, que se saldó con la victoria sevillista. Esta vez, la historia fue muy diferente. El cuadro hispalense dominó todo el tiempo la posesión y el control del partido, ante un equipo castellonense que presentó una apuesta bastante decepcionante, encerrado atrás y limitándose a sorprender a los de Sampaoli a la contra. El portero Sergio Asenjo se erigió como el mejor jugador del partido, gracias a sus intervenciones brillantes, incluido un penalti parado a Nasri, lo que da una idea de cómo se desarrolló el choque.
Siempre es un partido especial en el Ramón Sánchez-Pizjuán, así lo dice la mayoría de los equipo que arriban al feudo de Nervión. Sin embargo, el ambiente esta mañana no era el de siempre. La grada de Gol Norte, donde se alojan el grupo “Biris Norte”, decidió permanecer en silencio, después de los acontecimientos que se han desarrollado a lo largo de la semana, en donde el Comité Antiviolencia ha declarado al grupo como violento y no permite la presencia en el estadio de la palabra “Biris”. Y parece que el equipo se hubiese contagiado de la atmósfera fría que se respiraba en el campo. El Sevilla dominaba el partido, controlaba la pelota y generaba ocasiones, pero le faltaba esa pizca de intensidad, ese ritmo agotador que imprime siempre el equipo de Sampaoli en casa.
No obstante, en el primer minuto de juego, llegó la primera ocasión del Sevilla, con una jugada que terminó con un agarrón en el área a Jovetic, un penalti que Undiano Mallenco no señaló. El juego se desarrollaba normalmente en el campo del Villarreal pero al equipo local le faltaba algo de profundidad y llegar con más peligro al área castellonense. A esto que los visitantes se estiraban y, al contragolpe, metían en dificultad a la zaga hispalense. Así llegó la oportunidad más clara para el conjunto amarillo, con un pase al hueco de Jonathan Dos Santos a Adrián López que se plantó sólo ante Sergio Rico y mandó la pelota fuera.
El Villarreal no se sentía demasiado incómodo, pese a ser un equipo acostumbrado también a tener el balón. Pero el Sevilla tampoco generaba demasiado peligro. Nasri era el encargado de conducir el juego sevillista, demasiado obsesionado en penetrar por el centro, donde el muro infranqueable del Villarreal impedía, una y otra vez, las llegadas andaluzas a la meta de Asenjo. De modo que los hispalense decidieron probar por las bandas y con balones largo. Mercado puso un centro medido a Ben Yedder que remató limpiamente pero Asenjo puso el pie para despejar el balón. Fue la primera gran ocasión de los locales y la primera intervención mágica del arquero internacional.
Tras el descanso, el partido continuó igual que en el primer tiempo, con el Sevilla dominando, controlando el balón y buscando el área rival y un Villarreal ordenado y cerrado atrás, demostrando por qué es la mejor defensa de La Liga. En una internada de Vitolo por el carril central, cuando ya pisaba el área, Mario Gaspar cometió falta y, esta vez, Undiano no dudó en señalar la pena máxima. Nasri fue el encargado de tirar el penalti pero su disparo, flojo y raso, fue atajado sin muchos problemas por Asenjo. El Sevilla volvía a desperdiciar una gran oportunidad para adelantarse ene l marcador.
El Villarreal siguió a lo suyo, aunque el centro del campo, con Bruno Soriano y Trigueros inconmensurables, empezó a ganar la partida a los sevillistas. Sampaoli decidió mover el banquillo y metió en el campo a Sarabia, un jugador que siempre le da muy buen resultado cuando sale en la segunda parte. El sustituido fue Mariano, que hasta entonces había tenido una buena actuación, entrando por el costado derecho pero el técnico argentino estimó conveniente poner a Vitolo por la derecha y a Sarabia en el flanco izquierdo. Sin embargo, el Sevilla no ganó en profundidad de esta forma.
Conforme iban pasando los minutos, el Villarreal se sentía más cómodo y el Sevilla sentía cada vez más la impotencia de no poder superar el muro de contención de los amarillos. Además los cambios no funcionaban. Vietto sustituyó a un Jovetic menos participativo hoy y, a falta de quince minutos, Iborra entró por Franco Vázquez. La entrada del valenciano sí dio un plus en ataque, gracias a su capacidad para sorprender en el área y cabecear los centros que, en los últimos minutos, se convirtieron en el arma de ataque local. Y a punto estuvo de hacerlo al cabecear un balón extraordinario que Nasri puso en el punto de penalti, pero su remato encontró otra vez la mano de Asenjo, cuando todo el estadio ya cantaba el gol.
El empate supone un frenazo para el Sevilla en sus aspiraciones de seguir pegado a los grandes de la Liga. La nota positiva es que mantiene la tercera posición en la clasificación, aunque comienza a sentir el aliento del Atlético de Madrid. No obstante, el objetivo del equipo es la plaza que da derecho a jugar la Champions y, en ese sentido, conserva la distancia con un rival directo como el Villarreal.