Encarnación Domingo está en un momento de plena madurez creativa y de máximo reconocimiento a su trayectoria, a sus búsquedas de un lenguaje que la identifica y la hace única. Del 7 al 30 de abril, en la galería de arte Ángel Cantero, de León, muestras sus últimas creaciones.
Aunque las temáticas de sus obras abarcan desde la crítica social hasta el medio ambiente, la contaminación y la energía limpia, pues para ella el ser humano y la naturaleza están irremediablemente unidos, la artista asturiana multidisciplinar desde siempre ha experimentado con la representación del entorno que la rodea, por medio de técnicas poco convencionales, pictóricas o escultóricas. A nivel plástico le gusta trabajar desde el óleo, el acrílico, el collage, la escultura o el grabado; pero el material que más asociamos a su lenguaje personal es el aluminio.
“La búsqueda de la luz y la transmisión de emociones han sido siempre una constante en mi obra. Esta investigación me ha llevado a utilizar como soporte el aluminio. A través de él, mis obras cobran vida gracias a la luz que se refleja en ellas, su constante desplazamiento logra que la pieza cambie perpetuamente, lo mismo que sucede con la luz de los días. De este modo mi trabajo se llena de vida, cambia, se transforma…; se convierte en el reflejo de la constante visión inconformista de la artista”.
En la exposición ‘Sensaciones’ que ahora presenta en la galería Ángel Cantero, Encarnación Domingo se inspira en el paisaje costero más cercano, que esquematiza en su memoria para crear composiciones que a veces se podrían calificar de exclusivamente abstractas y minimalistas, frente a otras que fusionan la geometría con una figuración ligeramente más orgánica. Pero en todos los casos, su objetivo es ilustrar una visión parcial física y emocional, motivada por presentar lo que puede sentirse cuando se contempla el horizonte.
En este estilo tan personal que oscila entre lo figurativo y lo abstracto, nos presenta una colección de paisajes en aluminio creados por medio de ácidos y abrasivos, y con aportes muy medidos de pintura, que imprimen en superficie texturas evocadoras, sutiles, y perceptibles sólo con ayuda de la luz que incide sobre ellas, y gracias a la cual el motivo representado muta constantemente, del mismo modo que la luz transforma continuamente nuestra percepción -en la naturaleza- de los motivos reales que inspiran esas obras.
Encarnación Domingo nos regala una visión del mar y el paisaje alejada de convencionalismos, donde las dunas y las marismas se ven interrumpidas por geométricas y dulces líneas de horizonte, que Encarnación parece haber tomado prestadas de Barnett Newman, para dividir a su antojo el soporte y para configurar un nuevo horizonte a su medida.