Nació en Zaragoza, pero reside desde 2008 en Almería. Edgar-Max, guionista, escritor y dibujante de cómics, además de profesor de Historia, encuentra en este arte una vía para explicar al mundo su idea sobre él y compartir su imaginario.
Después de publicar su primer libro, “Las aventuras de Bill el Largo”, Edgar-Max ha puesto en las manos de todos aquellos que quieran leer y disfrutar de sus dibujos el cuento ilustrado que lleva por título “Duncan, el frailecillo valiente”, de la editorial Saco de huesos.
La presentación oficial fue el pasado 4 de marzo en la librería Bibabuk de Almería, aunque el próximo sábado 29 de abril a las 12:00 podremos volver a ver a su autor firmando ejemplares en la Feria del Libro de esta misma ciudad, que tendrá lugar en la Plaza de la Catedral.
Tuve la suerte de asistir al salto a la fama de Duncan, el protagonista de la más reciente obra de Edgar-Max. Al escritor le brillaban los ojos mientras compartía todo lo relacionado con la creación de la historia. Habla de su personaje como un ancla con la que mantenerse firme ante las inclemencias del mundo, que, pese a lo desolador que pueda parecernos, aún guarda cosas hermosas de las que disfrutar.
Duncan es un frailecillo, un ave migratoria de habita en el Atlántico Norte, en Escocia, en Irlanda y en las Islas Feroe. La idea sobre esta historia empezó a gestarse después de un viaje que el autor realizó a Islandia y en el que se encontró con esta especie, unos pájaros encantadores, torpes en tierra, pero dotados de gran agilidad en el aire y también en el medio acuático. Según contó Edgar-Max, son considerados en la actualidad un reclamo turístico, un bien preciado que cuidar y conservar, si bien, otra parte de la sociedad que convive con ellos los caza al vuelo para que sirvan como alimento. En 2014, cuando el autor supo que iba a ser padre, quiso volver a ver a los frailecillos, esta vez en Irlanda, pero no coincidió con ellos apenas por unos días. Sintió que les debía una historia, a la vez que quiso dejar a su hija Valeria un legado en forma de cuento que contuviera lo que él piensa de la vida.
Así, como quien lanza al mar el más importante de los pensamientos dentro de una botella, Edgar-Max nos invita a que encontremos el tesoro de las palabras en su obra, que abramos el mensaje y lo hagamos nuestro.
Duncan debe la inspiración de su nombre al rey escocés de Macbeth, el drama de Shakespeare. Y, al igual que en dicha obra, la bondad es uno de los pilares de su carácter. Duncan, el frailecillo valiente, es un personaje redondo que huye de los estereotipos y evoluciona a lo largo de la obra mostrando la complejidad de su mundo interior.
La historia de Duncan nos traslada a la realidad del hombre y el Ártico, a los peligros reales con los que la especie humana amenaza la conservación de la naturaleza. Ya en la portada, el frailecillo protagonista aparece con gesto triunfante sobre la proa de un drakkar vikingo: el mundo animal haciéndole frente al hombre.
En el cuento, Duncan es el menor de los siete hijos de los reyes de una colonia de frailecillos. Todos sus hermanos tienen una cualidad de la que sentirse orgullosos, pero él, más introvertido, considera banales todas sus realidades. La vida pone a Duncan, como a cualquiera de nosotros, en una situación extrema donde la única salida será descubrir su verdadero yo y poner en práctica sus virtudes que, hasta entonces, permanecían ocultas.
Los lectores de esta obra tienen dos maneras de disfrutar de ella: a través de las palabras, encadenadas magistralmente, o mediante la contemplación de las imágenes, dibujos creados con ingenio por su autor, en blanco y negro, en sepia, salpicados de un rojo intenso en las últimas páginas y que cobran vida por sí solos, dotados como están de movimiento, de expresividad y de fuerza.
Antonio Muñoz Paredes, quien es autor de las obras “La coyuntura del odio” y “Crónica de una leucemia”, presentó la obra de Edgar-Max afirmando que “sólo una mente abierta y meticulosa puede afrontar historias de este tipo” y haciendo hincapié en la función didáctica de este cuento, así como en el mensaje que contiene sobre los efectos de la codicia humana. Así mismo, Antonio Muñoz aprovechó para hacer un recorrido sobre el mundo del cómic y el valor que subyace de este género, compartiendo con los asistentes a la presentación la importancia de que los niños desarrollen su imaginación a través de estas historias ilustradas y de los libros en general, en lugar de ponerles en las manos aplicaciones tecnológicas que les den todo el trabajo hecho y que los conviertan en seres pasivos. Apuntó que en grandes ciudades como Nueva York es habitual que haya tiendas de cómic llenas de jóvenes y niños leyendo y adquiriendo este tipo de obras. Finalmente, concluyó diciendo que “la profundidad de los mensajes que contiene la historia de Duncan va más allá de lo ofrecido en los habituales cuentos infantiles”, pudiendo también cualquier adulto disfrutar de la lectura de esta obra.
Antonio Muñoz y Edgar-Max sostuvieron un pequeño debate sobre la evolución de las historias escritas para niños en las últimas décadas. Hace treinta años había cierta dosis de “crueldad”, de verdad, en los cuentos infantiles; sin embargo, en la actualidad, se presenta a los más pequeños un género bastante “descafeinado” que no se corresponde con la realidad del deterioro del mundo a todos los efectos.
A Edgar-Max le duele la muerte del planeta y ha intentado plasmar en “Duncan, el frailecillo valiente” ese desconsuelo y una posible solución a ello: bucear en nuestro interior mientras leemos esta historia, olvidarnos de todo lo que no sea imaginar un mundo mejor y tener la convicción de que, pese a la tormenta, el corazón y el coraje siempre pueden mantenernos a flote.