El brote de SARS-CoV-2 plantea un gran desafío para tomar medidas inmediatas con el fin de reducir drásticamente su transmisión en espacios interiores. Diversos estudios demuestran que la transmisión del virus sigue dos caminos principales: por un lado, puede transmitirse a través del aire en gotitas exhaladas por personas infectadas e inhaladas por personas sanas. Por otro lado, puede depositarse en superficies desde exhalaciones o por contacto y ser transportado a la boca, nariz y ojos a través de las manos.
Se barajan diversas medidas para prevenir la transmisión de esta enfermedad. Las más comunes son el uso de mascarillas u otras protecciones físicas. Si se emplean adecuadamente, han demostrado ser altamente efectivas, aunque su eficacia depende de la responsabilidad cívica de la población.
Una serie de estudios sugiere que el virus en espacios interiores tiene una tasa de transmisión mucho mayor que en el exterior. Se ha postulado el uso de filtros y productos químicos como posibles soluciones para minimizar este problema. Sin embargo, a pesar de su eficiencia para reducir la concentración de partículas y gotas contaminadas a través de sistemas de ventilación, su instalación puede resultar costosa y lenta. Existen además productos químicos como el ozono que son muy efectivos para la desinfección de virus, pero que si se usan incorrectamente son perjudiciales para los seres humanos.
Expertos en campos de virología han estudiado los posibles métodos para prevenir la propagación del SARS-CoV-2 en espacios interiores. Tras el análisis que han llevado a cabo, consideran que puede ser una medida particularmente eficiente, fácil de implementar y económicamente asequible: la inactivación del virus mediante luz ultravioleta.
El estudio ofrece información sobre las diversas fuentes de luz ultravioleta UV-C disponibles actualmente (lámparas fluorescentes, plasmas de microcavidad y LEDs). Al irradiar este tipo de luz dentro de los sistemas de ventilación de los edificios y en espacios interiores compartidos mientras no están en uso, es posible desactivar rápida y eficientemente los virus SARS-CoV-2 dispersados en el aire y depositados sobre superficies.
También han estudiado los costes e inversiones para el desarrollo e implementación de esta tecnología. Consideran que una inversión global de capital (a nivel mundial) de unos pocos miles de millones de dólares en fuentes de UV-C podría proteger aproximadamente a mil millones de personas en espacios interiores en todo el mundo.