El pasado 17 de julio la Organización Mundial de la Salud (OMS) informó que la República Democrática del Congo está atravesando una grave epidemia de Ébola. Según la entidad se trata de "una emergencia de salud pública internacional".
El brote, que empezó en agosto de 2018, se ha transformado en la mayor epidemia registrada en el país y la segunda mayor de la historia, con más de 2.500 casos confirmados y más de 1.600 muertes declaradas, en virtud de los últimos datos de la OMS. Por estas razones, los retos para controlarla no dejan de incrementar.
En estos instantes, la velocidad de contagio es uno de los factores más preocupantes en la sociedad. “Las señales son claras: la gente sigue muriendo en las comunidades, los trabajadores sanitarios continúan infectándose y la transmisión no se detiene. La epidemia no está bajo control y necesitamos un cambio de marcha, de velocidad: pero este cambio no debe realizarse a costa de las restricciones de movimiento ni del uso de medidas coercitivas sobre la población afectada. Las comunidades y los pacientes deben estar en el centro de la respuesta, deben ser participantes activos de la misma”, explica la presidenta internacional de Médicos Sin Fronteras (MSF) Joanne Liu mediante una nota de prensa.
“En MSF hemos sufrido de primera mano lo difícil que es responder a esta epidemia. Necesitamos hacer balance de lo que funciona y de lo que no. En un contexto donde el seguimiento de contactos no es plenamente efectivo y no se llega a todas las personas afectadas, requerimos un enfoque de mayor envergadura para la prevención de la epidemia, lo que significa un mayor acceso a la vacunación de la población para reducir la transmisión", sostiene.
Es innegable que dar respuesta al brote de Ébola supone un gran desafío. Hay que tener presente también que el país es escenario de un violento conflicto que dura décadas y los enfrentamientos entre distintos sectores de la población han llegado a afectar a los centros de tratamiento, que han sido atacados en diversas ocasiones.
Esta violencia fuerza a los ciudadanos a huir de unos lugares a otras zonas en busca de refugio, lo que dificulta aún más controlar potenciales casos de infección y realizar el seguimiento de los contactos de los casos positivos, esencial para cortar la cadena de transmisión de la enfermedad.
Desde MSF consideran que necesitan “involucrar a la comunidad y adaptar la intervención a las expectativas de la población, integrar las acciones de atención al Ébola en el sistema local de salud y ofrecer a las personas opciones a la hora de cuidar de su salud, incluyendo la posibilidad de ser vacunados contra el virus”.
Para tener la confianza de la diversa está resultando fundamental el trabajo de los promotores de salud comunitarios. Su tarea se centra en recorrer las comunidades para tratar de contrarrestar el miedo y los rumores; conseguiendo así que la población acuda a los centros de tratamiento.
"No dejes que tus amigos y familiares mueran en casa cuando hay tratamiento gratuito en los centros de salud" es el mensaje que repiten, una y otra vez, en todos los pueblos a los que se desplazan.
