Todos los jueves de septiembre, antes de caer el Sol, Noelia Genzone interpreta una parte de sí misma en ‘Nada se pierde ni puede perderse’ dirigida por Fernando Soto. El lugar elegido es la madrileña sala Nave 73 -Palos de la Frontera, 5- a las 20.30 horas, donde diez actores presentan una completa investigación sobre el amor.
Noelia Genzone (27 de enero de 1996. Denia, Alicante) comenzó su andadura profesional muy joven, bailando, y desde entonces ha vivido enamorada del teatro, el cine, la lectura y el periodismo. “Poder vivir toda mi vida de mi profesión es por lo que lucho cada día”, explica. Y así ha sido desde que llegó a Madrid y comenzó a formarse como actriz en el estudio Juan Codina.
Con el thriler ‘Paralysis’ de Alejandro Barvel lució un personaje lleno de temores. Y después en ‘Re-emigrantes’, de Óscar Parra de Carrizosa, película en la que trabajó junto al mítico Fernando Esteso. Actitud, belleza y honestidad que han llevado a Genzone a emprender proyectos como ‘Querida oportunidad’, cortometraje en el que cuenta, desde el corazón, el drama de los jóvenes creadores en España.
SOÑAR EN LA CAPITAL
En esta ocasión la dianense sorprenderá con un trabajo diferente y sencillo donde destaca la presencia de unos zapatos. Diez actores en escena que luchan por merecer llevarlos puestos, desnudos frente al público en una investigación sobre todas las formas y estados del amor.
¿Qué trata ‘Nada se pierde ni puede perderse’?
‘Nada se pierde ni puede perderse’ es una investigación sobre el amor en todas sus formas y estados. Desde un punto de vista introspectivo habla de cómo nos afecta y nos hace cambiar.
¿Quién es tu personaje?
Lo que hace a la obra especial, para mí, es que no hay personajes como tal. Al ser una obra de creación cada uno de los actores hemos podido exponer nuestro punto de vista y proponer, desde nosotros mismos, los temas a abordar. Así que podría decir, que mi personaje, es una parte de mí, algo que quiero compartir con el público.
¿Cómo nace el proyecto?
Nace como trabajo final de un proceso en el estudio Juan Codina, éramos 17 actores y lo dirigía Fernando Soto. Cuando nos llamaron un año después para el Festival Imparables, hicimos una reunión. Y aunque no todos pudimos seguir, por motivos personales y de disponibilidad, volvimos a cogerlo con muchas ganas. Llamamos al director y a su ayudante Alex Stanciu y nos ayudaron a hacer las modificaciones necesarias.
EMPRENDEDORA DEL AMOR
¿Estás cobrando por este papel?
Te contesto a final de mes. ¡Ja, ja,ja…! Cobramos a porcentaje de taquilla y de lo que sacamos hay que cubrir gastos de la compañía. Si aún así quedase algo, sería para dividirlo entre todos los que somos. Echa cuentas.
¿Qué es lo mejor y lo peor que has aprendido ensayando esta obra?
Ser tantas personas volcándose en un tema como el amor es un regalo. Aunque, como en todo, siempre hay opiniones contrarias, poder profundizar en un tema así visto desde diversos puntos de vista te permite comprender y aprender muchísimo. ¡No te imaginas cuánto!
Define qué es el amor, por favor.
Para mí, el amor, es uno de los dos motores vitales, junto a su contrario, el miedo. Creo que estos motores son los que nos paralizan y nos hacen avanzar.
¿Qué significado tiene el calzado en la obra?
Los zapatos vacíos en la obra simbolizan la ausencia. Aquello que estamos buscando.
[Sumario]
¿Tienes algún otro proyecto en mente?
Ahora mismo tengo la suerte de estar trabajando en un par de proyectos más pero aunque no fuera así, yo siempre tengo cosas en mente. Cuando falta el curro hay que inventárselo, lo importante en esto es no parar nunca.
¿Qué es lo más complicado de ser actriz?
Sin duda, la incertidumbre. Es un trabajo poco constante y a veces es duro no saber cuándo vas a trabajar o si vas a volver a hacerlo.
¿Cuál es tu sueño?
Más que un sueño es una meta, pero poder vivir toda mi vida de mi profesión es por lo que lucho cada día.
Si pudieras, qué le dirías al Ministro de Cultura.
No le diría nada, le invitaría a vivir tres meses como vivimos la gran mayoría de los artistas de este país. Y entonces puedo prometerte que sobrarían las palabras.