Si hay algo que se puede reprochar al universo cinematográfico de Marvel es que hay una fórmula que, con sus convenientes variaciones, se ha ido aprovechando para dar forma a las primeras películas de casi todos sus personajes. Guardianes de la Galaxia fue un soplo de aire fresco en ese sentido, porque aportó un tono gamberro y desenfadado con un grupo de héroes que no formaban parte de la primera línea de la editorial y que el público generalista desconocía por completo. Su éxito aseguraba una secuela, y más que eso, porque nadie duda de que cruzarán sus caminos con los Vengadores en las dos películas finales del gran grupo de Marvel para la fase 3 de este proyecto cinematográfico sin precedentes.
¿Y qué ofrece la secuela? Algo más que más de lo mismo. Demuestra, por un lado, que se puede hacer una secuela que esté a la altura de la original, a pesar de enfrentarse al enemigo que siempre va a ser la ausencia de la frescura original. Pero James Gunn, que de nuevo se pone a los mandos de esta película como ya hiciera con la primera, acierto en tocar levemente el tono, para hacerlo un poco menos gamberro pero más divertido si cabe, desde la brillante secuencia de apertura, que demuestra que no hace falta ver un espectacular despliegue de acción para convencer, porque con insinuarlo y ser hábil con la cámara (y el ordenador) puede ser más que suficiente.
La historia, por supuesto, está en la base del acierto de este Guardianes de la Galaxia Vol. 2. Gunn la retoma prácticamente donde la dejó y mantiene un toque delirante que parece necesario, pero sobre todo sabe dar continuidad al drama emocional que hay en la historia. Estaba cantado que la secuela se acercaría al enigma sobre la identidad del padre de Starlord, un Chris Pratt nuevamente divertidísimo y un Kurt Russell brillantemente recuperado para el cine de primer nivel, pero a eso hay que añadir su relación con Yondu (Michael Rooker), la tensión no resulta con Gamora (Zoe Saldana), el enfrentamiento de esta con su hermana, Nebula (Karen Gillan), la verdadera razón del carácter de Rocket (la voz de Bradley Cooper en el original) o las siempre divertidas intervenciones sin filtro social de Drax (Dave Bautista).
Sobra decir que la acción es muy ambiciosa, con el único pero de ser algo mareante en la secuencia inicial incluso sin el añadido del 3D, que Baby Groot es un elemento increíblemente divertido en la cinta, y que todas las novedades, desde los Soberanos y su particulares costumbres hasta una Mantis (Pom Klementieff) mucho más divertida e ingenua de lo que conocían los aficionados al cómic, funciona a las mil maravillas para conseguir que este rincón del universo Marvel siga siendo delirante y colorista. Lástima que los trailers se hayan cargado algunos de sus momentos más divertidos, pero, con todo, quedan bastantes sorpresas por descubrir a todos los niveles.
Para completar el magnífico cóctel de la película, hay que recordar que por supuesto tenemos el habitual cameo de Stan Lee, uno más que importante porque confirma una teoría ampliamente extendida entre los aficionados de la manera más divertida, y que hay que permanecer en los asientos hasta el final de los títulos de créditos, porque además de delirantes instantes para quien sepa ir observando se acumulan hasta cinco escenas postcréditos. Marvel ha hecho de esto una tradición, pero Gunn la ha llevado hasta extremos nunca vistos. Así es la Space Opera según Marvel y sigue siendo tan divertida como cuando la conocimos.