Las adaptaciones cinematográficas de obras literarias siempre son difíciles, el lenguaje es muy diferente y es lo que creo que le pasa a esta película, a pesar de que el guionista es el propio Ian McEwan.
La película empieza con los dos protagonistas recién casados y disfrutando de su luna de miel, en un hotelito en la playa de Chesil. Todo muy bonito e idílico por parte de los enamorados que se profesan amor y palabras bonitas, pero no se les ve cómodos y poco a poco vemos por qué. Ambos se quieren, pero no se desean a partes iguales. Mientras vamos descubriendo esto, se nos muestra pequeñas pinceladas de su pasado a través de flashbacks, que en ocasiones son bastante turbadores y dejan al espectador un poco confundido.
Florence y Edward se conocerán por casualidad y se enamorarán, pero no sabrán llevarlo más allá por la cuestión tabú del sexo en la Inglaterra de los años 60 en la que está ambientada la película.
Se podría decir que La playa de Chesil es el descubrimiento de la sexualidad de estos dos jóvenes interpretados con delicadeza y buen hacer por parte de la nominada a los Oscar por LadyBird, Saoirse Ronan y Billy Howle. Pero en realidad creo que más bien, la película habla de la incapacidad para comunicarse con la persona amada y eso siempre genera consecuencias.
La playa de Chesil es una película bastante prescindible, a parte de las actuaciones de los actores y de la excelente banda sonora, hay que destacar la fotografía de esos prados con bruma y animales de fondo que trasmiten paz.