Carmen, esa gitana de carácter fiero, cuya belleza enloquece a los hombres y su forma libre de amar acomete en trágico final, es convertida en una glamurosa modelo ataviada en un atemporal vestuario diseñado por Anna Güel.
El prestigioso coreógrafo decía: “no he querido hacer un ballet, he querido hacer un espectáculo” y esa es la sensación después de ver la puesta en escena y el recibimiento del público, que mantuvo varios minutos de aplausos además de las inevitables irrupciones durante la función como señal de la vibrante emoción.
¿Los miramos o nos miran? Como telón de fondo la proyección de una fiesta muy chic. Unas escaleras de caracol por las que desfilan hermosas mujeres vestidas por unos diseños difíciles de situar en la línea del tiempo, entre futuristas y barrocos, de peinados extravagantes. Aquellos invitados bebían champán en copas altas y miraban los diseños, hasta que apareció Carmen encarnada por la bailarina, Marlen Fuerte, y captó todas las miradas. Poderosa y sensual, vestida con una majestuosa capa de plumas negras bajó las escaleras, mientras los espectadores de dentro y fuera de la pantalla la seguían con la mirada y del plasma al escenario. Desde las butacas y la pantalla la bailarina era observada contoneándose a ritmo de unos sugerentes ritmos trivales, introducidos por Pedro Navarrete en esta versión del clásico operístico.
El equipo de Ullate jugó con las luces, los elementos sencillos y la androginia para crear auténtica poesía estética. Los escaparates del Barrio Rojo de Amsterdam, a través de un cristal, un espacio donde dar rienda suelta a la elegante luguria represetada a través del ballet. La cárcel por unos barrotes que mostró a mujeres sensuales y poderosas, a la vez que tenaces y competitivas. Jugar con la muerte en una emocionante danza, como lo hizo Josué Ullate con Dorian Acosta, quien encarnaba la parca. Un espectáculo que no se puede desmigar, sino sentir, como lo vibró el público almeriense.
El gran añadido fue la música en directo de la Ocal de Almería dirigida por Manuel Coves, una cantera de jóvenes talentos de la provincia. Desde el foso del auditorio interpretaban la célebre ópera de Bizet. En el patio de butacas el mismo Víctor Ullate disfrutaba del espectáculo y, no tuvo más remedio que subir al escenario ante el auditorio en pie que aplaudía agradecido por el espectáculo.