Habitualmente, los actores y estrellas del mundo mediático se caracterizan por la perfección de sus dentaduras. Es la consecuencia lógica de la dictadura de la imagen impuesta por la industria audiovisual.
Sin embargo, esta misma industria está desarrollando nuevas estrategias publicitarias, más acordes con las corrientes ideológicas actuales: la diversidad y la diferenciación se convierten así en herramientas para dar mayor visibilidad a las estrellas. Claros ejemplos de estas técnicas de marketing diferencial son las enormes posaderas artificiales de la Kardashian, o el diastema de Madonna.
Qué es un diastema
Un diastema es una separación anormal entre dos dientes. El caso más habitual y visible ocurre cuando los dientes afectados son los incisivos superiores, comúnmente conocidos como los dos paletos.
Hasta ahora, lo habitual era que las personas con diastema quisieran corregir el problema. Pero, de un tiempo a esta parte, los odontólogos están encontrándose con la circunstancia contraria: gente que quiere provocarse un diastema voluntariamente, o incluso aumentar el que ya tiene de forma natural.
Y este fenómeno, evidentemente, tiene su claro origen en la influencia mediática que Madonna y otros personajes públicos ejercen sobre el conjunto de la población, especialmente en la más joven.
El diastema de Madonna
En sus orígenes, la exitosa cantante y actriz sufría un diastema natural. A lo largo de su carrera, lo ha corregido en varias ocasiones, para posteriormente volver a lucirlo, dependiendo de los papeles que tenía que interpretar.
Madonna es un claro ejemplo de cómo convertir ese pequeño defecto en una marca de identidad personal, junto con otros famosos como Arnold Schwarzenegger, Celia Cruz o Lara Stone.
Ciertamente, puede entrar dentro de lo correcto no querer retocarse los dientes si no existe ningún problema grave que afecte a la salud dental. Pero ¿es conveniente provocar un diastema de forma deliberada, con el fin de apuntarse a una moda probablemente pasajera?
Lo que dicen los dentistas
La opinión de los profesionales de la odontología es unánime al respecto: los diastemas naturales pueden ser reflejo de problemas mandibulares, que con el paso de los años podrían afectar seriamente a la salud. Por lo tanto, la mejor opción es dejar que un odontólogo evalúe las causas del diastema, mediante las oportunas pruebas diagnósticas.
Habrá casos en que no sea necesario hacer nada, quedando una posible corrección a la libre elección del paciente. Y en otras ocasiones, será necesario corregir los trastornos de fondo que provocan la aparición del diastema, a fin de evitar su agravamiento.
Respecto a la incipiente moda de provocarse un diastema de forma voluntaria, ocurre lo mismo, la unanimidad es absoluta. Resulta del todo contraproducente separar artificialmente unas piezas dentales que no presentan ningún problema, pues se corre el riesgo de provocar alteraciones futuras en la mandíbula y en el resto de la dentadura.
Y es que, para los dientes también deben aplicarse esas dos normas de sentido común, que sirven para cualquier situación o circunstancia vital, y que a menudo olvidamos: si algo está funcionando bien, no lo toques; y los experimentos, mejor con gaseosa.