Policía Nacional acaba con una de las mayores bandas criminales, asentada en 15 provincias españolas, con la detención de 21 personas y la incautación de un arsenal de guerra ilegal.

En poco más de 6 meses han sabido domesticar a la humanidad, para volver a saquearla y arrebatarle la deseada libertad, de la que siempre carece: solo ha hecho falta un virus.

Esto es un no dar abasto y trabajar a cuatro manos, en las costas y carreteras, porque la pandemia no pone freno al negocio del narcótico, que esperan los consumidores impacientes.

Ha funcionado con la estructura e infraestructura de una pyme convencional y ha dado servicio a más de 2 clientes, satisfechos con las condiciones, el plazo de entrega y la discreción.

Los 5 apresados residen en Badalona, Sabadell y El Pla del Penedès (Barcelona), y se les ha incautado 160 kilos de marihuana, 71 de hachís, 52 de éxtasis, 1 de ketamina y 6 de cristal.

Vivían hacinadas en el sótano del domicilio utilizado de prostíbulo, bajo control y vigilancia por cámaras, mientras los proxenetas traficaban con estupefacientes con el sistema del telecoca.

La organización traía a migrantes irregulares a España, para distribuirlos por Francia, Bélgica, Alemania y Portugal, por unos 750 euros, para ser explotados en trabajos precarios.

Esta organización, que está acusada de incitación al odio, violencia racista y narcotráfico, forman patrullas y, durante la noche, llenan de carteles las calles con mensajes xenófobos.

Al fugitivo le perseguían desde octubre (2019), por sus vinculaciones al crimen organizado y su especialidad en evadirse de la Justicia; finalmente, ha caído, escondido en un apartamento.

Es un delincuente que va siempre armado y utiliza documentaciones a nombre de otras personas, que había huido de un centro de menores, donde cumplía condena por homicidio.