El temporal que agujereó Riazor y Balaídos y causó la polémica de las suspensiones

Las normas de prevención y riesgos laborales impedían la rehabilitación inmediata de las cubiertas. Los ayuntamientos dieron orden de cerrar los estadios por el riesgo a accidentes
Carlos A. Sánchez
España
09.02.2017
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La Liga recibió la noche del sábado un informe de los técnicos del ayuntamiento de Vigo, y otro de los colegiados, en el que certificaron la inviabilidad e inseguridad de la disputa del partido CeltaReal Madrid en Balaídos, después de comprobar los estragos causados por el temporal en la cubierta del estadio, especialmente en la grada de Río -esta grada se llama así porque justo por debajo de la misma pasa el río Lagares– . En el Real Madrid, al conocerse la noticia, entraron en estado de cólera y mostraron un enorme enfado e indignación. A través de los sus canales mediáticos más próximos deslizaron a los cuatro vientos que el Celta y que el alcalde vigués, Abel Caballero, estaban practicando una «jugarreta» para evitar jugar el partido ese domingo -el equipo olívico jugó este miércoles contra el Alavés partido de Copa del Rey-. El Real Madrid, acusa al municipio vigués, de no haber hecho todo lo posible para buscar una solución. Y explican off the record que se sienten maltratados por la Liga y por la Federación, ya que no se forzó a buscar una alternativa. En el fondo, según confiesan, les duele que el F. C. Barcelona pueda superar al equipo blanco en la clasificación el próximo fin de semana, confiesan algunos de los mismos portavoces mediáticos que expresan el clamor del madridismo.

En las primeras horas, con escaso rigor opinativo e informativo, se dio la impresión, a través de las redes sociales y también desde algún medio de comunicación de la capital, que la cubierta de Balaídos no se arregló a las pocas horas y a tiempo de poder celebrarse el partido. Incluso se adujo que el domingo no hizo «ni gota de viento». O se dejó caer que no se pusieron todas las ganas, esfuerzo y empeño en acondicionar la cubierta del estadio vigués, retirando las planchas de la cubierta que estaban sueltas o corridas, para evitar el peligro de una caída a jugadores y aficionados, y así comenzar a punto el partido -se jugaba a última hora de la noche, 20:45-.

Otro de los puntos que alega el Real Madrid es que la Federación y la Liga no están haciendo cumplir el precepto de señalar un campo alternativo para jugar en caso de suspensión. Así, señalan al Celta como responsable de no comunicar un campo alternativo, tal y como indica el artículo 205 del reglamento de la Federación Española de Fútbol. «Los clubes están obligados a informar la lana RFEF, con quince días, al menos, de antelación al inicio de una competición, sobre una situación, medidas, tipo de superficie del terreno de juego y posible campo alternativo para disputar aquellos partidos que fueran susceptibles de ser jugados en césped artificial, así como cualesquiera otras condiciones, aforo y construcciones o modificaciones de sus campos. Siempre que se realice algún cambio, deberán comunicarlo, acompañando un plano a escala y la disposición del terreno de juego y sus instalaciones, después de las obras», indica la norma. Y añaden también que no se cumple la circular nº 7 del estamento federativo, que en su punto decimosexto vuelve a expresarse en los mismos términos. «Son obligaciones de los clubes en relación directa con la celebración de los partidos oficiales: c) disponer de un campo alternativo situado dentro de un radio superior a treinta kilómetros».

Con estos elementos, y dada la amplificación mediática que gira alrededor de la institución merengue, la situación fue más que propicia para algunos opinadores y periodistas, porque parece que el único gran afectado es el Real Madrid, sin pensar en los miles de aficionados que ya habían comprado la entrada para ver al club blanco en Balaídos, por ejemplo, que son los que pagan el espectáculo, y que también son perjudicados indirectos por el temporal que arrasó Galicia durante cuatro días. Tal es así que los daños por el temporal han entrado en el consorcio, lo que indica que se ha declarado algunos lugares por los que pasó el temporal como zona catastrófica por el nivel de los daños producidos.

El Real Madrid, ciertamente, tiene un grave problema con las fechas para disputar un segundo partido aplazado, ya que también tiene que disputar contra el Valencia, otro que se aplazó en diciembre por su participación en el Mundial de clubes durante la primera vuelta. El margen para encontrar fechas entre semana, teniendo en cuenta que el Real Madrid también juega Champions League y que su perspectiva es estar en la fase final del torneo, reduce las posibilidades. A tal punto, que podría no encontrar hueco hasta el 17 de mayo -día de las Letras Galegas– a una jornada para el final de la Liga. El 17 de mayo, por cierto, será festivo en Galicia según ha decretado la Xunta de Galicia.

Hay que recordar que la suspensión del encuentro de liga en Balaídos ha sido causado por un gravísimo temporal y no por un capricho. En todo caso, podría haberse acusado de caprichosa la ciclogénesis explosiva, que en esta ocasión se cebó con las cubriciones de los estadios municipales de Ferrol, A Coruña y Vigo.

Las inclemencias del tiempo crearon por tanto un gran escándalo, portadas de periódicos aparte, que fueron amplificadas, para mayor vergüenza municipal, por algunas de las más voces más famosas del círculo madridista. Y así, el lío patrio, encarnado de blanco, estaba servido.

¿Cuál es la legalidad a tener en cuenta?

El artículo siete de la ley 31/1995, de 8 de noviembre, regula la prevención de riesgos laborales. Es la ley que protege a los operarios de todo tipo de trabajos, contemplándose medias para que el trabajador no sufra riesgos innecesarios y se tomen las medidas de prevención necesarias para salvaguardar siempre la vida de la persona. Entre otros, también los trabajos que se realizan en condiciones derivadas por la naturaleza de los agentes físicos, como es el caso de un temporal. La ley también indica que se regularán las limitaciones o prohibiciones que afecten «a las operaciones, los procesos y las exposiciones laborales a agentes que entrañen riesgos para la seguridad y la salud de los trabajadores».

Llama la atención la ligereza con la que se habló, o se escribió a través de las redes sociales, en las primeras horas de lo supuestamente sencillo que suponía la labor de arrancar la cubierta retorcida o retirar los desperfectos y las lanchas movidas que había causado el temporal. Sin tener en cuenta que la meteorología seguía siendo adversa.

Así, se emplearon mensajes que demostraron una escasa sensibilidad, sino desprecio, por la vida y el trabajo de las personas que tienen que realizar su cometido en altura, sin tener en cuenta que los operarios tendrían que arriesgar sus vidas en pleno temporal de viento y agua, teniendo que subir a una cubierta dañada, desplazada y rumbo, y también mojada. Y, por encima, tener que hacer el trabajo a contrarreloj para que la organización del partido comenzase con normalidad y seguridad para todos los interesados.

Los datos objetivos del que pasó en los últimos días son los siguientes:

El temporal comenzó el jueves, día en el que se formó una borrasca profunda que ya dejó vientos muy fuertes durante la madrugada. En A Coruña y en Vigo se registraron rachas de 80 a 90 kilómetros/hora. Curiosamente, tanto Vigo como A Coruña, son ciudades protegidas de los vientos del sur, y el viento sopló precisamente en dirección sur – suroeste. Eso quiere decir que si bien el viento se siente con fuerzas de 80 o 90 kilómetros a una distancia de 10 metros sobre el suelo, cuando hablamos de las cubiertas de Balaídos o de Riazor, esas velocidades son mucho mayores que las que se registran en las estaciones meteorológicas en superficie.

Después de esa primera borrasca, en las siguientes horas se formaron otras dos, más pequeñas, pero muy dañinas. Una, en la noche del jueves al viernes que dejó en A Coruña rachas de 114 Kilómetros/hora, que son las que arrancaron las planchas del estadio de Riazor. También durante el viernes dejó rachas en Vigo, a nivel del mar, de 107 kilómetros/hora, y que fueron las que retorcieron y arrancaron las cubiertas de Río de Balaídos. Dichas cubriciones, tanto en Coruña como en Vigo, sufrieron el castigo del vendaval a más de 150 kilómetros/hora, causando las impresionantes voladuras y torceduras que vieron en televisión. En el caso de Balaídos, sucedió entre las ocho y las nueve de la noche del viernes. En Riazor, el azote del viento fue mucho más madrugador, alrededor de las cuatro de la madrugada del viernes. Incluso, a las ocho de la tarde de ese mismo día, repitió su golpe, ya que una nueva plancha cayó sobre la calle Manuel Murguía de A Coruña, por nuevas rachas virulentas de viento. En caso de disputarse el partido, la caída de esa parte del techo de Riazor pudo tener consecuencias fatales. Ese hecho, precisamente, confirmó que la suspensión del partido era una medida más que obligada. A las ocho de la tarde, de haber partido, habría miles de personas transitando por la calle que estarían accediendo por las puertas de Riazor para ver el partido en directo contra el Betis.

El sábado hubo en Vigo vientos de 80 y 90 kilómetros/hora durante buena parte del día e intensas lluvias. Los pluviómetros registraron cantidades de hasta 30 litros por metro cuadrado. Con estas características «era completamente imposible que nadie, con dos dedos de frente, pudiera subir a la cubierta de Balaídos a realizar los trabajos necesarios de rehabilitación para la organización de un partido de fútbol», comenta Carlos Fernández Balseiro, experto hombre del tiempo del servicio meteorológico 4 Gotas.

Durante la madrugada del domingo, el viento siguió soplando con fuerza. A partir de la primera hora de la mañana comenzó a amainar el temporal, pero con vientos de 30 a 40 kilómetros/hora. Sería temerario poner a trabajar a los equipos especializados en altura, ya que para arrancar y retirar los desperfectos de la cubierta afectada -muchas rotas en trocitos y otras con las planchas corridas- era muy arriesgado actuar. Los golpes de viento eran impredecibles durante el día porque había alerta del mar. Tanto Vigo como A Coruña, son ciudades costeras. Manipular las nuevas placas, aunque fuera con escaso viento, sería muy peligroso igualmente porque resultaría incontrolable donde caerían esas placas en caso de que escapara alguna», indicaron otras fuentes consultadas.

Por tanto, el jueves, el viernes y el sábado hubo alerta naranja por viento en toda Galicia. El domingo, a pesar de no existir aviso de alerta, se produjeron en Vigo ciudad rachas de hasta 50 kilómetros/hora según los datos facilitados por 4 Gotas. Aunque no existiera alerta para el domingo, sí había aviso de viento fuerte en el mar y hubo algún que otro chubasco, lo que hacía peligroso trabajar a esa altura, como confirmó a última hora de la tarde del domingo personal de Meteogalicia, el servicio oficial del la Xunta de Galicia, a Columnacero.

Principio de prudencia

Con todos estos datos, ¿qué tenían que hacer las autoridades? ¿Podrían el Celta y el Deportivo disputar sus partidos de liga contra el Real Madrid y el Betis?

La respuesta es rotunda. «La normativa indica que no se puede trabajar en altura cuando las condiciones meteorológicas son adversas. Y siempre son adveras cuando hay una alerta naranja o roja», según nos comenta Carlos García Touriñán, director del Área de Seguridad del ayuntamiento de A Coruña. La alerta naranja o roja es decretada por la AEMET o, en el caso de Galicia, también por Meteogalicia y es firmada después por un organismo oficial como la Xunta de Galicia, a través del servicio de emergencia 112.

[Sumario]

Por otra parte, las grúas o cualquier maquinaria de elevación, con vientos superiores a los 70 kilómetros por hora no pueden trabajar. Simplemente, porque es ilegal. Por tanto, no puede haber discusión posible al respeto. Es más, este tipo de máquinas tienen unos anemómetros para medir la velocidad del viento e impedir, precisamente, estos trabajos cuando se dan condiciones tan adversas.

Hay un caso especial en el que se permitiría subir al personal a una altura así y con esas condiciones meteorológicas. «Sólo los bomberos, en situaciones excepcionales y si es para salvar la vida o varias vidas, están habilitados para actuar saltándose las normas establecidas», puntualiza Carlos García Touriñán.

El Ministerio de Trabajo también publica unas notas técnicas de prevención que regulan concretamente el trabajo en altura. Es la nota 448. Aunque no es de obligado cumplimiento, la circular oficial cita unas recomendaciones para los trabajos realizados específicamente sobre las cubiertas. En el texto figura una reseña para el caso mal tiempo, bajo el nombre: «las inclemencias del tiempo». Dice claramente esa circular que «no se deben realizar trabajos si las condiciones atmosféricas, sobre todo el viento, si así lo desaconsejan. Como regla general, no se trabajará si llueve o si la velocidad es superior a 50 kilómetros por hora, debiéndose retirar cualquier material o herramienta que pueda caer desde la cubierta».

Limitaciones y riesgo del trabajo en altura

Un experto en estructuras metálica, que prefiere no revelar su nombre, consultado sobre el problema comenta que para actuar en el estadio de Riazor «habría que realizar los trabajos utilizando plataformas elevadoras, máquinas que en el argot técnico se conocen con el nombre de PATO, y que ya fueron usadas en el estadio herculino en otras ocasiones para poder realizar el relevo de placas en mal estado o desplazadas por la acción de la chiva y el viento. El tiempo estimado de ese trabajo específico no debe ser muy grande, pero, previsiblemente, es necesario invertir una semana de trabajo. Todo depende de la metodología que se vaya a usar y del tiempo que haga durante esos días. Técnicamente, la operación de arreglar la cubierta no es complicada. Sólo es colocar las planchas y meter un tornillo pasante, que en principio no debe causar mayor problema. Pero el riesgo está en llegar a cada uno de los lugares donde la cubierta está afectada. Los operarios tienen que trabajar previa instalación de una línea de vida, un sistema que, en el caso de golpe de viento o cualquiera otra circunstancia, evite la caída al vacío del trabajador. El montaje de la línea de vida también lleva su tiempo. Por no hablar de que en condiciones de lluvia y agua no se puede trabajar ni andar por encima de una cubierta en mal estado». Este experto, añade que la operativa debe realizarse sin viento ya que «ahí arriba el operario está expuesto a los vientos, y una racha por pequeña que sea puede llevar una de esas planchas ya que son ligeras, produciendo un efecto vela y pudiendo volar hasta caer fuera del estadio. Eso no hay forma de pararlo con viento. Es muy peligroso», matiza nuestra fuente consultada.

Pero además de las limitaciones físicas están también las mecánicas. Porque está previsto que las maquinarias empleadas para este tipo de trabajos paren cuando el tiempo se pasa de vueltas. «A más de 50 kilómetros por hora no pueden trabajar. El propio fabricante de la máquina deja claro que no se responsabiliza del uso de la maquinaria cuando se dan ese tipo de condiciones meteorológicas, lo cual está perfectamente descrito en el manual que se entrega con el vehículo. Se hay más viento hay que bajar la máquina. Por ejemplo, en parques eólicos estos trabajos deben pararse con mucho menos viento, unos 30 kilómetros hora, porque el golpe de una racha de viento es impredecible. Curiosamente, el estadio de Riazor está en plena fachada atlántica, que sería incluso equivalente a un parque eólico», explica el ingeniero que nos informa de las dificultades de trabajar en estos casos. «Por tanto, el factor del viento es limitante. Los riesgos no son sólo a la hora de exponer a los operarios. Puede haber daños a terceros si se realizan este tipo de trabajos en condiciones tan desfavorables como las que han azotado en la costa gallega en la última semana», sentencia.

Protocolo de emergencias

En la concejalía de deportes de A Coruña se conocía el comienzo de la semana pasada que la situación iba a ser muy complicada y se temía que el temporal podría causar estragos en la ciudad. También en el estadio de Riazor. A medida que pasaron las horas, las previsiones hicieron tomar medidas excepcionales para el caso de que el temporal confirmara la virulencia pronosticada. «Nosotros, el jueves ya estábamos en alerta. No teníamos la convicción, pero sí la previsión de que podía ocurrir lo que pasó. Ya estábamos hablando de las medidas a tomar para actuar en edificaciones, la seguridad a tener en las calles, y teníamos en marcha un protocolo de emergencia. Así que no nos cogió por sorpresa. Con la previsión meteorológica sabíamos que la noche iba a ser muy dura y, por eso, activamos el protocolo de emergencia», confiesa el concejal de deportes, José Manuel Sande.

Sin contratos de mantenimiento en las instalaciones singulares de A Coruña

La caída de unos escombros en abril de 2016 en la grada de Pabellón Superior minutos antes del encuentro del Deportivo con las Palmas hicieron actuar al titular de deportes de A Coruña en un sentido inédito. Según se pudo comprobar, no existía contrato de mantenimiento que supervisase el estado de las instalaciones. No solo para Riazor. Tampoco lo había para otras instalaciones singulares de la ciudad, como el Coliseo o el Palacio de la Ópera, así como otras instalaciones deportivas. En el caso del Coliseo, que el año pasado fue el anfitrión de la Copa del Rey de baloncesto, las deficiencias y el abandono fueron tales que el ayuntamiento tuvo que hacer una inversión millonaria para su acondicionamiento y cumplir con el contrato que los regidores habían firmado con la organización de la Copa. El Coliseo, construido en 1990, no había sido remozado hasta febrero del año pasado, pese la que la concesionaria está obligada por contrato a mantener adecuadamente el inmueble público, según nos informan desde el ayuntamiento.

La inexistencia de contratos de mantenimiento que contemplaran la supervisión periódica de las instalaciones llama la atención de Sande, que, por primera vez en años, ordenó presupuestar una partida por separado para asegurar la vida y conservación idónea de todas las instalaciones que están bajo su responsabilidad. «En los últimos años no hubo ese contrato», afirma seguro Sande. «Sí que se produjeron revisiones y reparaciones constantes. Y de hecho, nosotros este lunes vamos a comenzar en Riazor la reparación de los desperfectos provocados por el temporal de la semana pasada, pero lo que no existía hasta ahora era un contrato de mantenimiento auténtico. Ahora lo hemos previsto y estará a punto de salir en el perfil del contratante y que estará contemplado en los presupuestos de 2017», explica el concejal.

Corrosión en la estructura metálica de la cubierta de Riazor

Preguntado por unas fotografías que circulan y en las que se muestra el deteriorado estado de las vigas de hierro que sostienen la cubierta del estadio de Riazor -en las que se ve un avanzado efecto de corrosión-, el responsable de deportes José Manuel Sande, indica al respeto que «en el mandato anterior hubo un montón de informes que fueron intercambiados con la empresa constructora Dragados -empresa que se iba a encargar de arreglar la cubierta- sobre esta cuestión. Por lo tanto, sí que se estuvo encima de este asunto y hubo muchos análisis estructurales. La corrosión viene forzada por el tiempo excesivo desde que se hizo la construcción del estadio municipal, en el Mundial de 1982. Además están las condiciones meteorológicas, la orografía, etc». Al respeto, surgió la discusión técnica acerca de si el cumplimiento del contrato afectaba a la remodelación de las cubiertas, y que fue licitado a favor de Dragados por la administración municipal anterior. «Las dudas fueron las que provocaron más informes periciales, más análisis estructurales, tanto de los técnicos municipales como de la empresa constructora», explica Sande.

En todo caso, el ayuntamiento asegura que a pesar de la mala imagen que puedan ofrecer las vigas de hierro no hay riesgo de colapso. «Los técnicos municipales estuvieron muy encima de este asunto desde hace mucho tiempo. El problema sería si la estructura estuviera afectada y si es arriesgado el uso de la instalación. No lo está y no lo es en absoluto», aclara convencido. «Esa corrosión de materiales es bastante llamativa, pero es una instalación que ya tiene muchos años y que está ubicada en una particular situación: al lado de la playa, en permanente contacto con la salitre, el viento, etc…», concluye el titular de deportes del ayuntamiento coruñés.

El enfado del PP contra el alcalde de A Coruña

El PP de A Coruña pidió el viernes, el pie del estadio de Riazor, apenas seis horas después de la caída de varias partes de la cubierta, la dimisión del alcalde Xulio Ferreiro por romper el contrato con Dragados y que había dejado licitado la anterior administración municipal. Rosa Gallego, portavoz municipal de los populares, dijo esa mañana entre los escombros del techo: «Me da vergüenza que el partido de suspenda porque cae la cubierta del estadio de mi ciudad. Esto es muy grave para la imagen de la ciudad y una estafa a los aficionados del Deportivo».

El desencuentro por este asunto viene de muy atrás, casi desde que la Marea llega el gobierno municipal. Pero Sande aclara que el actual gobierno quería hacer cumplir la obra licitada y descarga en la constructora, Dragados, la responsabilidad de que no se llevase a cabo la obra firmada y acordada. «Ellos alegaron que no podían hacer el trabajo completo. Valoraron que el 45% de la obra era inasumible. Y, concretamente, se referían a la grada de Preferencia y la de Tribuna. Ellos entendían que es necesario substituir la cubierta, pero que esa actuación, al ser más ambiciosa, era también más cara. Y, por tanto, no quisieron asumir de ningún modo la obra que les fue adjudicada por 2,9 millones de euros. Ellos nos comentaron que el proyecto aprobado no era realista y que serían necesarios 4 millones de euros para abordarlo», responde Sande a la pregunta de por qué no se acometió la obra aprobada por el gobierno anterior.

El ayuntamiento, en vista del enroque de la constructora, no le quedó otro remedio que tomar una decisión impopular: resolver el contrato, ante la negativa a ejecutarlo en los términos previstos y por el dinero concedido. «Como venimos que se dilataba en el tiempo, y viendo que Dragados no estaba dispuesta a hacer la obra acordada decidimos paralizarlo tras un intercambio de diversos informes. Esta era una obra dada y realmente me los quería que se hiciera, pero la conclusión de ellos fue esa. Ante la perspectiva de que la obra no avanzaba, lo mejor era resolver el contrato, como finalmente hicimos», explica Sande.

El concejal de deportes de A Coruña lamenta la postura de la constructora y no coincide con los cálculos exigidos por Dragados para realizar la obra. Para pensar eso, se basa en varios informes técnicos que él mismo solicitó. «Nuestros informes, los de los técnicos municipales y también otro que fue encargado a la Universidad de A Coruña, dicen que la obra era asumible por el dinero licitado», manifiesta Sande. La batalla entre los despachos municipales y los de la constructora no avanzó hacia una solución amistosa, de ahí la resolución del acuerdo. «Había algunas diferencias. Para Dragados, Preferencia y Tribuna está agotando su vida útil y la actuación en esas cubiertas era más costosa de lo previsto. Se mire como se mire, parece raro, porque ellos asumieron la obra cuando fue aprobada por 2,9 millones de euros», dice el concejal. Sande piensa que, independientemente de quien estuviera en el gobierno municipal, la discusión se habría producido igualmente. «Pienso que le habría pasado lo mismo a cualquiera, estuviera quien estuviera en el ayuntamiento», sentencia.

El futuro de las cubiertas de Riazor para 2018

La cuestión es que Riazor precisa una remodelación urgente, pero para acometer la obra tienen que volver a iniciarse todos los trámites administrativos. «Nosotros estamos trabajando ya en el nuevo proyecto, que es más ambicioso, y para que no se repita el problema que surgió con Dragados, cuantificaremos de nuevo la obra y de manera real. El nuevo proyecto costará más, bastante más», admite el concejal de deportes. El ayuntamiento cree que la nueva obra, que inicialmente fue aprobada por 2,9 millones de euros, sobrepasará los 5 millones de euros, cambiando también las cubiertas de Preferencia y de Tribuna. Pero el problema que se encuentra la actual concejalía ahora son los plazos legales para ejecutar el proyecto. «Primero tiene que salir el anteproyecto, que aún hay que hacerlo. Luego, contratación conjunta. Ya conseguimos, con la asesoría jurídica, rebajar los plazos legalmente, al licitar la redacción y la obra conjuntamente. Eso estrecha la opción de las posibles divergencias entre el redactor del proyecto y el constructor, que fue la clave de todo lo que pasó en 2014 con Dragados. Así, reducimos los plazos. Con todo, estamos en agosto de 2018. La ley de contrataciones no nos permite ser más ágiles», puntualiza el concejal de deportes herculino.

El retraso justifica otro tipo de actuaciones mientras no se pueda acometer la obra principal. «De ahí el contrato de mantenimiento. Mejorar la estructura, hacer reparaciones, reformas, adecentar la estructura». Las soluciones son pocas o exceden el ámbito de lo público». Riazor tendrá un plan específico de actuación. «El contrato de mantenimiento tendrá una revisión periódica, estable pero con condiciones. No se hará simplemente una inspección. Cada dos meses queremos tener unas grúas trabajando para hacer una supervisión más estrecha y poder actuar si es necesario en las cubiertas o en el graderío. El contrato de mantenimiento contempla, por tanto, anticiparse a los acontecimientos y proteger la estructura. Hasta ahora esta preocupación tan celosa no existió», recuerda el responsable municipal.

Actualmente, el Deportivo tiene en vigor un convenio firmado con el ayuntamiento que fue firmado en el año 2000, y que está vigente hasta el 2025. El ayuntamiento se encarga específicamente, según ese convenio, de las cubiertas. Prácticamente todo el resto lo asume el Deportivo, concesionario de la instalación municipal por 25 años al cueste de un euro. El club, por otra parte, no descarta la posibilidad de hacerse en propiedad con el estadio se se de la la oportunidad.

El Club, por su parte, ha comunicado oficialmente que solicita al ayuntamiento la reparación de las cubiertas del estadio «con la máxima urgencia».

La contestación del alcalde, Xulio Ferreiro sobre la situación, se ha conocido en las últimas horas a través del programa Al Rojo Vivo de la cadena de televisión La Sexta. “En A Coruña hubo un temporal muy fuerte, seguramente el más fuerte de la última década. Riazor tiene unas cubiertas en un estado malo. Eso es evidente. Nosotros cuando llegamos al gobierno nos encontramos con unas obras aprobadas por el gobierno anterior del Partido Popular. Esas obras fueron adjudicadas a Dragados. La empresa después de presentar una serie de estudios informó que el proyecto no era ejecutable. Nosotros nos negamos a aumentar el precio de licitación porque sería ilegal. Intentamos que la obra se ejecutase. La empresa dijo que si les dábamos esa orden por escrito iban a meter la obra en el juzgado. De estar empantanados en los juzgados con unas obras judicializarlas rescindimos el contrato. Y asumimos hacer un proyecto diferentes, no sólo de reforma, sino de sustitución integral de las cubiertas. Porque aquí el problema no es de uralita. El grueso de la obra tiene que ver con la estructura. Y en eso estamos. Informamos al Deportivo de la situación. El club lo entendió en su momento”.

Pero Xulio Ferreiro desató el malestar en el consejo de administración del Deportivo al manejar el siguiente argumento: “Se les dijo que los tiempos de la administración son los que son y que esto iba a tardar. Por tanto, si queréis que vaya más rápido podéis hacerlo vosotros y pagarlo. El estadio es de utilización exclusiva vuestra y podemos compensarlo económicamente con ampliando la concesión 50 años más. Actualmente, el Deportivo usa el estadio de Riazor sin ninguna contrapartida a cambio más que el mantenimiento de la instalación. El Deportivo prefirió gastar el dinero en jugadores que supongo que era lo que tocaba en ese momento. Y le pareció bien que nosotros asumiésemos la obra, asumiendo también que el proceso iba a ser más lento. Por eso no acabo de entender la postura del presidente del club, cuando estaba informado de todo y sabía los pros y los contras de la decisión que tomó. Nosotros estamos tramitando el nuevo contrato que podemos valorar en siete millones de euros”, dijo el alcalde.

Estas últimas declaraciones son las que han molestado profundamente al presidente del Dépor, Tino Fernández “si no nos queremos dedicar al fútbol nos dedicamos a las chapas o las canicas. Esto es fútbol. Claro que tenemos que invertir en fichajes, somos la plantilla con mayor desequilibrio entre el dinero ingresado y el que nos permiten gastar en plantilla”, le contestó al alcalde desde los micrófonos de Coruña Deportiva en Radio Coruña-Cadena Ser.

El club ha recordado en las últimas horas que se ha gastado en el estadio, en los últimos 37 meses, más de 3,5 millones de euros. Con ese dinero ha pagado la instalación de unos nuevos videomarcadores, asientos, pasamanos, ha reformado los servicios, plantado un nuevo césped o ha mejorado los sistemas eléctricos y de riego. Con esta enumeración de gastos argumentan que no es cierto el uso de Riazor sea a coste cero. Además, el presidente Tino Fernández quiso recordar que el estadio de Riazor no tiene sentido sin el Deportivo ya que de no utilizarlo el club herculino “sería un lugar ruinoso, de okupas“, zanjó molesto.

El caso de Balaídos, más avanzado

Balaídos también tiene unas instalaciones obsoletas. Pero la situación en Vigo está mucho más avanzada. De hecho, el ayuntamiento vigués adjudicó la obra de Río el pasado 5 de diciembre, pero los trabajos centrales no comenzarán hasta que finalice la Liga. En la actualidad, el estadio ya cuenta con nuevos vestuarios, zona mixta, de prensa y túnel de acceso al campo. El plazo de ejecución de toda la obra está estimado que dure de doce meses.

Enfrentamiento Real Madrid vs. Ayuntamiento de Vigo

Como el partido del pasado domingo, correspondiente a la 21ª jornada de Liga no se jugó, el clima de tensión fue in crescendo. El ventilador contra el ayuntamiento vigués comenzó a funcionar desde la capital de España. Se trató de convertir al alcalde de la ciudad viguesa, Abel Caballero, en el malo de la película y se le señaló como el único responsable. Se le achacó, a través de algunos medios de comunicación, que el alcalde de Vigo tenía el estadio de Balaídos echo unos zorros y en desastroso estado de conservación.

Abel Caballero contestó a esas críticas con frases rotundas: «El riesgo era evidente. Ya puede ser el Real Madrid o el ‘sursun corda’, pero lo primero es la seguridad de la gente. El Real Madrid no manda en las decisiones de Vigo». Horas más tarde, el regidor vigués también aseguró haber recibido«presiones de todo tipo del Real Madrid“.

Estas palabras fueron interpretadas como una provocación y el Real Madrid emitió un comunicado oficial que decía: «1. El Real Madrid C. F. lamenta las desafortunadas declaraciones del alcalde de Vigo, Abel Caballero, en las que asegura que este club despreció las medidas de seguridad exigidas para la disputa del partido Real Club Celta de VigoReal Madrid C. F.

2. Estas afirmaciones del alcalde no solo están fuera de lugar sino que son rotundamente falsas, porque el Real Madrid C. F. no ha cuestionado en ningún momento las medidas de seguridad establecidas en el estadio de Balaídos.

3. El Real Madrid C. F. quiere dejar muy claro que, tras conocerse la posibilidad de suspenderse el partido, con más de 30 horas de antelación, propuso a la Liga de Fútbol Profesional tres alternativas: primera, que se estudiara la posible reparación de la cubierta del estadio dañada; segunda, la posibilidad del cierre de la grada afectada; y tercera, si las dos anteriores no eran posibles, estudiar la designación de otro estadio cercano para la disputa del partido. Estas propuestas buscaban evitar que la suspensión del partido perjudicase a las cuatro competiciones, por el efecto dominó existente entre ellas, así como los enormes perjuicios económicos producidos en todas las televisiones del mundo y que tendrán su repercusión en los próximos concursos de la venta de los derechos de televisión».

La Liga también ha manifestado públicamente su postura. Javier Tebas, presidente de la LFP, ha recordado que “he visto una torre de alta tensión doblada, muros cayéndose… Si fueran cuatro gotas se habría jugado… Parece que aquello no fue nada, como si fuera un txirimiri”. Al dirigente del fútbol español le ha molestado además que se haya comentado ligeramente que se podría haber actuado con rapidez y no se hizo. “Alguno que dijo que podía arreglarlo en tres minutos”. Tebas no ha ocultado su perplejidad por la presión que se ejerció desde algunos medios de comunicación y desde los despachos del Real Madrid para forzar a que el partido se jugase el domingo como estaba previsto. “Hablé con el Real Madrid y querían hacer todo lo posible por jugar, pero como he dicho no era un txirimiri”. Ironizó con las presiones sufridas. Presiones que no oculta, vinieron del Real Madrid. “Cuando deje el mundo del fútbol, escribiré un capítulo sobre la tarde del sábado -el día previo al CeltaReal Madrid– en un segundo libro que estoy escribiendo, tuve que aclarar muchas normativas, como la de que era imposible subirse al tejado en esas condiciones”, explicó.

La primera final de Copa que ganó el Dépor en el Bernabéu

En junio de 1995, el Deportivo disputó la final de la Copa del Rey contra el Valencia C.F. Todos los aficionados al fútbol recuerdan muy bien esa cita porque esa final se jugó en dos días. Una tremenda tromba de agua anegó el Bernabéu. Unas lluvias que cayeron sobre la capital de España recién estrenado el verano. No sólo fue imposible jugar los últimos once minutos de partido, porque sobre aquel césped no circulaba el balón, sino que todas las instalaciones se vieron colapsadas por el agua. Los jugadores casi salieron a nado de los vestuarios. Los enseres flotaban por el estadio ya que en pocos minutos había más de 30 centímetros de agua por todas las instalaciones del Bernabéu. Hasta tuvieron que intervenir los bomberos. No sólo resultó impracticable el césped, también el uso de las instalaciones, por ejemplo, para ducharse.

Comentan algunos aficionados que recuerdan aquél capítulo tan sorprendente que a nadie se le ocurrió echar la culpa de aquello a José María Álvarez del Manzano, alcalde de Madrid entonces.

Tampoco hubo voces entonces criticando a la Liga o a la organización de la Copa porque el estadio no estaba capacitado para afrontar una tormenta de verano. Ni se cuestionó sobre la modernidad o no de las instalaciones del club merengue. Quizás porque entonces el nivel de crispación y el tono de la crítica era más sosegado y respetuoso.

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