Mattia Binotto no ha podido con todo. Era algo previsible ya desde el mismo momento que asumió el cargo. Tan lógico y normal como prever que una cesta de seda no puede soportar el peso de una tonelada de acero. En Columna Cero anticipamos este escenario ya en marzo, a comienzos de temporada, explorando esta delegación de funciones como una posibilidad más que evidente cuando las baterías del suizo empezaran a consumirse. Ha ocurrido ahora, en este momento del año, y no es casualidad.
Muy por encima del área técnica, donde los problemas de Ferrari no han tenido mayor misterio que una apuesta errónea por un coche más cómodo en las rectas que en las curvas, está la parcela deportiva. La combinación Vettel-Leclerc ha dado más dolores de cabeza de los previstos a Binotto, cuyo pecado no es otro que el de querer mantener un rédito por decreto a un piloto que ya lo había perdido en 2018. Todo ello frente a una joven y ambiciosa promesa a la que han tenido (y tienen) que parar los pies carrera tras carrera.
El desorden organizativo en lo referente a la proporcionalidad del peso de los pilotos dentro de la escudería y su rendimiento en pista ha estado condimentado por la crisis de Sebastian Vettel, que aún no encuentra fin, y la posibilidad abierta de que el propio tetracampeón decida abandonar la actual Fórmula 1 con la que, en numerosas ocasiones, ha dicho no sentirse identificado. Esto obligaría desde este mismo verano a llevar a cabo una concienzuda planificación para la próxima temporada, valorando nombres, roles y posibilidades dentro del mercado, algo incompatible con la minuciosa perseverancia técnica a la que Binotto nunca quiso dar la espalda, tratándose de su verdadera pasión, y el motivo por el que ha logrado ascender peldaños desde 2014 en la estructura de Maranello.
La deriva incierta del cavallino y la responsabilidad de acometer dos proyectos que se avecinan en un horizonte próximo como son los de 2020 y el gran cambio de normativa de 2021 obliga, sin embargo, a Binotto a pensar en otros nombres como Enrico Cardile, en el área de chasis, David Sánchez en aerodinámica y Corrado Lotti en motores. Por descontado, Simone Resta, ya desvinculado de Alfa Romeo, ejercerá de enlace de confianza de Binotto para dirigir el cambio conceptual que pretenderá encauzar la filosofía de los monoplazas venideros. Aventurarse a afirmar quiénes los pilotarán es una completa osadía, pero no mayor que la de confeccionar un organigrama aún embrionario en el que Ferrari apenas acaba de mostrarnos los cromos que deberán remendar una plantilla competitiva que debe ser ganadora.