Se sabe que el modelo energético actual no es sostenible y que debe llevarse a cabo la transición hacia un patrón que sí lo sea, por tres razones fundamentales: los problemas ambientales derivados del uso de combustibles fósiles; el agotamiento de estos combustibles y las injusticias sociales que genera el actual modelo energético (impactos durante la extracción y tratamiento de los recursos energéticos, la pobreza energética o la carencia de decisiones democráticas durante el diseño del sistema energético).
Por otra parte, los Objetivos de Desarrollo Sostenible de las Naciones Unidas (Sustainable Development Goals) apuntan a que se debe fomentar un modelo energético sostenible y accesible para toda persona, lo cual mitigue las diferencias económicas de la sociedad y que busque un consumo responsable.
Basándose en todo ello, Ortzi Akizu-Gardoki, ha investigado los modelos de transición energética que lleven a un desarrollo socioeconómico sostenible. La investigación consta de tres partes, y aborda el tema también desde tres puntos de vista: el análisis conceptual de la transición energética llevada a cabo en diferentes países; el estudio de la capacidad de cambio de las pequeñas comunidades y el cálculo de la huella energética y su relación con el desarrollo humano.
Análisis realizados
Ha realizado un análisis cualitativo multidisciplinar de las transiciones energéticas que están llevando a cabo cinco países, tanto del Sur Global como del Norte Global: Cuba, Ecuador, Brasil, España y Alemania.
Esta primera parte le ha llevado a cabo en colaboración con los grupos de investigación Ekopol y Parte Hartuz de la UPV-EHU y el movimiento social Ekologistak Martxan.
Así, "hemos tratado de definir los objetivos fundamentales para poner en marcha la transición energética inclusiva y justa, considerando las reivindicaciones de las realidades globales existentes", explica Akizu-Gardoki.
Por otra parte, he hecho un análisis cuantitativo de las ventajas que aportan las transiciones energéticas de tres comunidades intencionales alemanas de pequeña escala surgidas de abajo a arriba (bottom-up), y las ha comparado con la realidad energética nacional de Alemania. De esta manera, "hemos visto qué avances de reducción de consumo y producción de energía renovable han conseguido dichas comunidades en relación a la transición energética estatal", explica.
Por último, se ha analizado el consumo energético de 126 países de todo el mundo, considerando la huella energética: "hemos calculado la huella energética de cada país, contabilizando la energía embebida en productos y servicios que importamos, y hemos analizado cómo se reparte el consumo energético a nivel mundial según el modelo productivo actual", continúa.
Huella energética
Akizu-Gardoki explica que con el actual sistema de cálculo del consumo energético nacional no se tiene en cuenta la energía total que consumimos. Es por esto que, "los países más desarrollados como Dinamarca, Austria o Suiza, considerados como ejemplares en lo que respecta a la reducción del consumo energético nacional, no tienen en cuenta la energía que consumen en otros países, cuando, por ejemplo, trasladan su industria a países más pobres, o no cuantifican la energía que se ha consumido en la producción de los productos que importan; al contrario, ese consumo de energía se imputa al país en el que se han producido los productos importados". De hecho, "para disminuir el consumo energético doméstico compramos dispositivos de bajo consumo (frigoríficos, cocinas, bombillas, televisiones, lavadoras, coches…); pero cabe la posibilidad de que un "gesto de consumo" de este tipo no sea favorable a una transición energética real, porque puede que para producir e importar todos esos nuevos productos tan eficientes se haya necesitado más energía de la que ahorra", explica.
Por tanto, el investigador explica que existe un error de cálculo: "Todo el mundo sabe que la huella energética existe, pero estamos buscando la manera de cuantificarla".
En ese sentido, en esta investigación han propuesto un índice para calcular y visualizar la citada huella, el indicador de flujos energéticos ocultos (HEF, Hidden Energy Flows), con el que han detectado, entre otros, "que 11 países que consideran estar disminuyendo su consumo energético, están en realidad aumentándolo, pero de forma oculta, fuera de sus límites nacionales".
Este indicador pone de manifiesto que la tendencia a comprar más productos eficientes no necesariamente reduce el consumo energético global, sino que sólo genera un desplazamiento del lugar del consumo, generando un espejismo de reducción en los países no productores". Es decir, "pone en evidencia que no se puede tan fácilmente reducir consumiendo" y que la transición energética necesita más herramientas que la del consumismo.