El reboot asusta, y razones de sobra nos ha dado Hollywood para que así sea. Cuando un personaje vive dos de estos reinicios en apenas cinco años, asusta todavía más. Eso es lo que le ha pasado a Spiderman, uno de los personajes que abrió el camino para la actual edad de oro del cómic en el cine, que tras las tres primeras películas de Sam Raimi dio paso a una segunda serie, de solo dos, bajo la dirección de Marc Webb. Spiderman, no obstante, era el objeto de deseo de Marvel Studios, que logró cerrar un acuerdo con Sony a tiempo de que el Trepamuros se presentara en Capitán América. Civil War. Y ahora llega Spider-Man. Homecoming, que supera todos los temores y se convierte en un brillante regreso del personaje al estudio cinematográfico de la Casa de las Ideas que conecta muy bien con el mundo de los Vengadores y que homenajea con acierto al cómic clásico pero también a la moderna reinterpretación, la del Ultimate Spider-Man de Brian Michael Bendis.
El acierto fundamental de Homecoming está, no obstante, en evitar la repetición del reboot. No hace falta la araña radioactiva, no hace falta el tío Ben. Eso lo hemos visto y lo conocemos. Y lo que hace de maravilla Jon Watts, sorprendente director de este filme, es respetar lo que hace que tanta gente adore a Spiderman y darle un aire fresco, de comedia de instituto, pero sabiendo aprovechar las posibilidades del género de superhéroes, tanto a nivel visual como dramático. No hay que olvidar tampoco que Homecoming tiene que conectar con el universo Marvel, y lo hace de muchas maneras diferentes, muchas más de las que se insinuaban con la aparición más testimonial de lo previsto de Robert Downey Jr. repitiendo su papel de Tony Star/Iron Man, y todas ellas brillantes, desde la conexión con la misma historia de la película que se ve en el prólogo hasta las dos bromas finales, la de la última escena de la cinta y la de la segunda de las dos escenas postcréditos que hay.
Aunque no sea un mérito de Homecoming por su ya mencionado debut anterior, la presencia de Tom Holland aporta buena parte de esa frescura. Los actores juveniles crecen rápido, y eso probablemente hará que su camino en estas películas vaya cambiando, pero a día de hoy es el actor perfecto para dar vida a un Peter Parker adolescente que, como sucedía en el cómic, está lejos de ser perfecto y tiende a culparse de lo que sucede a su alrededor. Su búsqueda de la aprobación paterna, rol que desempeña Tony Stark a falta de un padre directo y con la mencionada ausencia del tío Ben, es la mejor justificación posible para su aventura. Y la del villano, la del Buitre al que da vida Michael Keaton, es igualmente acertada. No hay planes maquiavélicos ni absurdos, de lo que se trata es de mostrar a un fantástico ladrón de tecnología que, siguiendo la ya larga tradición Marvel, acaba luchando contra el héroe no solo contra el héroe sino también afectando a su vida personal.
La base es buena y la ejecución también lo es. Hay mucho cariño en la película de Watts a todos los niveles, por los guiños que hay al cómic, el clásico y el no tan clásico, incluso alguno que parte de la música, pero también por la espléndida manera en la que se hace lucir al personaje en la pantalla. Spiderman nunca ha sido el héroe perfecto en el cómic, y eso se ve de una manera certera en la película, tanto con el traje puesto como en su vida personal, la de Peter Parker, algo a lo que ayuda el giro argumental que hay en el tramo final del filme, uno que encaja muy bien en la historia pero que resulta una sorpresa bastante atractiva. El humor, además, es el adecuado, porque sabe mezclar el que le sienta bien a Spiderman con el que trae Iron Man como marca de fábrica de Marvel Studios, universo en el que se integra de una manera natural pero también marcado distancias y una necesaria personalidad.
No parece descabellado decir que Spider-Man. Homecoming supera las expectativas, se convierte en uno de los títulos más frescos de Marvel precisamente porque está anclado en la Tierra, no por casualidad uno de los temas de la película. Y tampoco es descabellado decir que, junto al Spider-Man 2 de Raimi, es la mejor encarnación de nuestro amistoso vecino, que ha encontrado un camino que, con Holland como protagonista, puede extenderse durante años, siempre y cuando hay luz verde para que Marvel Studios siga reteniendo al personaje.