Seguramente habrás notado lo que todos, al entrar al buscador de Google, en lugar de las típicas letras multicolores, luce una linda pizarra verde como en el primario y una criatura de un personaje dibujado que hace estudios en un laboratorio científico. Sí, esa es la divertida forma en que el buscador más importante del planeta nos hace un giño sobre algún acontecimiento importante en la historia de la humanidad que es digno de recordar con sus famosos Doodles.
Bien, quien aparece en la pizarra no es otro que Julius Lothar Meyer, creador junto con Dimitri Mendeléiev, de la famosa tabla periódica de los elementos químicos y de quien hoy se celebra el 190 aniversario de su nacimiento. Interesante hallazgo que nos ayuda a comprender la ciencia hoy, ¿verdad?, o, ¿cuál es su importancia?
Seamos sinceros, la verdad es que más allá de la bonita animación de Google y lo que sabemos más allá de la primera línea de la reseña del buscador en la que se habla de competencia sana entre ambos científicos por diseñar tan linda tabla, persiste una pregunta mucho más importante, ¿para qué sirve la tabla periódica de los elementos? En serio, no hay en la memoria el recuerdo útil de alguna clase que responda esta pregunta, en cambio sí, muchos bostezos.
Ese es el problema. En lo que se convirtió en una revancha contra memoria y la saciedad cognitiva, no hubo un solo tutorial den YouTube que resolviera a cabalidad una duda tan descarada después de tantos años y fue entonces que planteé esa pregunta volviendo a ser un niño que lo ignora todo: ¿Para qué sirve la tabla periódica de los elementos químicos? La respuesta es más o menos lo siguiente.
El hallazgo de Mendeléiev y Meyer, no es otra cosa que la forma en que el hombre comprende el universo, es decir, de qué forma está hecho. Vaya, sí el universo fuera un inmenso pastel, a través de la tabla periódica podríamos saber cuáles son sus ingredientes, todos y cada uno. Suena bien.
Partamos desde el punto de vista de que todo cuanto nos rodea, está formado por átomos. Los átomos a su vez tienen dos propiedades: un núcleo y una corteza. En el núcleo, están contenidos los protones y los neutrones, y en la corteza, como si cortejasen a una bella dama contestemente, se encuentran los electrones, flotando y cuidando el contenido de su corteza.
Tomando en cuenta lo anterior, lo que nombra a cada uno de los elementos, es decir, los átomos que forman ese gran pastel, es la cantidad de protones, sin importar el número de neutrones o electrones que éste posea. Entonces, aquel átomo que posee solo un protón, se le denomina Hidrogeno y es el único con esa característica, de ahí que le pueda ver en la cima de la tabla. El carbono, por ejemplo, tiene 6 protones.
Ahora, todo esto no nos dice nada de la forma en que los elementos químicos están agrupados en la tabla periódica. Ok, eso no es otra cosa que la necesidad de los elementos por un hogar como todos nosotros; la tabla periódica en el edificio de renta de los elementos y se agrupan de mayor a menor, de acuerdo a el número de electrones que el átomo posee.
Dijimos que los electrones son pequeños caballeros que cortejan tanto a los protones como a los neutrones y que de ese modo están flotando en la capa del átomo. Bueno, supongamos que son tantos que de pronto no caben en la primera capa del átomo y hay que usar más. Bien, cada capa en la que se encuentran flotando los electrones, son las filas de arriba abajo, que ocupará el elemento, son los pisos del edificio.
Al tener agrupados los elementos de esta manera y saber cuál es su comportamiento al interactuar con el entorno, me hace suponer que es la manera en que cada vez tenemos mejores autos, ropa más resistente y hasta alimentos mucho más amables con el cuerpo y el ambiente, pues, esa es la gran formula del universo, saber cómo interactúan sus composiciones moleculares para estudiarlas y predecirlas a nuestro favor, que nuestra vida sea más llevadera.
Por el momento, siento que hay que adentrarse más, pero se siente bien romper con una deuda de la educación primeria elemental, y todo esto se lo debo a Martín Pérez Estébanez (en YouTube), quien, por lo pronto, se convierte en un genio de la química, ya que lo difícil no es explicar algo sino hacer de algo complejo, algo simple. Ah, y felicidades a Julius, que, de no ser por él, nada de esto tendría sentido. Enhorabuena.