La historia del piloto norteamericano Harold E. Dahl, combatiente en la Guerra Civil dentro de la aviación republicana, y Edith Rogers, cantante de vodevil de cierto éxito, fue muy sonada en Estados Unidos antes de la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, quedó relegada al ostracismo con el paso de las décadas hasta que el periodista Pedro Corral ha rescatado del olvido uno de los más apasionantes episodios de amor en tiempos de contienda en su nuevo libro Con plomo en las alas, editado por Almuzara. A través de una novela epistolar, el autor recrea a la perfección las cartas que Harold escribía desde lo más lóbrego de la Prisión Provincial de Salamanca a su amada. Según cuenta Corral, dicha correspondencia la descubrió dentro de los miles de legajos que se conservan en el Archivo Histórico del Ejército del Aire situado en el castillo de Villaviciosa de Odón (Madrid).
En una mezcla de realidad histórica con ficción, Con plomo en las alas consigue recrear a la perfección el día a día de un prisionero de guerra, en este caso por las tropas sublevadas. Logra rehacer los temores, las añoranzas, la nostalgia y los recuerdos de un piloto norteamericano capturado en una guerra que le es ajena, donde su único método de evasión es escribir cartas a su esposa que se encuentra esperándole en Cannes.
Pedro Corral, a través de la correspondencia que Harold E. Dahl escribiría a Edith Rogers, relata sus andanzas por una España sumida en la Guerra Civil. Narra desde su llegada al lado republicano para huir de las deudas que le ahogaban en Estados Unidos hasta el consejo de guerra en Salamanca donde es indultado por el propio Franco ante las intermediaciones de la mismísima Edith. También detalla sus aventuras y desventuras con la escuadrilla de aviación a la que pertenece, antes de ser derribado por los temidos Messerschmitt alemanes en los alrededores de la sierra de Guadarrama, mientras sobrevolaba el frente madrileño.
Por otro lado, dicha novela epistolar es capaz de describir cómo fue la Guerra Civil Española por medio de la visión imparcial de un extranjero. Dahl muestra sus impresiones sobre la contienda española, donde percibe a “dos Españas que se enfrentan por causas que arrastran desde hace siglos, como la religión o la propiedad de tierra”. Desde su celda, opina que las potencias mundiales estaban usando a España como campo de pruebas para “una futura guerra que se avecinaba en Europa” (la Segunda Guerra Mundial), donde traían unas armas que eran pagadas por los españoles y que “son los que mueren por culpa de ellas”. Dahl, a través de Pedro Corral, sostiene que “el pueblo español es admirable, pero también puede ser brutal, supongo que como todos”.
Además, en Con plomo en las alas sitúa la trama en escenarios reales como la mencionada Prisión Provincial de Salamanca, el aeródromo de Azuqueca de Henares o el Hotel Florida de Madrid. En este último, el piloto estadounidense protagoniza una curiosa anécdota con Ernest Hemingway, célebre escritor que por aquel entonces era un joven corresponsal de guerra. Porque no solo se traza al detalle lugares, sino también personajes históricos como Hemingway, el marqués de Mérito (abogado defensor de Dahl en el consejo de guerra) o el capitán Lacalle (uno de los grandes héroes de la aviación republicana que dirigía la escuadrilla en la que estaba enrolado Harold).
En definitiva, se trata del “Diario de Ana Frank” del cautivo, con distinto ambiente y final pero misma desazón y aflicción al afrontar la sinrazón. Una sinrazón que, por momentos, se puede palpar con unas cartas olvidadas entre viejos legajos.