Pablo Juan Chelmick: “Cuando el verso vuela y excita las tripas”

El último verano abrió una biblioteca en el jardín de su casa, “de acceso libre a amigos y lectores”, que no corrió más peligro que el tórrido sol que padecimos.
Edurne García Ordóñez
España
25.02.2017
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Nacido en Alemania, de origen italo-gallego y con doble nacionalidad, española y portuguesa, a Pablo Juan Chelmick Ferreira, le dio por la poesía hace años y, en la poesía sigue, entre otras actividades, por que los versos para comer no dan.

– Los versos para comer no dan, ¿verdad?

– “Preguntó un día el padre, -¿Dónde vas hijo?

– A vivir del verso, padre

– ¿Y el huerto?

Tiempo pasado volvió a preguntar el padre, ¿A dónde vienes hijo?

– Al huerto, padre

– ¿Y el verso?”.

Leídos tengo Invocar el Íntimo (2011), y Cartas de amor del Reo 69 (2013), los dos editados por Círculo Rojo, y ambas publicaciones a favor de la asociación leonesa ALMON. Relativamente reciente es el prólogo que hiciste al libro de Mª. Ángeles Ibernón, 69 Huellas Eróticas.

– Ya que estamos de versos. Este ADN tuyo, tan variado, que aglutina desde sangre germana hasta portuguesa, ¿tiene algo que ver en la creación?

– El periplo de los vientos emigrantes que condicionan las andanzas de las familias, en busca de la sal para condimentar su supervivencia, deja rastros que el olfato de la memoria transcribe en el corazón. ¿Quién, sediento, no bebe del manantial que la experiencia abre ante sus pasos? He cambiado hasta en tres ocasiones de apellidos, de nacionalidades, de padres; ilegal dentro de mi propio país, bautizado cristianamente en dos ocasiones. Hay una escuela más allá de los pupitres que por pizarra viste piel y escribe con las tizas del polvo de los días.

Desde los refugiados de la II Guerra Mundial en Polonia, a morir en las faldas del Etna, reencarnarse en la industrialización de Alemania, buscar el sol y la soledad en Andalucía, sobrevivir a la miseria del barrio de Alfama, en Lisboa; hasta el mercado negro del café en Galicia, los huesos guardan mucho que escuchar.

– Cuando leo tu obra, y lo haga a menudo mi querido Pablo Juan Chelmick, asalta el amor y el sexo en igual medida, quizás más sexo. ¿En qué estamos?

Cuando el verso vuela y excita las tripas

devuelve en eco la piel que se escama en la palabra,

semilla que germina dentro para ser el íntimo,

donde eclosiona el gemido

en el poro abierto de un monosílabo primitivo que quema,

invocando la caricia vertida en cenizas

que la lengua devora”. ‘Astillas’ (de Invocar el Íntimo)

– Somos el resultado de aquel primigenio acto sexual entre elementos químicos, somos sexo antes que amor. El sexo es una prioridad de la vida para abrirse camino, el amor es una reacción intuitiva de los elementos químicos que nos componen para procurar el sexo. Podemos desvincular el amor de nuestro origen, salvedad, ¿quién demuestra que la piedra no ama el agua que la transforma, que el viento no ama las hojas que mueve?, el amor surge con el posesivo de la propiedad, una herramienta para garantizar la satisfacción del deseo y, a través de éste, el salvoconducto de la especie en el transcurrir del tiempo.

[Sumario]

El amor establece un orden en la anarquía de la atracción a través de un sentimiento de afecto, de amistad, de compromiso, de fidelidad; un acto de atención, apoyo, protección, entre miembros; independiente al género elegido, sin límites, que perdura a través del tiempo.

El sexo es finito, ocasional, una satisfacción fugaz innata al instinto animal.

Esconder el sexo entre palabras de amor no deja de ser un juego para provocar el deseo del lector, que sea su imaginación quien provoque la excitación sin un sexo explícito.

– Trabajas en un proyecto, ‘Versos al vacío’, que va a retar al lector a extraer un libro enlatado. Dame detalles, que estoy impaciente.

Versos al Vacío surgió en el azar de un vicio, guardaba las cajetillas metálicas de tabaco por impulso, el vació no es una nada, somos el espacio ocupado en un vacío universal. Abrir una lata de picadura era como abrir un libro, respirar su aroma, mullir su textura; en este caso, un libro nocivo. De ese gesto surgió la idea: darle una vida útil a la muerte que encerraban sus letras.

Encierra en sus entrañas breves textos escritos a plumilla que recogen poemas, haikus, frases, sentencias…Los volúmenes van adheridos dentro de estas pequeñas cajas metálicas de tabaco, recicladas, tras su uso, y decoradas a mano con técnicas pictóricas, y de encuadernación manual.

Este libreto es el complemento de un libro de relatos breves y poesía urbana, ilustrado, que tiene previsto salir a la luz en la primavera de este año.

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