Según las monografías de la Comisión E de Alemania y los informes elaborados por la Organización Mundial de la Salud, el ginkgo biloba puede suponer una ayuda para el tratamiento de muchas enfermedades, especialmente de aquellas relacionadas con la vejez, gracias a sus propiedades neuroprotectoras.
Antiguamente sus hojas se usaban para el tratamiento de problemas de pulmón y corazón, aunque en la actualidad, la Comisión E de Alemania ha autorizado el uso interno de ginkgo para el tratamiento de los síntomas asociados a diferentes problemas cerebrales, como la demencia senil, demencia vascular o la enfermedad de Alzheimer, que cursan con pérdida de memoria, falta de concentración, vértigos, zumbidos y dolor de cabeza.
Al igual que el cardo mariano, también se emplea en caso de diferentes alteraciones circulatorias tanto a nivel central: insuficiencia de riego cerebral, como periférico: claudicación intermitente (insuficiencia vascular periférica) y afecciones venosas de diferente tipo (varices, hemorroides, fragilidad capilar, flebitis, tromboflebitis y prevención de tromboembolismos).
La Organización Mundial de la Salud reiteró los usos aprobados por la Comisión E de Alemania, añadiendo su posible ayuda en el tratamiento de la enfermedad de Raynaud de causa desconocida, la enfermedad de Crocq (acrocianosis) y el síndrobe post-flebítico.
En la actualidad se están investigando nuevos usos del ginkgo para la protección del mal de las alturas, degeneración macular, retinopatía diabética y disfunción eréctil en los varones.
En medicina tradicional china, el té elaborado con las semillas de ginkgo se emplea para tratar numerosos problemas, particularmente el asma y otras enfermedades respiratorias.
Antes de comenzar cualquier tratamiento con ginkgo, es necesario un diagnóstico de los síntomas para descartar posibles enfermedades subyacentes que deban ser tratadas de manera específica.