Con el sencillo título de “El Bar” se presenta el último largometraje de Álex de la Iglesia, una nueva muestra del inconfundible estilo del director bilbaíno.
Este thriller comienza con una premisa bastante simple pero surrealista a la vez, muy similar a la que nos mostraba Buñuel hace más de 50 años en “El Ángel Exterminador”.
Son las 9 de la mañana de un día cualquiera en el centro de Madrid. En un hábil plano secuencia, los que serán protagonistas del filme se nos van presentando ante la pantalla, desarrollando acciones individuales que, tras unos segundos, les llevarán a un mismo destino, el bar, irónicamente llamado “El Amparo”.
Tras unos minutos en los que el heterogéneo grupo de protagonistas mantiene conversaciones triviales, uno de ellos sale del bar, e instantáneamente recibe un disparo en la cabeza, muriendo en el acto. Las calles se quedan desiertas en un abrir y cerrar de ojos, y los protagonistas se quedan atrapados en el bar, sin poder salir, por una causa que desconocen y que les puede llevar a la muerte si lo intentan.
Una vez puesto en situación, el espectador puede acomodarse para presenciar el desarrollo del verdadero leitmotiv de esta película, comprobar la manera en que cualquier persona, independientemente de sus ideas, procedencia o clase social, es capaz de comportarse ante una situación límite, en la que la falta de información hace que el miedo campe a sus anchas, dando rienda suelta a toda clase de reacciones y emociones inesperadas, la mayoría de ellas reprobables.
Álex de la Iglesia ha querido indagar una vez más en los rincones más oscuros y primitivos del ser humano, aquellos que cualquiera de nosotros podríamos sacar a la luz en un determinado momento, cuando todas las convenciones sociales y reglas de convivencia que hemos aprendido a lo largo de la vida pierden su sentido ante el fin superior de la supervivencia.
Con un estilo directo, en algunos momentos divertido, en otros muchos desagradable, pero siempre eficaz, Álex de la Iglesia nos muestra la historia sin bálsamos, con toda su dureza, únicamente suavizada en ocasiones con repentinos toques de su habitual humor negro. Sin embargo, si sus dos largometrajes anteriores, “Las Brujas de Zugarramurdi” y “Mi Gran Noche” pusieron un énfasis mayor en el humor, “El Bar” se acerca más al espíritu tétrico de películas como “La Comunidad” o “Balada Triste de Trompeta”. En muchos momentos, el espectador puede sentir agobio e incluso asco, un asco que va aumentando según se desarrolla la historia, ofreciendo un paralelismo entre escenas cada vez más repugnantes y acciones cada vez más deleznables por parte de los protagonistas. Pero estas son las sensaciones que precisamente ha buscado despertar el director.
Uno de los puntos fuertes de la película es, sin duda, el elenco de actores que la protagonizan. Y es que poco hay que achacar a la impecable labor de intérpretes como Blanca Suárez, Mario Casas (que repite con Álex de la Iglesia por tercera vez consecutiva), la omnipresente Carmen Machi, Jaime Ordóñez o la siempre aterradora pero perfecta Terele Pávez.
En cambio, si algo se le puede echar en cara a “El Bar” es su ritmo. Si bien al principio la historia se desarrolla con agilidad, según van avanzando las escenas el espectador puede caer en un cierto letargo, debido principalmente a la presencia de un único escenario y a la ausencia de un guión lo suficientemente bueno como para sobreponerse a esta desventaja; esto hace muy difícil que la atención se mantenga intacta durante los poco más de 100 minutos que dura la película.
Salvando este escollo, importante por otra parte, “El Bar” se disfruta, ni mucho menos llega a aburrir, y en cualquier caso, supone un firme paso más en el avance de la homogénea y sólida trayectoria de Álex de la Iglesia.
EL BAR – Tráiler from DYP COMUNICACION on Vimeo.