Paquita Salas ha vuelto pero esta vez no tiene un plan. A pesar de que su retorno ha sido por el gigante Netflix, la representante de actores se encuentra en sus horas más baja (en la ficción, por supuesto, en la realidad está en pleno auge). Dicen que de los peores momentos más se aprende, y por tanto, más enseñas.
Y en esta temporada Paquita Salas nos enseña muchas cosas mientras navega entre la comedia y el drama. Más en drama que en comedia, pero para compensar nos trae los momentos más divertidos de lo que llevamos de serie.
Paquita en esta temporada ha conseguido que empaticemos aún más con ella. Todo ello gracias, por supuesto, al actor que la interpreta, Brays Efe, que se ha dejado la piel en ella. Ama a su personaje, la entiende y le perdona sus fallos y eso lo transmite. Llevábamos un tiempo previniendo que Efe se convertiría en un animal interpretativo y en esta temporada nos lo ha confirmado (Ojo al maravilloso capítulo que él firma como guionista).
Pero todo esto no sería posible sin sus directores y guionistas Javier Ambrossi y Javier Calvo. Durante esta segunda temporada han tenido clarísimo qué querían contar, cómo y por qué. Convirtiendo estos nuevos episodios en un homenaje a las mujeres, y en concreto, a las actrices. En un canto de amor al arte y a la pasión por él. En una preciosa nana que acuna a los artistas, los valora y los reconoce.
Por ello, los seguidores de Paquita Salas la amamos. Por su generosidad, por estar casada con su trabajo, por su valor y sobre todo por su lucha.
De esta temporada plagada de cameos, que no dejarán indiferente a nadie, lo único malo que se puede decir de ella es que es muy corta y la espera de la tercera temporada se hace muy larga.