Todos los poderes, en la figura de un solo hombre. Su sonrisa encarna el bienestar de todo un pueblo. “Lo stato sono io”, tomando prestado para el caso el clásico tópico político de la Francia del siglo XVII. Y es que Mattia Binotto no será El Rey Sol pero, al igual que este personaje histórico, ha recibido plenos poderes desde su proclamación. Su responsabilidad es absoluta, siendo el rostro visible a nivel deportivo y técnico, y contando apenas con el respaldo del advenedizo Laurent Mekies, su mano derecha en esta nueva etapa que se ha abierto en Ferrari. Pero hay una pregunta en el ambiente, imposible de eludir, conociendo la urgencia de resultados del cavallino rampante y el desgaste que produce alzarse en la picota del equipo más exigente de la Fórmula 1… ¿dónde estará su límite?
[Sumario]
“Binotto une las tareas como líder del equipo en Ferrari que hago yo, la de James Allison como director técnico del chasis y la de Andy Cowell como jefe del departamento de motores. Puede funcionar durante algún tiempo, pero a la larga se quemará”. Me sorprendió esta sobredosis de realidad de Toto Wolff, refiriéndose a Binotto. Él más que nadie sabe lo que supone estar en la cumbre de la montaña más alta durante años y, por eso, siento que la seguridad de sus palabras no procede del comunicativamente edulcorado jefe de equipo, sino de un hombre entregado 24 horas al día y siete días a la semana por y para su equipo. Soportar esta carga varias temporadas es un reto, pero hacerlo en Ferrari es algo más. Por ahora, el tanque de gasolina está a rebosar en el hombre todoterreno al que aún le dura el subidón propio del que estrena un cargo como el suyo, pero las baterías se irán agotando con el tiempo y no será extraño que le veamos delegar, próximamente, algunas de sus funciones en nuevos (o no tan nuevos) rostros vestidos de rojo.
Precisamente, a ojos del ruido mediático, su primer embrollo ha estado relacionado con una asignatura que lleva menos preparada un perfil técnico como el suyo. Mattia ya ha sondeado, en un primer parcial, la repercusión que pueden traer unas órdenes de equipo bien acatadas por su pupilo, incluso, pero la nota final de la evaluación recaerá en la convicción de sus criterios y, por supuesto, en la efectividad que estos tengan en el resultado. Eso sí, por la cabeza del ingeniero meticuloso pasa estos días la preocupación por otro examen mucho más alarmante. En Ferrari quieren convencerse de que su pobre rendimiento en Australia fue un hecho aislado, un bache que Baréin hará olvidar, aunque sea al menos en parte… pero las dudas están ahí. Y mientras, la carrera en el golfo pérsico no termina de llegar. La espera se hace eterna en la escudería italiana, pero también nos ocurre algo similar al resto, a aquellos que vivimos intrigados estos días, sin creernos todavía que el retrato de Albert Park sea la imagen real del presente campeonato. Los tests quedaron atrás, pero la prudencia, visto lo visto, nos debe seguir acompañando.