Rafael Nadal no pudo imponerse en la final de Open de Australia a un superlativo Roger Federer. El tenista suizo consiguió su decimoctavo Grand Slam en una final que se fue a los cinco set. Federer llevó el mando de la final en todo momento, haciendo muy cortos los juegos y los sets, algo que le benefició. Eso conllevó un alto número de errores no forzados del suizo que, sin embargo, fueron contrarrestados con una mayor cantidad de golpes ganadores que, a la larga, le otorgaron el título. La final no defraudó y ambos tenistas rindieron a un excelso nivel. La derrota de Nadal no debe suponer un freno a su gran mejoría en este comienzo de año 2017. El de Manacor no tendrá apenas tiempo para descansar, ya que tras la final deberá disputar la ronda de Copa Davis que enfrentará a España y a Croacia.
Pese a que Nadal llevaba una gran acumulación de esfuerzos en sus piernas del partido de semifinales ante Dimitrov, ese argumento no se puede utilizar como base para explicar su derrota ante Federer. La final se alargó hasta el quinto set, pero ninguno de ellos se alargó más allá de los sesenta minutos. El partido no fue excesivamente exigente en lo físico, algo que, sin duda, habría beneficiado al tenista español. Roger Federer lo sabía y disputó un excelente partido en dos factores clave: el tenístico, que siempre ha dominado, y el táctico, variante que ha mejorado con el paso de los años. El tenista más laureado de la historia leyó e interpretó perfectamente el papel que debería realizar en la final y no defraudó. Fruto de ese trabajo de análisis y de excelencia tenística cayó el decimoctavo Grand Slam junto a unas lágrimas, hoy sí, de alegría en la pista Rod Laver.
Éxito sin primer puesto
Semanas antes de que diera comienzo el primer Grand Slam del año 2017 nadie imaginaría el papel que jugaría Rafael Nadal en el torneo oceánico. Las esperanzas en que la mejor versión de Nadal le volviera a posibilitar pelear por grandes éxitos siempre estuvieron ahí para los amantes de este deporte. Sin embargo, nunca se hubiera imaginado el gran rendimiento que ha ofrecido cuando hace apenas unos meses seguía sufriendo en pista por sus múltiples problemas físicos que le impedían realizar su juego. La versión que pudimos observar del de Manacor en el torneo de Abu Dabi fue bastante positiva, no obstante consiguió alzar el título venciendo a Raonic en la final. Cambió por completo la dinámica que había establecido en los últimos años. No disputó el torneo de Doha y sí el de Brisbane, en Australia, lo que le permitió adaptarse al país durante más tiempo que varios de sus máximos rivales como Djokovic o Murray.
Brisbane le deparó una derrota ante Raonic que resultó, a largo plazo, positiva para analizar el juego del canadiense y hallar la forma de batirle en futuros duelos. Nadal se presentó en el Open de Australia disputando un inmaculado partido de primera ronda ante el alemán Mayer. En la segunda ronda, el chipriota Baghdatis no fue tampoco ningún problema, ya que logró imponerse también en tres sets. Poco a poco, Nadal fue confirmando las sensaciones transmitidas en los torneos de Abu Dabi y Brisbane en un escenario tan difícil y sorpresivo como es el de un Grand Slam. Las dos victorias dieron mucha confianza a Nadal para afrontar un partido de dieciseisavos de final muy duro. Alexander Zverev fue el rival de Rafael Nadal. El tenista de diecinueve años jugó un esplendoroso tenis que sacó la mejor versión del tenista español. Solo así pudo pararle los pies a un jovencísimo tenista que de continuar en su actual progresión, dará mucho que hablar en un periodo de tiempo no muy largo.
La paliza física ante Zverev no se hizo sentir en el encuentro de octavos ante el excéntrico Monfils. Rafa venció sin muchos apuros cediendo un set en todo el encuentro. La ronda de cuartos volvió a enfrentar, por tercera vez en un mes, a Nadal y a Raonic. Esta vez Nadal llevó la voz cantante del encuentro y se volvió a adelantar en el marcador haciéndose con el primer set. No se repitió el mismo guion que en Brisbane. Nadal también sacó hacia adelante el segundo set salvando seis bolas de set, algo que se convirtió en una hazaña bastante comentada. En tres sets dio cuenta de Milos Raonic y consiguió el pase a las semifinales. Allí esperaba Dimitrov. El tenista búlgaro planteó un partido muy largo y de muchos intercambios extensos. En esas situaciones de partido Nadal suele sacar a relucir su mejor tenis, sin embargo, el gran juego exhibido por Dimitrov complicó el partido en demasía. Pasadas las cinco horas de partido, el tenista español consiguió el acceso a la final soñada en el quinto set.
El juego de Nadal se parece mucho a lo que nos ha tenido acostumbrados en sus mejores noches. Pese a todo, no hemos presenciado un Rafael Nadal al cien por cien. Es una evidencia que el tenis del español ha mejorado con respecto a los meses de atrás y eso es debido a una recuperación de sus problemas físicos. Gracias a ello, Nadal ha vuelto a competir al máximo nivel y a exhibir ese tenis tan característico del ganador de catorce grandes. Las sensaciones son inmejorables e inimaginables hace unas semanas a estas alturas de temporada. Durante todo el torneo celebrado en Melbourne hemos observado un Nadal bastante rocoso en su servicio, solo cuestionado por tenistas que ofrecieron la mejor versión de su tenis. Ha obtenido un notable número de acierto en sus primeros saques, lo que ha sido clave para avanzar hasta la final del torneo.
No solo el saque se ha visto potenciado. El resto de Nadal surgió, sobre todo, en el partido ante Raonic, que puede ser el mejor sacador de todo el circuito. Supo adaptar el resto para devolver los cañonazos del canadiense, que logró alcanzar hasta los 236 kilómetros por hora en saque durante el desarrollo del torneo. En cuanto al revés, ha continuado exhibiendo un buen golpeo, siendo uno de sus máximos argumentos en momentos apurados de partido. Sin embargo, su derecha no está al cien por cien. Hablamos de la que puede ser la mejor derecha del circuito en su mejor nivel, por lo que solo queda esperar que el nivel de Rafa se vaya estabilizando con el paso de las semanas tras su gran paso por Australia. En cuanto a la gestión de los encuentros Nadal sigue siendo superlativo. Su gran gen competitivo le permite tomar decisiones muy rápidas y acertadas en situaciones clave que resuelven partidos. Si Rafael Nadal mantiene el nivel físico mostrado durante el Open de Australia podemos estar tranquilos de que este gran papel no se quedará en un oasis en el desierto.