Los 2 búlgaros que iban en el barco, al avistar a la patrullera, prendieron fuego a la nave para quemar la carga, pero fueron abordados y arrestados, en la tarde de ayer, jueves, 26.

Vamos a tener tiempo sobrado para criticar al Gobierno, a la oposición y a colaterales; a lo público y lo privado, en un encierro que, hasta cuando se levante, ha fracturado esquemas.

Recientemente han detenido a 11 personas en Málaga y Madrid, acusados de robar vehículos en Alemania y República Checa, y venderlos por debajo de su tasación, con papeles falsos.

Ha ocurrido en Montaverner (Valencia), cuando un empresario abre las puertas del container que contenía la mercancía importada, y se encuentra con un montón de bultos sospechosos.

Agotados; están agotados, de trabajar, hora tras hora, entubando, reanimando, aplicando medicamentos; dan toda su vida para salvar la del otro y muchos se han infectado.

Es de alucine que hasta ayer, viernes, más de 30 personas han sido multadas por no tener motivo justificado de estar en la calle, durante el estado de Alarma decretado por el Gobierno.

Cuando leí el artículo de James Livingston, profesor de Historia en la Universidad de Rutgers (Nueva Jersey), supe que algún día me vendría como anillo al dedo. Hoy puede ser un gran día.

Puede resultar curioso que jóvenes de territorios privilegiados se unan a los narcotraficantes, y maten por 4 euros, en la costa mediterránea de la droga. Europa: tenemos un problema.

Cómo no, mientras pedimos medidas inmediatas al Gobierno para que la pandemia no nos arruine, siempre hay quien se frota las manos y ve negocio en la desgracia, con todo descaro.

Pues sí que estamos ahora para poco más que no contagiarnos, no contagiar, hacer frente a los pagos y lo que venga; como para mirar más allá de la frontera de la ventana al patio o la calle.