28 de diciembre de 1814. Una joven de 17 entra con su marido a una de las conferencias en Londres de Andrew Crosse, un científico amateur que aseguraba haber creado una criatura en forma de insecto y que había dado vida a través de electricidad. Esta quedó sorprendida ante las teorías de Crosse y no paraba de tomar apuntes sobre lo que aquel hombre contaba. Esta joven era Mary Shelley, que cuatro años más tarde escribiría la famosa novela Frankenstein.
Andrew Crosse, personaje que dio vida al doctor Víctor Frankenstein
En España poco se ha divulgado sobre Crosse. Se sabe que nació en 1784 en la casa de campo conocida como 'Fyne Court', propiedad de su familia en en la localidad inglesa de Broomfield (Somerset).
Desde muy pequeño, Andrew Crosse estaba fascinado por las ciencias naturales y la electricidad, que por aquel entonces era un gran avance. Tras acudir a diversas conferencias, el joven comenzó a experimentar con electricidad.
A los 21 años se quedó huérfano, centrándose en sus pasiones para olvidar la pérdida de sus padres. Creó en 'Fyne Court' un laboratorio donde llevar a cabo sus experimentaciones eléctricas. Es aquí cuando decide integrar a sus investigaciones su pasión por las ciencias naturales, llevando a cabo una excéntrica idea que según él surtía efecto: crear animales y darles vida a través de la electricidad.
Según Crosse, llegó a crear un "insecto perfecto" con todo tipo de patas y cola. Aseguró que a los dos días, tras emitir al ser descargas eléctricas, comenzó a mover las patas. Después de crear este bicho, dio vida a unos cuantos más y dio a conocer su hallazgo a dos amigos. Andrew Crosse iba a convertirse en famoso, cavando su propia tumba.
Las investigaciones de Andrew Crosse, consideradas como blasfemia
Los periódicos comenzaron a hablar sobre los descubrimientos de Crosse y este comenzó a dar sus primeras conferencias en el ámbito académico. Incluso llegó a llamar la atención del eminente Faraday, precursor de la energía electromagnética.
Sin embargo, Andrew Crosse se iba a topar con una enojada comunidad religiosa, que defendía que Dios era el único capaz de crear vida. Los estamentos eclesiásticos acusaban al científico de blasfemo y sus investigaciones, propias del demonio. Incluso el reverendo Philip Smith celebró una serie de exorcismos en todas las propiedades que tenía Crosse.
El dicho popular de "con la Iglesia hemos topado" se hizo realidad y Crosse se volvió huraño y reacio a participar en eventos públicos. Se encerró en 'Fyne Court' hasta su muerte en 1855, la cual se vio incendiada días después de su fallecimiento. No se sabe si el fuego fue intencionado, pero todo su laboratorio y experimentos se perdieron bajo las llamas.
No obstante, el estrambótico personaje quedaría inmortalizado para la posteridad gracias a una fan que tenía: Mary Shelley. Por aquel entonces, Mary había oído hablar de Andrew Crosse en boca del poeta Robert Southey, el cual recomendó que fuera a una de las charlas que impartía el científico en Londres. Fue en este lugar donde la inspiración vino a la joven para que en 1818 escribiera Frankenstein, tras aquel famoso encuentro en Villa Diodati con unos cuantos escritores.
El personaje del doctor Víctor Frankenstein recuerda mucho a Andrew Crosse, un científico que quería revolucionar el mundo jugando a ser Dios hasta que cae en desgracia al ver que la Naturaleza es más fuerte y potente que cualquier ser humano.