Si la ciudad polaca de Cracovia se distingue por su estampa medieval, barroca arquitectura y rico patrimonio cultural con multitud de festivales de música clásica, teatro y cine, a pocos kilómetros se emplazan dos museos dignos de visitar: uno natural, las minas de sal de Wieliczka; otro del horror, el campo de concentración de Auschwitz.
Tanto Cracovia como las minas de sal o el campo de concentración ostentan la consideración de Patrimonios de la Humanidad. En pocos lugares del mundo se pueden visitar tres sitios a tan escasa distancia que posean tal etiqueta. Wieliczka se encuentran a quince kilómetros de distancia de la conocida como capital cultural de Polonia, mientras que Auschwitz lo está a setenta.
Cracovia, única
A Cracovia, bañada por el río Vistula, se la reconoce como una de las ciudades más bellas del mundo y su centro histórico se articula en tres núcleos: la ciudad medieval, la colina de Wawel y el barrio de Kazimierz.
La ciudad medieval gira en torno a la Plaza del Mercado, una de las más grandes de Europa y se encuentra circundada por numerosos establecimientos de restauración, palacetes, galerías de arte, la Torre del viejo ayuntamiento de Cracovia y la basílica gótica de Santa María, flanqueada por dos torres de diferente altura, que servían de vigilancia para avisar a la población de peligros acuciantes.
En la colina de Wawel se halla el Castillo Real, antigua residencia de la realeza polaca desde el siglo IX, de un marcado estilo renacentista y con la Capilla Real, el Salón del Senado y las Salas de Armería como visitas más destacadas; además de la catedral gótica de San Estanislao y San Wenceslao, que data del siglo XIV, lugar de coronación y reposo de los restos mortales de algunos monarcas y centro político y eclesiástico de Polonia durante varios siglos.
Mientras que el barrio judío de Kazimierz albergó, antes del estallido de la Segunda Guerra Mundial, una de las comunidades judías más amplias del viejo continente. Destacan sus siete sinagogas, varios museos, el cementerio judío y la fábrica de Oskar Schindler, popularizada por su aparición en la oscarizada “La lista de Schindler”, que salvó a más de mil personas de ser masacradas. El barrio fue una de las zonas más castigadas tras la invasión nazi de Polonia. Cruzando el río se llega a Podgorze, el antiguo gueto judío.
Wieliczka, la catedral subterránea de sal
En Wieliczka, a solo 15 kilómetros de Cracovia, se ubican las minas de sal más antiguas del mundo, conocidas como “la catedral subterránea”. Se profundiza a través de un angosto ascensor hasta los 325 metros para llegar a las cámaras donde se exponen figuras esculpidas en sal. La longitud total de las galerías supera los 300 kilómetros.
Pero su ruta turística no excede de los 3,5 kilómetros aproximadamente y recorre diversas salas con estatuas de personajes históricos y bajorrelieves de bloques de sal. La más espectacular es la llamada Capilla de St. Kinga, tan colosal en su grandiosidad como en su ornamentación.
Auschwitz, el horror retratado
Aseguran que los pueblos que olvidan su historia están condenados a repetirla. De ahí la razón tan poderosa para que se conserve este museo del horror, el campo de concentración de Auschwitz y la terrorífica presencia de barracones y crematorios donde fueron exterminados por los nazis más un millón de prisioneros judíos.
El campo de concentración conocido como Auschwtiz I fue la construcción original que albergó en un primer momento a prisioneros políticos polacos. Contaba con siniestros pabellones donde los presos eran torturados, humillados y encerrados en minúsculas celdas hasta morir. Actualmente pueden visitarse, así como otros bloques donde se exponen los objetos robados –gafas, zapatos, maletas e incluso pelo– a los allí deportados cuando ingresaban en el campo.
Posteriormente, a tres kilómetros se amplió la capacidad del mismo levantándose Auschwitz-Birkenau, concebido para el exterminio masivo de prisioneros. Hasta allí llegaban en tren, conservándose aún los raíles y la puerta de entrada del convoy al campo. En cinco cámaras de gas se llevaba a cabo el perverso plan conocido como “Solución final”, mediante el cual se aniquiló a más de seis millones de judíos en todos los territorios ocupados. Aún se conservan algunos barracones originales, las letrinas y restos de los hornos crematorios.
Un terrible pero imprescindible recuerdo a 70 kilómetros de Cracovia.