Rafael Nadal ha regresado a una nueva semifinal de un Grand Slam desde que lo consiguiera en Roland Garros 2014. Algo más de dos años y medio ha tardado el balear en regresar al sitio donde se siente cómodo. Las molestias físicas y, por consiguiente, no encontrar su juego le habían imposibilitado ofrecer el nivel al que había acostumbrado a todo el mundo durante años. En el Abierto de Australia ha dado cuenta de Milos Raonic (3) en tres sets sin ceder, ni una sola vez, su saque. Además, ha conseguido salvar seis bolas de set en la segunda manga del partido. La vuelta del mejor nivel de Rafael Nadal ha estado ocupando muchas portadas desde que el de Manacor dejara de mostrar su mejor versión de juego. A comienzos de año se volvió a hablar de lo mismo. Sin embargo, ahora el que ha hablado en la pista ha sido el tenista español para afirmar que el deportista español más laureado ha vuelto a ser competitivo.
Las rodillas de Nadal volvieron a besar el suelo. Un gesto que en el apartado bélico significa derrota, Rafael Nadal lo convirtió en el bello gesto de la victoria que dejaba atrás varios años de frustración competitiva. La victoria ante Raonic supone algo más que el nuevo paso a semifinales de un Grand Slam como es Australia. Supone la confirmación del nivel competitivo que el tenista español ha mostrado en su mejor etapa tenística. Decidido, confiado, concentrado y dominando casi todos los registros del partido, así es como Rafael Nadal ha logrado entrar en semifinales. Su sonrisa en la entrevista tras el partido con Raonic lo dice todo. Se encuentra feliz, no sabe cómo ha conseguido restarle los saques al que puede ser mejor sacador del circuito. Tampoco sabe cómo ha conseguido salvar las seis bolas de set que el canadiense de origen montenegrino ha tenido en el segundo set. Pero se siente competitivo y eso es suficiente felicidad para él. El tenista español ya declaró que si se había presentado al Abierto de Australia, era porque creía que podía competir a su mejor nivel.
La pretemporada ha sido exigente. Los entrenamientos desarrollados desde noviembre han estado enfocados a conseguir esta versión de Nadal, que no es distinta a la que nos tenía acostumbrados cuando siempre estaba presente en las últimas rondas de los torneos más prestigiosos del circuito. Lo único que ha cambiado dentro del él son las sensaciones. El hecho de haberse recuperado, por completo, de todos los problemas físicos que ha venido arrastrando estos últimos años ha sido esencial para recuperar la confianza en su juego. El estilo de juego practicado por el de Manacor exige que el apartado físico esté al cien por cien, es por ello que gran parte de la pretemporada ha ido enfocada a ese tono físico.
Se juega como se entrena y, hasta hace poco, Rafa no conseguía trasladar a los partidos lo que sí desarrollaba en los entrenamientos. Uno de los pilares en el juego de Nadal se comenzó a tambalear. Las dudas que produjeron las lesiones se trasladaron al juego en forma de ansiedad. Esa ansiedad en pista hizo que el factor psicológico, tan bien dominado por el balear, se volviera en su contra. Tras el mejor año de su carrera, el 2013, el título de Roland Garros en 2014 fue un oasis en un desierto de dudas tenísticas que se tradujeron en una falta de competitividad.
La competitividad es la base del deporte para Rafael Nadal. Más allá de las victorias y de las derrotas el deporte se basa en ser competitivo en el nivel adecuado. Para el tenista español, la competitividad es esencial para mantener viva la ilusión por cualquier deporte. Rafael nunca perdió esa ilusión y, hasta la fecha, sigue disfrutando del tenis en las derrotas y en las victorias. Por encima de lo que pueda hacer en las semifinales del Open de Australia que disputará ante Dimitrov, Rafa Nadal ya ha ganado mucho. Ha conseguido demostrarse así mismo que vuelve a ser capaz de competir al máximo nivel y de realizar encuentros completísimos basándose en su estilo intenso de juego.
Un caso muy parecido que se da en el circuito actualmente es el de Roger Federer. El tenista suizo ha estado apartado de las pistas durante bastantes meses. Tanto que ha caído hasta puestos cercanos al vigésimo. Federer comenzó la actual temporada con la incertidumbre de si, a su vuelta a la competición, podría seguir siendo igual de competitivo que en sus mejores días. El transalpino no ha defraudado. Junto a Nadal, Federer ha conseguido llegar a las semifinales del Open de Australia ofreciendo un gran tenis, tan elegante como siempre nos ha tenido acostumbrados.
Rafael Nadal ha estado muy exigido durante este periodo de tiempo que no hemos presenciado su mejor nivel. Los aficionados y la prensa siempre han estado deseosos de que el de Manacor saliera de su particular “dique seco”. La presión ha sido máxima y el español ha sabido gestionarla adecuadamente, pensando en lo mejor individualmente. Para acallar unas tantas bocas y para alegría de todos, el mejor nivel de Rafa Nadal ha regresado. Nadal ya ha vuelto a dejar la huella emocional de un luchador absoluto, gane o pierda. La satisfacción de competir al máximo nivel ha regresado de nuevo al entorno de Rafael Nadal.