En el British Museum de Londres se conserva un extraño espejo de obsidiana. Este tipo de objetos eran utilizados como talismanes por las culturas precolombinas, pero este en particular tiene una curiosa historia que tiene su origen en España, concretamente en la figura de Felipe II.
Este espejo de obsidiana perteneció al monarca que levantó el complejo de El Escorial. Fue traído como regalo para Felipe II desde México, lugar donde creían que gracias al espejo se podían adquirir poderes mágicos. Por todos es sabido que el rey en cuyo Imperio no se ponía el Sol estaba interesado con las ciencias ocultas (montó un laboratorio alquímico en El Escorial).
Sin embargo, el espejo con supuestos poderes mágicos cambiará de manos en el momento que se casa María de Tudor, reina de Inglaterra e hija de Enrique VIII y Catalina de Aragón. Es en este momento cuando conoce a John Dee, uno de los magos más famosos de la Historia.
La relación de Felipe II con Dee sería muy buena. Poco le importó al monarca español que este personaje fuera temido por muchas personas, ya que decían de él que realizaba pactos con el diablo y que hacía prácticas un tanto heterodoxas.
La amistad que entablaron quedó con el regalo por parte del rey a John Dee del citado espejo de obsidiana. Se dice que el espejo fue utilizado por el mago para sus extraños experimentos, llegando incluso a invocar espíritus malignos.
Dee conservaría el espejo de obsidiana durante toda su vida. Tras su muerte, permaneció intacto con el paso de los siglos hasta que el British Museum decidió añadirlo a su colección en 1966.