Nochevieja insólita

Pocos conocemos realmente el origen de algunas de las más extrañas tradiciones referidas al cambio de año.
Juanca Romero H.
España
31.12.2018
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Nochevieja, por definición la noche más importante del año, en la que damos carpetazo a doce meses que han  quedado atrás y tachamos de la lista todo aquello realizado con mayor o menor éxito durante el tiempo transcurrido. De forma ciertamente instintiva sentimos como la noche del 31 de diciembre marca un antes y un después cíclico; a partir de ese momento toca desechar los malos hábitos y de paso intentar convertirnos en mejores personas, más sanos, más sociables, previsores, etc.

Pero la ritualística más o menos sofisticada no es fruto de la inventiva moderna, sino que viene gran parte de ella de tradiciones antiguas, de prácticas que servían para separar lo viejo de lo nuevo. Entre los romanos se regalaban monedas de oro con la representación de Janu, dios de los finales y los comienzos (dos cabezas opuestas entre sí). Como curiosidad apuntar que el mes de enero en inglés se escribe January -primer mes del año-, nombre que viene del mentado dios romano. Otras culturas como la celta, entregaba como regalo ramas de muérdago sagrado para atraer los buenos augurios y la prosperidad en el año entrante, muchas veces acompañado de rituales con velas encendidas, como ofrenda a la Madre Naturaleza. Se puede decir que en la actualidad gran parte de estos ritos de Fin de Año están en cierto modo prostituidos, desvirtuados hasta límites increíbles en muchos casos. Hagamos un recorrido por algunos de los más populares y adentrémonos en las sombras de los menos extendidos.

En China  aún perduran los rituales que sirven para desvanecer a los seres malignos o espíritus dañinos, utilizando fuegos artificiales para ahuyentarlos. En los EE.UU., concretamente en el Times Square de Nueva york, se dan cita miles de personas antes de las doce campanadas de la medianoche, momento en el que se hace descender una gran bola de cristal desde lo alto de un importante edificio, indicando que el nuevo año ha llegado. En Brasil la gente vestida de blanco se da cita en las principales playas, donde cantan, realizan oraciones y lanzan al mar pequeños barcos cargados de flores y regalos. En Venezuela las familias se reúnen en las casas y preparan las “hallacas” para regalarlas como símbolo de prosperidad y deseos de felicidad. Los italianos llaman a la Nochevieja “notte di Capodanno”, horas en las que cenan con un tradicional plato de lentejas para atraer a la diosa fortuna. En algunos lugares de Italia como en roma y Nápoles, es costumbre lanzar trastos viejos por las ventanas como símbolo de desapego de todo lo pasado y el claro deseo de iniciar una nueva etapa –habrá que andar mirando hacia lo alto si paseamos esa noche por las calles de las citadas ciudades-. En Alemania se practica un ritual para adivinar el futuro, y lo hacen a través del “Bleiglessen”, que consiste en derretir plomo en una soldadora y dejar caer las gotas en un cazo cuando se acercan las primeras horas del nuevo año. Una vez que el plomo se ha enfriado y solidificado, se puede predecir lo que traerá en año nuevo a través de las extrañas formas que ha dejado. Y así podríamos ir creando un particular mapamundi en el que recogeríamos miles de tradiciones, la cual más extraña o estrambótica.

¿Y en nuestro país? Hay que decir que los ritos de Nochevieja que se practican en España son en su mayoría exportados desde otros países y a los que se les ha dotado de ciertas dosis de localismos. El ritual clásico es el de comernos las 12 uvas al compás de las campanadas, y aunque puede parecer una práctica de hace siglos, fue inventada en 1909 por un grupo de cosecheros que dieron salida a un importante excedente de producción de uvas. Decidieron meterlas en pequeños paquetitos de 12 uvas y venderlas como “uvas de la fortuna o la suerte”. La tradición dice que hay que pedir un deseo por cada uva que ingerimos al compás de cada campanada que marca las 12 de la noche; los más esotéricos –con altas dosis de frikismo, hay que decirlo- dicen que hay que pedir los deseos en grupos de cuatro: cuatro para temas materiales, cuatro para temas emocionales, y cuatro para asuntos del terreno más espiritual.

¿Y lo de ponerse alguna prenda interior de color rojo? Dicen que nos cargará de vigor porque con este acto estamos haciendo un homenaje al Sol, reactivando las emociones y canalizando la energía sexual para todo el año venidero. Lo de brindar con una copa y en su interior una pieza de oro, tiene relación con la regeneración vital, el deseo de una nueva y próspera vida. Una tradición que siempre me ha llamado la atención es la de anudar doce llaves y colgar el manojo tras la puerta de entrada de la casa (tradición de supuesto origen hebreo). Debemos colgarlas justo unos minutos antes de las 12 de la noche del día 31 de diciembre, y deben permanecer allí durante todo el día 1 de enero. Justo antes de que finalice el primer día del nuevo año, las recogeremos y las guardaremos en una bolsita de tela negra.

Otra curiosa tradición es la que dice que si queremos finalizar el año dejando todo lo malo atrás, fuera de casa, justo en el momento de las campanadas debemos ir a la puerta de la casa y abrirla y cerrarla de golpe con cada una de las campanadas. Es una tradición que viene desde la Edad Media, donde se creía que cerrar la puerta con un portazo servía para alejar espíritus. Me gustaría ver la cara de algunos vecinos cuando vaya ya por la sexta o séptima campanada, o en este caso, portazo. ¡Año nuevo, bisagras nuevas! En muchos pueblos de nuestra geografía se cree que el año nuevo será según la forma como lo inauguras. Si las campanadas te pillan riendo, tendrás un año lleno de momentos felices, si te cogen con lágrimas y dolor, ya puedes ir preparándote para un año penoso.

Quizá debido a esta creencia, hay poblaciones donde es tradicional tomarse las uvas en la cama con la pareja como rito previo a una noche de pasión. Simbólicamente esto apunta a la búsqueda de fortalecer los afectos, la familia e incluso los aspectos íntimamente ligados a la fertilidad. Sea como sea el modo que usted utilice para celebrar la próxima Nochevieja, y dejando a un lado los jueguecitos extraídos del manual de la bruja Lola y similares, lo importante visto lo visto está en evitar dejarse dormir antes de las campanadas, no vaya a ser que el cercano 2019 le pille entre ronquidos y estos se conviertan en su máxima para los próximos 12 meses.

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