El Siglo de Oro español siempre ha estado considerado como una etapa brillante en el aspecto cultural, como un atisbo de luz en medio de las sombras que desmoronaban a un Imperio que vivía horas bajas. Sin embargo, mientras Velázquez asombraba a la Corte con sus bellas pinturas, Cervantes escribía 'El Quijote' o Santa Teresa de Jesús revolucionaba el mundo de la mística, el vulgo seguía sus propios pasos. En sus creencias, todavía era posible lo imposible: las misteriosas bestias popularizadas en la Edada Media campaban a sus anchas por bosques y montañas, las brujas acechaban a los vecinos más ingenuos y portentosos fenómenos naturales eran señales de un castigo divino.
Esta otra cara del Siglo de Oro ha estado oculta, y lo ha estado hasta ahora. Luciano López Gutiérrez, en su obra Portentos y Prodigios del Siglo de Oro, recupera todas esas historias que hablaban de sucesos maravillosos y que bien podrían caer en el olvido si alguien no las recopilaba. Historias que brotaban del pensamiento mágico que inundaba a las gentes de no hace tanto tiempo.
"Consideraban muy permeable la delgada frontera que separaba el alma del cuerpo, el más acá del más allá, por lo que los espacios más cotidianos eran habitualmente invadidos por trasgos, espectros, demonios y ánimas en pena, de ahí que constantemente hubiera que apelar a la Corte Celestial, que, por otra parte, era bastante inclinada a enviar sus heraldos en forma de prodigios y portentos", asegura Luciano López Gutiérrez sobre la mente popular del Siglo de Oro, a modo de aperitivo sobre lo que se puede encontrar en la obra publicada por Ediciones Nowtilus.
El libro no es un análisis concienzudo del Siglo de Oro, sino de "casos y cosas" que aporrean directamente la curiosidad del lector, que quiere saber más y más sobre esa intrahistoria que habitualmente no cuentan los textos académicos. De esta forma, se cuentan de forma amena y dinámica cómo un doctor nacido en Cuenca voló hasta Roma ayudado por un duende (hasta que la Inquisición se enteró); la religiosa que desde un pequeño pueblo soriano evangelizó las tierras de Nuevo México sin moverse de sus aposentos; o las supuestas clases que impartía el mismísimo Diablo en un lugar concreto de Salamanca. Estos entre cientos de casos más donde lo maravilloso y lo fantástico cobran forma.
En definitiva, una obra que ayuda a comprender a la sociedad de esa época, sus gustos y preferencias, sus miedos y preocupaciones. Una etapa contradictoria en nuestra Historia, donde la razón y la magia combatían en una lucha encarnizada, y que el libro Portentos y Prodigios del Siglo de Oro consigue rescatar del olvido a golpe de hechos curiosos que disparan la imaginación del lector.
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