El clima representa el conjunto de condiciones atmosféricas que caracterizan una región. Esas condiciones, no obstante, son consecuencia de una interacción global entre la tierra sumergida, la vegetación, el hielo, la atmósfera y el océano. "Teniendo en cuenta que los océanos ocupan el 75% de la superficie terrestre, la influencia que estos tienen sobre el clima es muy fuerte, y viceversa, los cambios en el clima influyen fuertemente en los océanos. En nuestro grupo nos dedicamos al estudio de la paleoceanografía, donde buscamos y analizamos las evidencias de cómo ha cambiado el océano en los diferentes periodos o intervalos climáticos. Nuestro estudio se centra en el Golfo de Bizkaia, que es el trozo de océano que tenemos delante de nuestras costas", describe Julio Rodríguez Lázaro, uno de los autores del estudio.
En un trabajo, recientemente publicado en la revista Quaternary International, este grupo, formado principalmente por investigadoras, ha detallado con gran precisión muchos de los eventos climáticos que han sucedido en los últimos 37 años. Para ello, han recurrido al estudio de los microfósiles de 176 especies de foraminíferos bénticos, obtenidos de sondeos del fondo oceánico. Los foraminíferos estudiados son unos pequeños seres marinos (una sola célula, pero muy grande); caracterizados por una concha de carbonato, del tamaño de granos de arena, muy utilizados en paleoceanografía, porque dependiendo de las especies que abundan en una época geológica u otra, "conocemos las condiciones que se daban en ese lugar y en ese periodo concreto. Este análisis faunístico es posible porque muchas de las especies de foraminíferos son muy sensibles a los parámetros medioambientales básicos, como la temperatura, la concentración de oxígeno o el contenido de materia orgánica", explica el investigador.
Así, han podido identificar en el sedimento del Golfo de Bizkaia investigado, evidencias de los episodios climáticos conocidos, tanto los periodos fríos, como el Younger Dryas o eventos Heinrich, como los intervalos cálidos, Bolling-Allerod, o el Holoceno, sucedidos a lo largo de la historia geológica reciente, que comprende los últimos milenios. Además, consideran la identificación de las 176 especies de foraminíferos bentónicos descritas como "una contribución al conocimiento de la biodiversidad existente en el Golfo de Bizkaia durante el periodo Cuaternario".
Implicación de los océanos en el clima global
Más allá de los últimos 37 años, el grupo de investigación trabaja en la detección de los cambios climáticos habidos en el Golfo de Bizkaia desde hace 150 años. "El clima del planeta en este periodo de tiempo se caracteriza por la alternancia brusca de periodos cálidos y fríos, y estos cambios climáticos parecen haber ocurrido cada 1.500 años aproximadamente. El calentamiento (hasta 10º C) se produce en pocas décadas, mientras que el enfriamiento ocurre a lo largo de varios siglos. Cuando ocurre un enfriamiento, la consecuencia es que el agua del océano Atlántico norte se enfría a la vez que ocurre una descarga masiva de icebergs procedentes de la fragmentación de las capas de hielo en el Océano Ártico, y esto conlleva un periodo climático frío en el hemisferio norte", explica el investigador.
Estos cambios climáticos rápidos son producidos por alteraciones de la llamada AMOC (Atlantic Meridional Overturnig Circulation), que es el transporte de calor que se da desde el Atlántico sur hacia el norte a través de los movimientos de las masas de aguas oceánicas, donde las aguas cálidas tropicales, menos densas, se mueven hacia el norte, mientras que las frías y densas aguas del Atlántico norte se dirigen en profundidad hacia el sur. Estos movimientos de agua modifican en su tránsito no solo el clima de Europa, templándolo, sino del conjunto del planeta. La AMOC se altera cuando hay entrada de aguas poco salinas en el Ártico, por el deshielo del permafrost, así como por cambios del espesor del hielo en estas latitudes árticas.
El momento geológico que estamos viviendo ahora es una época interglaciar "o cálida" (Holoceno), y "si fuéramos al ritmo que ha transcurrido en los intervalos de frío y calor anteriores, deberíamos estar yendo hacia un enfriamiento, pero esto no está ocurriendo. Debido a la actividad humana, estamos alterando ese ciclo, estamos modificando el equilibrio natural. Y esto podría tener consecuencias graves en los siguientes ciclos climáticos de un futuro próximo", concluye.