Su hermana, Ruth, nos mantiene al tanto de los éxitos internacionales de Airam Hernández, un tenor canario que conquista a público y críticos con su voz, entrega y magnetismo. Ahora trabaja en Opernhaus Zürich (teatro de Ópera de Zúrich, Suiza), inmerso en la premier de Orest, una ópera contemporánea de Manfred Trojahn; y allí le mando unas preguntitas. Casi una conversación, con Columna Cero, a miles de kilómetros de distancia y a poco de otro estreno internacional.
– Airam Fernández, ¿cómo se saluda al éxito cuando entra por la puerta con tanta fuerza?
– Para mí, particularmente, el éxito no está relacionado con la fama. Cuando pienso en lo que implica ser exitoso en el trabajo se me viene a la cabeza la preparación, la constancia, la dedicación y la disciplina. Una persona que consigue disfrutar de su profesión basándose en estas premisas y además potencia sus cualidades, sin dejar de ser autocrítico con sus defectos, puede considerarse exitosa. Creo que estoy en el buen camino para conseguirlo. En esta profesión se debe ser paciente e ir plantando semillas, para recoger los frutos en el futuro.
– Recorrer el mundo, ópera tras ópera, cuando se sale de una Isla en mitad del Atlántico (Tenerife), da vértigo?
– Me encanta viajar!! Antes de dedicarme a cantar profesionalmente procuraba hacer varios viajes anuales para conocer diferentes culturas. Viajar te da una visión más amplia del mundo y de ti mismo. De hecho, es una de las maravillas que me ofrece esta profesión. Quizá no lo sea tanto la soledad que frecuentemente solemos sentir los que nos dedicamos a esto. Por fortuna, mi pareja puede acompañarme cada vez que su trabajo se lo permite. Hay compañeros de profesión que llevan bien este ritmo de vida; yo aún estoy tratando de acostumbrarme.
– Cuándo y quién descubre que tu voz es distinta a las otras voces?, se sabe que uno va a ser tenor? O uno se hace tenor a base de tesón?
– Con tu permiso, te plantearía pequeñas modificaciones en las preguntas, si no te importa. Donde dices “se sabe que uno va a ser tenor” sustituiría la palabra “tenor” por “cantante”. Es por una cuestión de lo que implica ser tenor. Eres tenor si tienes una morfología determinada en las cuerdas. Hasta los 21 años jamás pensé dedicarme profesionalmente a cantar. Me había formado musicalmente como trompista en el conservatorio y siempre que tuve ocasión, participaba en formaciones corales de la isla.
[Sumario]
La primera persona que me alentó a estudiar canto (a parte de mi familia), fue la maestra Carmen Cruz Simó. En aquel entonces formaba parte del coro de Cámara de Tenerife. Aún recuerdo sus palabras: “Airam, tienes una voz privilegiada y sería una lástima que no potenciaras tus cualidades. Deberías plantearte la posibilidad de salir fuera y formarte”. Debo decir que, al principio, me costó mucho trabajo tomar en serio sus palabras. Agradecía sus consejos, pero no me veía dedicándome a esta profesión. Finalmente, se dio la oportunidad gracias a la ayuda de la que considero buena amiga y mejor persona, Satomi Morimoto. Audicioné en Guildhall School of Music and Drama de Londres, una de las más prestigiosas escuelas de música y artes escénicas del mundo. Ese año tuve la fortuna de ser el único español seleccionado en la especialidad de canto. Muy a mi pesar, por motivos personales tuve que declinar la propuesta, pero esta experiencia cambió mi vida por completo. Desde entonces me dedico en cuerpo y alma a esta fantástica profesión. No he parado de formarme y de tocar puertas. Soy una persona arriesgada y trabajadora a la que no le importa esforzarse por lograr sus objetivos. He apostado por tener un futuro en esta profesión y eso me ha llevado a vivir experiencias únicas, como formar parte del coro del Teatro Real de Madrid o del Gran Teatre Liceu de Barcelona, ser seleccionado como miembro del opera studio y Ensamble de solistas del Opernhaus Zürich, haber sido galardonado en varias competiciones internacionales o formar parte de los 21 semifinalistas de Operalia en California (Competición de Plácido Domingo), entre más de 2 aspirantes. Atesoro cada uno de esos momentos y espero poder compartirlos en un futuro con mis alumnos, cuando felizmente me dedique a la enseñanza. En esta profesión estamos totalmente expuestos a la crítica y a las negativas diarias. Por eso considero importante siempre celebrar los logros personales, por pequeños que sean. Sin autoestima es imposible hacer autocrítica de nuestro trabajo.
Debemos descubrir quiénes somos, qué nos hace especiales como artistas y qué podemos aportar de nuevo a esta industria. Es justamente en lo que estoy trabajando en este momento. Sin duda, una tarea ardua y gratificante.
– Dónde podemos quedar para cantar, por ejemplo, la semana que viene, o dónde podemos quedar para verte cantar?
– Este año viene cargado de proyectos interesantes. En este momento estoy trabajando en Opernhaus Zürich, inmerso en la premier de Orest, una ópera contemporánea de Manfred Trojahn. A finales de marzo estaré en Amsterdam, con la ópera Rigoletto; en septiembre estaré en Des Champs Elysées de París, con Lucia di Lammermoor; en noviembre debuto el rol de Belmonte en San Carlo de Nápoles, una de las casas de ópera con mayor tradición del mundo; y finalizo el año en casa, debutando Fausto, de Gounod, en el Auditorio Adán Martín de Tenerife. Aún quedan proyectos por confirmar, pero, sinceramente, estoy feliz de cómo se están dando las cosas. Con paciencia y constancia todo llega. Sólo me queda decirles que están cordialmente invitados y que espero que me acompañen en esta cerrera de fondo.