Filosofía, práctica y sin contorsiones innecesarias

Por Marga Font Roig (Capítulo II)
Edurne García Ordóñez
España
23.10.2018
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Ahora voy a contarte algo que puede levantar algunas ampollas, pero me prometí que en todo momento sería sincera contigo y por eso no voy a pasar por alto este capítulo. Peque, vamos a recapitular: ya han testeado a mamá gallina y a papá gallo en la Seguridad Social y ahora sólo nos queda esperar. Cuando vi todas las pruebas que teníamos que presentar para saber si éramos candidatos aptos al programa de fertilidad sentí vértigo y también me sentí abrumada, pero sólo faltaría que objetase. Lo que sucede es que, y ya te lo he contado, tu madre también tiene una póliza privada y por ello opté por dejar a tu padre en manos de la sanidad pública y, en mi caso, adelantarme las pruebas para así tener que esperar sólo unos resultados. Ya hablamos de marzo de 2018 y eso quiere decir que a mami la fecha límite se le acababa en mayo. Sí, los 39 años. Una cifra, que al igual que los 23.7 de la FSH parecen no significar nada y pueden cambiarlo todo.

Clínica de fertilidad

¿Dónde podía conseguir que me solicitaran todas las pruebas rápidamente? Efectivamente, en una clínica de fertilidad.

Vaya por delante que muchos como tú llegarán al mundo gracias a estos centros, por lo que no quisiera que nadie piense que reniego de ellos, pero hablemos claro. Un bebé es dinero y una vez das el paso de ponerte en sus manos tu cuenta corriente también lo hace. Por supuesto que las parejas o las personas que deciden hacerlo están invirtiendo en el proyecto más importante de sus vidas y me parece totalmente lícito, pero como esta historia es la nuestra, yo quiero contarte lo que pasó y cómo me sentí.

Bomba de relojería

La primera consulta en este centro fue con una ginecóloga amabilísima. Le conté que no llegabas y que quería una segunda opinión. Sí, fui muy honesta y le expliqué que ya había iniciado los trámites en la Seguridad Social pero que al ir tan justa de tiempo (siempre en plan bomba de relojería) no me podía permitir el lujo de esperar y quería acelerar el proceso. Otra persona hubiese optado por mentir, pero tampoco sé en qué nos hubiese beneficiado. Muchos doctores que ejercen la sanidad privada también están en la sanidad pública y, por tanto, lo de “se pilla antes a un mentiroso que a un cojo”, lo tengo clarísimo.

Maldita hormona

Me hizo un cuestionario; le enseñé la famosa analítica 23.7 y le dije que ya me había hecho una ecografía ovárica y todo parecía estar en orden. Me pidió repetir la analítica y ahí si me callé y no le dije que en la Seguridad Social ya me había hecho una. Tenía claro que a mí esa maldita hormona no me tumbaría y supongo que en un momento de ceguera hubiese sido capaz de hacerme 100 analíticas, con el sólo propósito de ver un resultado distinto y demostrar así que una no se puede rendir a la primera de cambio. Además, también me solicitó una prueba llamada ‘cariotipo de sangre periférica’, que es ‘un estudio de los cromosomas que pueden identificar eventuales anomalías genéticas, que podrían estar interfiriendo en el proceso de fecundación’.

Nos despedimos hasta que tuviese estos resultados y con un apretón de manos abandoné la consulta.

Me hice la analítica y en 48 horas ya tenía los resultados. ¡¡¡¡¡Síiiiiiiiiiiiiiii!!!!!!!!!! La famosa FSH había pasado de 23.7 a 12.8. Vale, digamos que ahí pequé de ingenua y ya lo vi todo de color de rosa y facilísimo. Tú llegarías, como que yo soy tu madre.

Crítica televisiva

No fue tan fácil conseguir la autorización del cariotipo por parte del seguro privado. Cuando les pregunté por el precio de la prueba y me dijeron que oscilaba entre los 75 y los 200€ saqué las garras y les dejé muy claro que no llevaba pagando religiosamente mi cuota toda la vida para que ahora me tocasen los ovarios (nunca mejor dicho). Querían que firmase unos documentos con larguísimas cláusulas y ahí saqué la crítica televisiva que llevo dentro y tiré de grandes series como ‘Ley y Orden’ o ‘The Good Wife’, para soltar esa frase que queda tan bien en la tele y que cuando la usas tú todavía queda mejor: “Voy a consultarlo con mi abogado y él contactará con vosotros”. Sí, fue enviarles nuestro abogado, un buen amigo de la familia, un simple correo electrónico y la autorización llegó ipso-facto. Cariotipo hecho.

Obstáculos

Solicité una segunda visita con esta doctora y cuando le enseñé los resultados tanto del cariotipo como de la analítica vi que le cambió la expresión. No, no diré que le reventase el plan, pero toda la amabilidad de la primera vez se convirtió en pegas, obstáculos. No soy tan boba para pensar que un cambio en el valor de una hormona o un cariotipo con un resultado casi perfecto (hablamos de parámetros establecidos), significasen que tu concepción estaba al caer, pero sí me había animado y con sus palabras volvimos al bucle maldito del que intentaba salir.

A la porra

Me dijo que sí, que era cierto que ahora ya no podíamos hablar de un problema hormonal como único condicionante, pero que aunque tuviese la oportunidad de entrar en un programa de fertilidad público, era prácticamente imposible llegar a tiempo y que por ello, pensaba que lo mejor era que me pusiera en sus manos, en las suyas no, en las de su colega experto en fertilidad y así, seguro, que no erraríamos en el tiro. Toda la confianza que había conseguido restaurar se fue a la porra.

La barba hasta los pies

Llámalo testarudez, por no querer que me acompañasen ni tu padre ni tu abuela Micaela a las consultas, o llámalo miedo, pero de repente me vi en la camilla para hacerme una histeroscopia, que es ‘un examen endoscópico, durante el cual se introduce un tubo óptico a través del cuello uterino para visualizar la cavidad uterina (histeroscopio = mini-cámara), permite una visión directa y precisa tanto del canal cervical como del interior del útero. ¿Qué crees que pasó? Pues sí, según esta prueba en caso de que tú tuvieses que llegar como embrión implantado, podíamos esperar a que a tu madre le saliese barba, se le pusiera blanca y le llegase a los pies.

Opciones

Con la cabeza embotada, el bajo vientre dolorido y muchas ganas de llorar, nos sentamos de nuevo en su mesa y me dijo que estuviese tranquila. Lo primero era pedir cita con su colega, el experto, para hacerme una histerosalpingografía (prueba radiológica en la que se emplea un contraste líquido, inyectando a través del cuello del útero y que nos permite valorar la cavidad del útero y la permeabilidad de las trompas); y lo segundo era pasarme a su asesora comercial para que me explicase nuestras opciones.

Piscina sin agua

Claro que lo más sensato hubiese sido decirle que para la charla comercial prefería volver otro día, con más calma y acompañada, pero ya te he dicho que uno de los grandes defectos de mamá es tirarse a la piscina sin comprobar si hay agua. No, yo de cabeza y a por todas. Luego si salimos magullados ya nos levantaremos, pero donde se rife una buena hostia, tu madre compra entradas, seguro.

La auxiliar escribió varios papeles y me pidió que la acompañase a otro despacho. Es decir, nos íbamos con la moral por los suelos, una cita para otra prueba y una especie de catálogo con puntos señalados…

“Nada claro”

Entramos en un despacho minúsculo y en menos de 2 minutos entró una jovencita de unos 20 años. Nada que decir respecto a su edad, pero me sorprendió. Con su traje impecable, su melena brillante, me estrecha la mano y se sienta delante de mí. Primer disparo: “bueno y ¿sobre qué necesitas información?”. Con cara de pasmo le di el folleto que me había entregado la auxiliar y la vi cabecear y negar hasta que cogió el teléfono, y sin inmutarse ante mi presencia le dijo “oye, cuando quieras que informe, marca bien lo que la habéis dicho, porque esto no queda nada claro y ahora tengo que empezar desde el principio”.

Segundo disparo

A mí, en ese momento, me llega a pasar un camión por encima y me hubiese dado completamente igual, ya no estaba en ese despacho, mi mente hacía tiempo que había desconectado, pero no, no tuve fuerzas para levantarme y marcharme, sino que ahí sentadita me quedé. Vamos a por el segundo disparo.

“A ver, aquí pone que te informe sobre el precio del tratamiento completo”. No, no es un servicio de masajes o un spa para salir radiante, no me lo intentes vender como lo que no es. Usa un poquito de empatía, sonríe, hazme sentir cómoda y no sólo como quien contrata un paquete de telefonía móvil.

El esperma

El tratamiento comprendía pruebas, un intento de fecundación y, después, los gastos de medicación e ingreso ambulatorio eran aparte. Ella iba rodeando los puntos que, supuestamente, eran para nosotros y de repente va una tercera bala…

“Y en cuanto al donante, ¿ya lo tienes? Porque, de no tenerlo, te facilitamos el esperma, pero tendrás que añadir el coste”. Ups, ahí sí que ya se despertó la poca conciencia que quedaba de tu madre y algo de garra y le repliqué: “perdona, tú quieres que te especifiquen qué información tienes que dar y yo exijo que antes de hacerme esta pregunta leas bien mi informe, o preguntes si la doctora ya tiene esta información, porque te diré que en mi caso el donante tiene nombre y apellidos y será el padre de la criatura”.

Money, Money, money

Si necesitaba preguntar si este proyecto lo emprendía sola, había mil maneras de hacerlo y después de haberla escuchado hablar a la auxiliar con tanto desdén, lo mínimo es que se aplicase el cuento y fuese más diligente en su actuación, ¿no?

Salí con un presupuesto de unos 12€ y con el alma rota.

Nunca criticaré a quienes pagan este dinero o más porque al final, sea por fecundación, o adopción todo se reduce a dinero. Es así de triste, pero real. Si la naturaleza no se alía contigo, saca el talonario, punto y pelota.

Sí, me planteé también un régimen de acogida, pero por otras circunstancias que ya te explicaré más adelante, creo que mi deber con la sociedad ya está más que cubierto y no, no podría soportar la incertidumbre de una acogida temporal. Admiro enormemente a quienes durante un tiempo le dan todo el calor de un hogar a otra persona y aunque muchos, después se quedan para siempre y logran su adopción, necesitas una fortaleza mental que yo no tengo.

En el taxi

Así que, con mi carpeta repleta de consentimientos a firmar, nuevas citas que concertar y el rabo entre las piernas esperé al taxi. Curiosamente, me tocó el mismo que me había acompañado. En el viaje de ida me vio contenta, habladora (sí, como dice tu padre, tú haces hablar a las piedras). Cuando subí al taxi, el pobre señor me preguntó por mi semblante y ¡ala!, venga, a llorar. Ese hombre no sabía ni qué decir, yo cabreada con el mundo y un taxista aguantando el chaparrón, sin decir ni pío. Ahora, lo pienso y me río, pero creo que para él fueron 15 minutos muy incómodos. Bueno, le dejé una buena propina…

“Lo primero es lo primero”

Pasé la tarde en la oficina como pude y al volver a casa: vaciado de bilis a la abuela Micaela. Necesitaba que su método, “lo primero es lo primero”, hiciese efecto y así, después, le podría explicar a tu papi cómo había ido el tema.

No se sorprendió en absoluto, me dejó acabar con mis llantos y mis mocos, y me dijo algo que no olvidaré: “ahora mismo vamos a olvidarnos de estas hojas, de este día y nos centramos en los resultados que esperas de la Seguridad Social. Se acabó el querer correr y adelantar acontecimientos. Si finalmente tienes que entrar en el programa de fertilidad lo haremos y si por lo que fuese no es posible, y tu deseo de ser madre sigue siendo el mismo y tenemos que pagar, pagaremos, pero ahora no. Piensa en cómo han cambiado los resultados de tus analíticas y en lo animada que estabas y sigue así, no te rindas porque nadie te dijo que esto sería fácil y una vez que te has metido, te toca pelear hasta el final”.

A tu padre le conté bastante menos, pero sí le expliqué la parte del donante y creo que no me equivoco si recuerdo un “esta tía es gilipollas” al otro lado del teléfono. Lo que sí recuerdo, con claridad meridiana, es que él también me dijo que, si teníamos que dejarnos los ahorros o pedir un préstamo lo haríamos, pero que, por favor, no me precipitara. Lo dicho, tu abuela y tu padre son muy listos y tu madre un cohete, con la mecha muy corta.

Mucha suerte

Marzo pasó volando y teníamos cita en la Seguridad Social para abril. Exactamente, un 20 de abril. Cuando llegué al Centro Sanitario me dijeron que la doctora X estaba de baja por maternidad y que me atendería su sustituto. Ningún problema.

Si la doctora X me pareció una mujer parca en palabras, pero eficiente y muy directa, este doctor todavía fue más claro. Las pruebas habían salido todas bien y por tanto para no demorarnos me transfería sin dilación a la Unidad de Reproducción Asistida del Hospital de Referencia. Ale, mucha suerte y mucho ánimo.

Recuerda esta fecha, porque es mi cumple y espero que me regales muchos besos: 05/05. Ese día mami cumpliría 39 años y si para entonces no nos habían llamado sería más difícil, no imposible, entrar en el programa, así que de nuevo teníamos una disyuntiva: ver el vaso medio vacío y rellenarlo de frustración y lágrimas, o verlo medio lleno y pensar que esas dos semanas daban para mucho. Optamos por lo segundo y ganamos.

La cartilla rosa

Un 02/05 recibí una llamada que me cambió la vida. Se había producido una cancelación y nos citaban para el viernes 04/05 a las 11:00h. Peque, esto iba a tope y nadie nos iba a parar. La primera cita es un trámite. Es decir, mamá y papá tenían que presentarse con una serie de pruebas ya realizadas y los volantes médicos de cada uno. Llegamos; esperamos 10 minutos; una auxiliar revisó nuestros papeles y rellenó nuestros nombres en una cartilla rosa que guardaré con cariño, porque ahí empecé a creer de verdad en tu llegada.

Papá tenía que hacerse el famoso cariotipo, pero ya nos advirtieron que los resultados tardarían unos dos meses. Nos dijeron que la lista de espera para la siguiente cita, esta vez sí con los doctores, tenía una lista de espera de unos 6/7 meses, así que a tomárselo con filosofía y cómo no, seguir practicando sin horarios, sin condicionantes y sin contorsiones innecesarias…

(Continuará…, el martes, 30)

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