Que la temperatura en nuestro planeta se ha vuelto imprevisible no es una novedad. Desde los primeros registros fiables, en 1880, hemos sido protagonistas y principales causantes de unos grados Celsius que no han parado de ir en aumento.
¿Qué pasa con este 2017?
Para algunos meteorólogos, 2017 se había convertido en toda una incógnita. Por otro lado, no existían suficientes estudios que pudieran asegurar cómo se portaría el clima durante el invierno. Recientemente, el Instituto Goddard para Estudios Espaciales (GISS) de la NASA, ha realizado un análisis de la temperatura media global de enero.
Apoyándose en toda información recopilada de hasta 6300 estaciones meteorológicas de todo el planeta, han descubierto que los resultados de 2017 no coinciden con ninguno de los pronósticos: enero de 2017 está siendo más frío que el año anterior.
Con 0’20 ºC menos que en 2016, el mes pasado ha sido, por 0’92 ºC, más cálido que la temperatura media de los meses de enero correspondientes a los años entre 1951 y 1980.
¿Cómo y dónde llevan a cabo estos registros de temperatura?
Según el mapa de anomalías, cabe destacar que mientras que Europa, Oriente Medio y el norte de África ha resistido temperaturas más frías, en otras zonas como América del Norte y Siberia los grados se han elevado más respecto a otros años. Los registros mensuales recogen las temperaturas a través de la información proporcionada por las estaciones de investigación antárticas y unos instrumentos similares a buques y boyas que miden la temperatura de la superficie del mar en diferentes puntos del planeta.