Pintor, arquitecto, paleontólogo, botánico, científico, escultor, filósofo, ingeniero, inventor, músico, poeta, anatomista, urbanista, y ahora posible autor de la obra más valorada económicamente de la historia del arte, desde que en 2017 se convirtiera en la pintura mejor pagada de toda la historia del mercado del arte.
Cifras astronómicas fueron las abonadas, hace ahora año y medio, por una de las obras atribuidas al gran pintor Leonardo Da Vinci, Salvator Mundi. 450 millones de dólares, 382 millones de euros, fue la asombrosa cantidad pagada por el heredero saudí Mohamed Bin Salán, en lo que se presume sería un “detalle” de este con su homólogo y mentor emiratí, Mohammed Bin Zayed. Números que harían temblar al más común de los mortales, pero igualmente, a las personas cuya estancia en la tierra les ha sido tan afortunada como para gozar del estatus más poderoso, y cuyas finanzas no sabrían, ni en un millón de años, lo que es verse resentidas.
Una obra que ha estado envuelta en polémica desde que se descubrió y cuyo paradero ha sido un enigma hasta que, hace días, el especialista en mercado del arte Kenny Schachter afirmara, desde el portal especializado Artnews, que había localizado el preciado lienzo. Al parecer, la obra renacentista, datada sobre el 1500 y que en un principio se adquirió con la intención de presidir como pieza estrella el Louvre de Abu Dhabi, perdió su estatus cuando los científicos del museo francés del Louvre sentenciaron que la obra no había sido pintada por el maestro si no por un pupilo de este en su taller, a lo que el experto de arte Jacques Frank, asesor del Louvre en proyectos de la obra de Leonardo aseveró que en la casa francesa “saben que la obra no es de Leonardo”.
Fue entonces cuando la obra vendida el 15 de noviembre de 2017 en la galería Christie’s de Nueva York, fue trasladada durante la noche en el avión de Mohammed para instalarse en su yate, el Serene y allí permanecerá hasta que nuevos informes puedan atribuir de forma fehaciente la autoría de la obra.
Mística es la historia que envuelve al Dios Salvador de Leonardo, como magnífica fue la existencia de Da Vinci. Ser superdotado, en todos los campos del conocimiento, arrogante en su ambición y dedicación, pero humilde en la autoría de sus creaciones. Muchas de ellas relacionadas con los aportes de Leonardo Da Vinci a la física, (Epsilon Magazine), y de suma importancia para la evolución de este campo después, como el famoso “número de oro”, o número áureo, cifra algebraica irracional cuyas propiedades son tan interesantes que se han llegado a relacionar con algo mágico. Descubrimiento que surge de la proporción entre dos segmentos de una recta que se encuentra tanto en algunas figuras geométricas, como en las nervaduras de las hojas de algunos árboles, el grosor de algunas ramas, en el caparazón de los caracoles, relacionado con las espirales, en los folículos de los girasoles… El bello carácter estético que se le atribuye como forma hacen que algunos objetos sean admirados por guardar la proporción aurea.
A lo largo de la historia, dicha proporción se ha atribuido al diseño de obras de arquitectura y otras obras de arte, aunque algunas veces ha sido cuestionado por expertos en la materia. De hecho, desde la época griega, donde la representación del cuerpo humano era algo divino, se atribuía la división del cuerpo en proporciones perfectas a la consecución del número áureo. A estas proporciones ideales las llamaban canon.
Las proporciones humanas fueron objeto de estudio sistemático por escultores, pintores, matemáticos y arquitectos, y de todo ello Da Vinci tenía en su ser, por lo que hacia 1509, en Venecia, el monje italiano Luca Pacioli, en su libro Divina Proportione, establece el canon de belleza perfecto en las famosas figuras de Da Vinci.