Alice Cooper ofreció la actuación más espectacular del segundo día del RockFest 2017

Deep Purple fueron la otra gran atracción en la segunda jornada del festival.
Roberto Sada
España
04.07.2017
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La segunda jornada del RockFest Barcelona 2017 se desarrolló con una asistencia de público similar a la del día anterior, si acaso un poco superior. Con un cartel bastante más atractivo en términos generales, que incluía pesos pesados del rock como Deep Purple y Alice Cooper, bastiones del heavy metal más clásico como Dirkschneider y Saxon, prestigiosas bandas de death y black metal como Carcass y Emperor, e históricos del rock nacional como Ñu y Rosendo, iba a ser muy difícil que los asistentes salieran decepcionados.

El día comenzó con los españoles Lords Of Black. La banda del vocalista Ronnie Romero y el guitarrista, ex Saratoga, Tony Hernando, salió a escena a las 12.40 horas del mediodía. Un hora muy complicada por el calor y porque mucha gente todavía no había llegado al recinto, reponiéndose aún de la agotadora jornada anterior, que terminó pasadas las tres de la mañana. Aún así, hubo muchos que no quisieron perderse la actuación de esta banda nacional, que con sólo dos discos en su haber ha conseguido establecerse como uno de los grupos con más proyección internacional del heavy metal patrio; de hecho, tienen conciertos confirmados para los próximos meses en el Wacken Festival de Alemania, en Japón, EE.UU. y Suiza. Sin duda, el hecho de que Ronnie Romero haya sido elegido por el mismísimo Ritchie Blackmore para ocupar el puesto de vocalista en sus reformados Rainbow, ha ayudado enormemente a que la banda aumente su popularidad; pero es justo decir que tampoco estarían donde están ahora si fueran un grupo mediocre. Estaremos pendientes de su evolución en los próximos años.

Tras Lords Of Black le tocaba a uno de los personajes más queridos del mundo del heavy metal, el alemán Udo Dirkschneider. Interpretando los mejores temas de su ex banda Accept, bajo el nombre de Dirkschneider, el veterano vocalista congregó a un buen número de asistentes, que llegaron al recinto de Can Zam precisamente a esa hora para ver su actuación. Dirkschneider ofreció un potente concierto conformado íntegramente por temas históricos de Accept, y por ende del heavy metal: desde el inicial “Starlight”, hasta “Fast As A Shark”, pasando por “Breaker”, “Restless And Wild”, “Son Of A Bitch”, “Midnight Mover” y “Metal Heart”. El grupo sonó compacto, sin fisuras, con un Udo animando continuamente a la audiencia, y su leal compañero, el bajista Fitty Wienhold, aportando la actitud más heavy de toda la banda y marcando firmemente el ritmo de las canciones con su bajo. Como única pega, diría que sonaron un poco bajos para lo que nos tienen acostumbrados Udo y los suyos. En cualquier caso, la audiencia quedó más que satisfecha, y cuando al final del concierto interpretaron el mítico “Balls To The Wall”, todo el recinto se convirtió en un mar de cuernos y puños en alto, símbolo de aprobación a la buena actuación de Dirkschneider.

Era momento ahora para uno de los nombres históricos del rock español, José Carlos Molina y su banda, Ñu. El vocalista madrileño tuvo la “mala suerte” de actuar justo a la hora de comer, por lo que mucha gente aprovechó su actuación para llenar el estómago, bien en los food trucks del festival o bien en bares y restaurantes de Santa Coloma. Aún así, los que se quedaron viendo a Ñu pudieron disfrutar de los temas míticos de la formación, como el gran “No Hay Ningún Loco”.

Seguidamente, salieron a escena los alemanes Sodom. Uno de los grupos integrantes del llamado Big Four alemán de thrash metal junto a Kreator, Destruction y Tankard. Sodom ofrecieron un repertorio que intercaló temas clásicos como “Bombenhagel”, “Agent Orange” o “Ausgebombt”, con otros más recientes como “In War and Pieces”, “In Retribution” o “Caligula”, estos dos últimos pertenecientes a su nuevo disco, “Decision Day” (2016).

Tras el thrash metal de Sodom, bajamos revoluciones para escuchar a los hardrockeros suizos Gotthard. Si el día anterior actuaron Krokus, en esta ocasión iba a ser la banda del guitarrista Leo Leoni la encargada de demostrar cómo se las gastan los suizos tocando rock duro. Con un nuevo disco bajo el brazo, titulado “Silver”, Gotthard ofrecieron una buena dosis de hard rock de calidad, con mucha melodía pero también con mucha energía. El cantante Nic Maeder es ya un miembro plenamente integrado en la banda, tras tres discos y casi seis años con ellos, y si bien nunca podrá sustituir al tristemente desaparecido Steve Lee, hay que reconocer que cumple su papel a la perfección y como vocalista tiene capacidades más que de sobra para ser parte de Gotthard. Durante su actuación no faltaron clásicos como “Sister Moon”, “Top Of The World”, “Lift U Up” o “Anytime Anywhere”, con la que terminaron el concierto, pero si tengo que elegir un momento, me quedo con la emotiva interpretación de su balada ”Heaven”. Y digo emotiva porque en vez de cantarla Nic, la banda superpuso una grabación de Steve Lee cantándola, mientras ellos la interpretaban en directo con sus instrumentos. A la vez se proyectó un video en las pantallas en el que pudimos recordar al grandísimo Steve a través de imágenes de conciertos que ofreció en vida. Fue un momento muy especial, y se llevó una de las ovaciones más grandes de la jornada.

Cambiamos de tercio para presenciar la actuación de una de las bandas esenciales en la historia del metal extremo, los británicos Carcass. Aunque hace ya diez años que se reunieron, tras una década separados, siguen despertando muchísima expectación entre el público afín a los sonidos más duros. No es para menos, ya que la banda de Jeff Walker es la creadora del disco “Heartwork”, una de las piedras angulares del death metal melódico. En 2013 editaron su último disco hasta el momento, “Surgical Steel”, pero siguen siendo los temas clásicos los que la mayoría de la gente quiere escuchar. Canciones como “Keep on Rotting in the Free World” o “Heartwork” fueron de las más aclamadas por la audiencia. Muy buen sonido y gran actuación en general de los británicos Carcass.

Otro de los grupos al que había muchas ganas de ver era Blue Öyster Cult. La banda liderada por Donald Roeser y Eric Bloom no suele venir muy a menudo por España, por lo que sus conciertos siempre son recibidos con ganas. Su actuación vino acompañada por unos nubarrones que descargaron una leve lluvia durante unos diez minutos, pero afortunadamente, tras refrescar un poco al público, la lluvia cesó y todos pudimos disfrutar plenamente de Blue Öyster Cult. La banda quiso ir sobre seguro, centrando su repertorio en sus discos más populares, los de los años ´70 y principios de los ´80. Sonaron “The Red & the Black”, “Golden Age of Leather” y “Tattoo Vampire” entre otras. Pero como siempre, las tres que más aplausos recibieron fueron “Burnin’ for You”, “Godzilla” y su gran clásico, “(Don’t Fear) The Reaper”.

Con sobriedad, pero con un clase y una elegancia admirables, Eric Bloom y Donald Roeser vinieron a dejar claro porque Blue Öyster Cult, a pesar de no haber sido nunca una banda de éxito masivo, sigue activa 50 años después de su creación, y es admirada y reivindicada por toda clase de músicos, entre ellos los Metallica. Con “Cities on Flame With Rock and Roll” pusieron fin a una gran actuación. Esperemos que vuelvan pronto por España.

Cambio radical de estilo musical para ver a una de las bandas que más expectación levantó en todo el RockFest, los míticos Emperor. La banda noruega de black metal (cuyo ex batería Faust fue partícipe hace 25 años de las fechorías del temible Inner Circle, junto a Euronymous y Varg Vikernes, ingresando en la cárcel por matar a una persona) es muy distinta visualmente al grupo de jóvenes de principios de los ´90, maquillados y obsesionados con la temática satánica. Cuando los Emperor actuales salen al escenario da la impresión de que vas a ver a una tranquila banda de rock adulto; el vocalista Ihsahn parece casi más un hipster que un cantante de black metal. Sin embargo, cuando empiezan a tocar la cosa cambia.

En el RockFest, Emperor interpretaron con convicción y una ejecución perfecta un repertorio que estuvo centrado en sus dos discos más famosos, “In the Nightside Eclipse” (1994) y “Anthems to the Welkin at Dusk” (1997). Sonaron temas de black metal puro, como “Thus Spake the Nightspirit”, “The Loss and Curse of Reverence” o “I Am the Black Wizards”. Entre chorros de fuego que salían despedidos del escenario, los Emperor ofrecieron un concierto que, a pesar de las características del black metal, sonó nítido, y encantó al numeroso público reunido para verlos.

Eran las 21.00 h, hora de que salieran a escena una de las bandas protagonistas del día, y del festival entero: Deep Purple. Al ritmo de ”Time For Bedlam”, primer single de su nuevo disco, “InFinite”, Ian Gillan, Roger Glover, Steve Morse, Don Airey e Ian Paice arrancaron una actuación en la que a lo largo de dos horas repasaron parte de su repertorio más clásico, sin olvidar sus temas más recientes.

Tras “Time For Bedlam” sonaron “Fireball”, “Bloodsucker” y “Strange Kind of Woman”, clásicos que despertaron la euforia entre la audiencia. Uno de los mejores momentos, para mi gusto, vino con la interpretación de “Uncommon Man” y “The Surprising”, dos de los mejores temas de sus últimos dos discos, “Now What?!” e “InFinite”. Sin embargo, los momentos de mayor aprobación por parte del público, llegaron, como era de esperar, con “Perfect Strangers”, la archiconocida “Smoke On The Water” y los dos temas finales, “Hush” y “Black Night”.

Sobre el nivel actual de Deep Purple, habría mucho que decir. Lo primero, y más evidente, es que Ian Gillan prácticamente no tiene voz. A duras penas conseguía llegar a los tonos más altos, y eso cuando se le escuchaba, ya que durante la mayor parte del concierto, Gillan difícilmente logró que su voz destacara entre los instrumentos. Lo sé, tiene 72 años y es normal que no cante como antes; de acuerdo, pero nadie le pide ya que cante “Child In Time”, el problema es que apenas puede afrontar con garantías la mayoría del repertorio clásico de Deep Purple. Por si esto fuera poco, Gillan pareció ausente durante gran parte del concierto, y estuvo continuamente saliendo y entrando al escenario, supongo que para descansar en los tramos instrumentales de las canciones. Es una pena, pero en mi opinión Ian Gillan ya no puede afrontar debidamente un concierto de Deep Purple.

Por el contrario, el resto de la banda estuvo sobresaliente. Roger Glover no paró de moverse y animar al público, Steve Morse estuvo impecable a la guitarra y muy simpático y comunicativo con el público, Don Airey asombró a todo el mundo con sus habilidades al teclado (especialmente con su tremendo solo) e Ian Paice se mantuvo firme y eficaz tras la batería. En resumen, Deep Purple ofreció una actuación que quedó bastante deslucida por el estado vocal de Ian Gillan, y cuyo principal argumento para no decepcionar al público fue el hecho de ver a unas leyendas del rock sobre el escenario.

Tras Deep Purple, le tocó al madrileño Rosendo, que tuvo el complicado papel de tocar entre “dos monstruos”, como él mismo dijo. Aún así, el veterano rockero no se amilanó, y frente a una numerosa audiencia que no paró de corear su nombre entre canción y canción, interpretó fantásticamente clásicos como “Flojos de Pantalón”, “Masculino Singular” y el eterno “Maneras de Vivir”. Dejó hueco, aún así, para temas de su nuevo disco, “De Escalde y Trinchera”, como “Soy”, “Qué Bufonada” o el single de presentación, “Que si vengo que si voy”. Muy buen concierto del rockero de Carabanchel.

Después de Rosendo le llegó al turno al otro cabeza de cartel del día, el mítico Alice Cooper. Acompañado por una banda impresionante, en la que destaca la fantástica guitarrista Nita Strauss, Alice Cooper ofreció un concierto sobresaliente, plagado de éxitos y en el que no faltó ninguno de sus famosos números teatrales (la camisa de fuerza, Frankenstein, la guillotina…). Comenzando con un impresionante “Brutal Planet”, Alice Cooper quiso dejar claro desde el primer minuto que, para él, sus 69 años de edad no son ningún lastre a la hora de ofrecer un concierto al máximo nivel.

También es cierto que la increíble banda de músicos que le acompaña ayuda muchísimo, con una mención muy especial para su guitarrista Nita Strauss, quien además de técnica aporta un plus de imagen y, sobre todo, actitud al grupo. Strauss destaca tanto que en muchos momentos del show llegó incluso a eclipsar al maestro Alice.

Esta noche sonaron los clásicos que todo el mundo esperaba: “No More Mr. Nice Guy”, “Under My Wheels”, “Feed My Frankenstein”, “Poison”, “Welcome To My Nightmare”, “I´m Eighteen”, etc., acompañados de alguna rareza como “Pain” o “The World Needs Guts”, y de temas algo más recientes, como “Woman of Mass Distraction”. El final llegó con “School´s Out” y con una sorpresa que nadie esperaba: Joe Perry, guitarrista de Aerosmith (o de los Hollywood Vampires, como irónicamente le presentó Alice) se unió a la banda para interpretar este gran clásico. Fue un lujo poder ver a esta dos leyendas juntas sobre un escenario, y fue un lujo poder presenciar de nuevo un concierto del gran Alice Cooper, quien por méritos propios se convirtió en el triunfador del día y casi del festival entero. Si aún no has visto a Alice Cooper en directo no pierdas la oportunidad, es una experiencia que todo el mundo debería vivir al menos una vez en la vida.

Tras el impresionante concierto de Alice Cooper, los británicos Saxon tenían la difícil tarea de intentar mantener el alto nivel puesto por el rockero norteamericano y evitar que el público se marchase, ya que era la 1.30 de la mañana. Hay que decir, que la banda de Biff Byford cumplió los dos objetivos. Ante una gran cantidad de público, ofreció una actuación demoledora, con un sonido brutal y un repertorio en el que sus grandes clásicos se llevaron todo el protagonismo. Temas como “Crusader”, “Motorcycle Man”, “Heavy Metal Thunder”, “Wheels of Steel” o “Princess of the Night” sonaron increíbles, pero para ser justos, hay que señalar que canciones más nuevas como “Battering Ram” y “Sacrfice” estuvieron al mismo nivel que los clásicos. Saxon es otra de las bandas que raramente decepciona en directo; da igual la hora a la que toquen, siempre se entregan al máximo y consiguen que todo el mundo se marche con una sonrisa en la cara.

Fin del segundo día. Tocaba irse a casa y reponer energías para la jornada final.

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