En los últimos años, las carreras de Humanidades han experimentado un retroceso a favor de las carreras de Ciencias. Socialmente y, sobre todo, desde un punto de vista laboral y económico, se le da mucho más valor a estudiar una ingeniería o saber programar un ordenador que a tener conocimientos de filosofía o haber estudiado los dictadores de América latina. Sin embargo, son muchos los expertos e incluso científicos que están reclamando el papel fundamental que juegan las humanidades en la educación de una sociedad, su sensibilidad… en definitiva, elementos que hacen que un ser humano sea, precisamente eso, humano.
Materias como arte, filología, historia… son fundamentales para comprender la evolución de la humanidad, las diferentes claves históricas que nos han traído hasta el momento y la situación actuales. Pero, además, son trascendentales a la hora de reconocer tanto los avances como los retrocesos para, mantener los primeros, y aprender a no volver a cometer los segundos. La historia o el arte dan lecciones muy diferentes a las de las matemáticas o la física. Estas últimas son materias homogeneizadoras mientras que las humanidades crean diversidades culturales que enriquecen al ser humano.
El ejemplo del extraterrestre
Pese a que son las ciencias las que tiene una mayor fama y prestigio actualmente, no son pocos los científicos que insisten en la importancia de las humanidades. Por ejemplo, Edward O. Wilson, biólogo y ganador en dos ocasiones del premio Pulitzer. Wilson lo explica muy bien en su libro ‘The Meaning of Human Existence’, donde hace un análisis de aquellos rasgos que diferencian al ser humano del resto de especies. Y son las humanidades precisamente la piedra angular para explicarlo. Para ello, en uno de sus argumentos trata de que veamos nuestra sociedad desde los ojos de un extraterrestre. Si un habitante de otra galaxia viniese al planeta Tierra, ¿qué le atraería más? ¿Qué sería más trascendente e interesante para él? ¿el último modelo de iPhone o nuestra cultura, arte o pensamiento? Probablemente, no tendríamos mucho que mostrarle o enseñarle a nivel tecnológico pero si en el ámbito de las humanidades.
Pero, ¿por qué merece la pena estudiar humanidades? ¿Qué aportan en contraposición con las ciencias? Son innumerables los beneficios de historia, arte, filologías… La formación humanística nos hace comprender que el hoy procede del ayer, de las decisiones tomadas en el pasado. Comprender esa conexión nos llevará hacia un futuro mejor. Al final, los problemas de nuestra sociedad se resolverán con un cambio de actitud personal.
Los avances tecnológicos nos facilitan la vida pero tienen fecha de caducidad. Por eso, deben ir de la mano de las humanidades, para que, entre las dos, de forma complementaria, superen los retos laborales, familiares y humanos.