Siempre te veo bajar hacia la sala de proyecciones de Pirámides de Güímar, cogido de la mano de la mujer a la que amas, camino a las Jornadas de Cine y Producción Audiovisual de Canarias, donde ganaste el primer premio de tu carrera, allá por los años noventa. A esa estatuilla de El guanche, le han seguido unos cuantos galardones más, como el Premio Embajador 2015, del Festival de Música de Cine de Cracovia (Polonia).
Ahora, con las maletas preparadas, rumbo al estreno de Pasaje al amanecer, y poco después, hacia el Festival de Música de Cine de Cracovia, nos sentamos, virtualmente, a charlar, y sé que estás más liado que la sandalia de un romano, pero no te puedes ‘escapar’ de Columna cero.
– Puerta del tiempo, Atrapa la Bandera, Pasaje al amanecer, (por citar algunas de tus composiciones). Tu vida es un no parar de componer… y que siga, claro! Te satura tanta partitura, o te sientes como pez en aguas tinerfeñas.
– En absoluto, nunca me satura escribir. Es mi forma de vida. No la concibo sin componer. De hecho, es mi mejor forma de expresión.
– Con el estreno de Pasaje al amanecer (el 5 de mayo), además de añadirte experiencia, ¿qué sientes que te ha aportado esta nueva composición?
– Este proyecto me ha dado la oportunidad de mostrar mi lado más intimista y emocional. La preciosa e inspiradora historia que cuenta Pasaje al Amanecer, magníficamente dirigida y escrita por mi amigo Andreu Castro, requería de una partitura muy ecléctica, por un lado, pero tremendamente intimista, por otro. Un auténtico viaje al interior. En este sentido, me siento muy orgulloso y satisfecho de la música escrita. En ocasiones, por el género de los proyectos -cuyas bandas sonoras he tenido que escribir-, la audiencia, e incluso algunos profesionales de la industria, tienden a encasillarte en un determinado registro. En mi caso, en ocasiones, han llegado a describir mi música como ‘épica’, siendo así cuando la película o la escena lo, requiere. Siempre he demostrado una potente vertiente intimista y delicada, muy lejos de ese curioso ‘cliché’. Incluso, en mi score, para Atrapa la Bandera, mi música fluctúa de lo épico en escenas propias del cine de aventuras, a momentos muy introspectivos. Es una seña propia de mi sello musical. Pasaje al Amanecer me ha dado la oportunidad, una vez más, de trabajar con una formación de cámara, más pequeña, no sinfónica y dentro de un registro, el drama intimista, en el que me siento muy cómodo.
– Estás entre los directores de orquesta internacionales más glamurosos, por ese arrebato que te coge entre golpe y golpe de batuta. Es sentimiento puro o hay algo de actuación cinematográfica?
– ¡Gracias!, ¡nunca había escuchado el adjetivo “glamuroso” aplicado al universo de la dirección de orquesta…! Cuando tienes que situarte frente a 80 maestros y afrontar el inmenso reto de dirigir una partitura orquestal en un concierto, al menos en mi caso, todo lo que se ve es real. Para eso ya están los actores en las películas cuya música escribo. Cada vez que asumo el reto de enfrentarme a una partitura lo hago con el máximo respecto y cuidado. Al final, se trata de emitir un mensaje. Tú lo envías a la orquesta, para que luego la formación interprete una partitura que previamente has concebido en tu cabeza, y que el mensaje final del compositor llegue a la audiencia.
[Sumario]
En todo ese proceso, no puedo evitar sentir cada fraseo musical, cada intención del autor, cada acento. Por eso mi gesto puede ser muy apasionado y vigoroso en momentos, o tremendamente minimalista; depende de lo que la música esté contando en todo momento.
– Sumergido, todos los días del año en FIMUCITE (Festival Internacional de Música de Cine de Tenerife), además de los encargos que te llueven, ¿cómo lo lleva la familia?, ¿tienes tiempo de llevar al pibe al Parque García Sanabria o a Las Teresitas?
– ¡¡Jajajajaja…!! La familia lo lleva muy bien. Siempre intento reservar tiempo, en cuanto puedo, para compartirlo con la familia, que es el pilar más importante de mi vida. Únicamente lo puedo hacer los fines de semana, especialmente los domingos, aunque cuando tengo un encargo y paso largas horas de escritura, incluso los fines de semana, me encuentro ‘encerrado’ en mi estudio escribiendo sin parar. Va por épocas. En el caso de FIMUCITÉ, el festival requiere de todo un año de complicada gestión. Básicamente combino mi carrera de compositor con la de director de orquesta y director de FIMUCITÉ. En el ámbito de la gestión cultural, en el festival, son muchas las decisiones que hay que tomar a lo largo del año y, en ocasiones, supone un desgaste enorme energético. No obstante, cuando ves el resultado, todo ha merecido la pena.
– No quiero que me cuentes tus nuevos proyectos, hasta después del estreno de Pasaje al amanecer; pero, dime, cómo has hecho para proyectarte al mundo desde una isla situada en mitad del Océano Atlántico?
– Creyendo en lo que podía aportar como artista, teniendo mucha fe, trabajando sin descanso, marcándome unos objetivos muy claros y yendo a por ellos. La música, componer música era el único camino para ser feliz. Básicamente, no tenía otra opción y tuve que ir a por ella. Sucede que, desde una pequeña pero maravillosa islita del atlántico como es Tenerife, a priori, es mil veces más complicado llegar a tener un nombre en este universo. Ha sido muchísima la fuerza de voluntad invertida y la lucha incansable teniendo que superar, casi constantemente, un sinfín de muros que la vida y, en ocasiones, las personas, ponían frente de mí. Sucede que esa ilusión y certeza respecto a lo que creaba día a día, se convirtió en mi ‘salvavidas’’ La actitud siempre es de vital importancia. Tener una actitud decidida, pero a la vez muy humilde, es fundamental. Estar siempre conectado a la ‘búsqueda’; tener, en todo momento, la inquietud de continuar absorbiendo y aprendiendo, es muy importante. Todo el que me conoce desde pequeño sabe que esto es así.
– Lo del Festival de Música de Cine de Cracovia ya lo menciono por algún lado, pero seguro que me anticipas algo, ¿si?
– ¡Claro!, el Festival de Música de Cine de Cracovia es un evento al que estoy unido con un tremendo lazo emocional y de amistad. Surge después de FIMUCITÉ y durante casi una década hemos trabajado juntos, creando el primer circuito europeo de festivales de música de cine. Nos apoyamos mutuamente, teniendo una relación de auténticos socios. Hemos coproducido, en muchas ocasiones, conciertos que inicialmente he dirigido y estrenado en FIMUCITÉ, y luego en Cracovia. Han sido conciertos espectaculares ante miles de espectadores: 15, algunas veces, en el espectacular Tauron Arena, y compartiendo escenario y trabajando con todos los grandes de la música para el cine. Hace dos años tuve el honor de recibir el Premio Embajador 2015 del festival, en medio de un concierto que dirigía. Este año, el 20 de mayo, tendré, el honor de dirigir el concierto del décimo aniversario del festival, en el mismo e increíble estadio, en el que recibí el premio y ante otros 15 espectadores. Volveré a tener el placer de trabajar con Howard Shore (El Señor de los Anillos) y otros tantos compañeros y amigos.
Componernos otros universos
Siempre te veo Diego, migenio (todo junto), tan joven como tenaz; con un arrebato de música que me conmueve hoy, igual que hace más de 20 años. Entusiasmado y trabajador, casi hasta la enfermedad, me has obsequiado con tu amistad, desde pibe, y con un CD en el que tengo si no la primera, una de sus primeras creaciones orquestales. Empeñado en permanecer en Tenerife, en crear una orquesta, en hacer bandas sonoras para el cine (ya van unas cuantas y todas de éxito), en crear un festival que es referente internacional y proyección cultural de Canarias, a pesar de los inconvenientes: lo has logrado. Sí, migenio, lo has logrado tal y como lo proyectaste, desde el principio. Tu pasión hace mucho en este largo camino, pero reconóceme, que tu compañera del alma se llega un alto porcentaje del éxito (yo diría que el 75%, por aguantarte: jjjjjjjjj). Nos das más que música. Nos das sensaciones, emoción. Nos das otros universos donde ponernos a salvo de la asfixia cotidiana. Un abrazo Diego.