Shenmue III ya está aquí. 18 años después de su última entrega en Dreamcast y tras los versiones HD de las dos primeras entregas, la historia de Ryo sigue donde la dejamos, como si no hubiera pasado el tiempo. Sin embargo, el hype creado ha confrontado con los más perfeccionistas que esperaban algo más adecuado para la capacidad de PS4 teniendo en cuenta su precio. Te contamos si merece la pena comprarlo.
Una obra de arte y una experiencia vital
Shenmue es uno de esos videojuegos que merece la pena jugar al menos una vez en la vida. El videojuego en su momento no logró las ventas esperadas teniendo en cuenta la inversión hecha, pero pasado el tiempo nadie puede negar que nos encontremos ante una obra de arte.
Jugar a Shenmue por primera vez puede parecer algo líoso e incluso los controles algo obsoletos para lo que estamos acostumbrados hoy en día. Sin embargo, todo estaba calculado al milímetro y lo que nos puede parecer en principio algo extraño no es sino una dinámica que nos hara sumergirnos en un universo paralelo.
Y en eso consiste ponernos en el papel de Ryo, un héroe muy normal viviendo una aventura algo realista y, sin tirar de nostalgia, algo que nunca se había visto en un videojuego y me atrevo a decir que ni se ha vuelto a ver. Y esa es su mayor virtud, con un argumento que nos pilla lejano (la historia es muy "oriental") logra imbuírnos en un pequeño pueblo con distrito comercial, un puerto y más sorpresas. La segunda parte expandió ese universo y nos trasladó a un ambiente más urbano con más sorpresas aún y quizás, un elemento que añadió unas dosis de ciencia ficción que mucha gente no entendió.
Shenmue III, otra vuelta de tuerca
Díficil innovar en un juego cuyas dinámicas y experiencia de juego es lo que ha mantenido activa una comunidad de seguidores durante 18 años. Tampoco se pretendía cambiar mucho la cosa pero es verdad que algunos cambios han resultado algo chocantes. Si las dos anteriores aventuras estaban basadas en la mezcla de aventura gráfica, acción y dosis de RPG, en este caso se han lanzado a este último género de manera más directa.
Ryo continua su aventura y cambia de la ciudad a unas zonas rurales de China, lo cual supone un fuerte cambio de escenario. El protagonista ahora va perdiendo fuerza y energía a medida que pasa el día (e incluso corre) por lo que le toca comer, descansar y ganar dinero con más frecuencia que las anteriores entregas. Los combates se han simplificado (y la verdad se agradece) pero hay que "subir níveles" para poder avanzar en la historia.
Quizás lo que menos me ha gustado es que la sensación de salto en el tiempo en los 80s que vivías en las anteriores aventuras aquí no existe. Cuentas con un mundo más abierto que no deja de ser campo y pueblecitos de China y entonces es cuando echas de menos los "antros", arcades o salas de juego de las anteriores entregas. Por cierto, no tenemos los clásicos arcades (estamos en otro país) y aunque yo personalmente no los echo de menos, lo cierto es que pierde un poco el espíritu de Shenmue.
¿Merece la pena comprarlo?
Sí, rotundamente. Es uno de los videojuegos que cualquier aficionado al gaming debería jugar al menos una vez en la vida junto con las entregas anteriores. Como hemos dicho antes, más que un juego es una obra de arte y jugarlo una experiencia vital de esas que no has sentido con otro juego.
Si eres de los que juega emuladores retro para revivir Zelda 64: Ocarina of Time, o Final Fantasy VII o VIII de la PSX porque te parecen juegazos y sentiste algo diferente cuando los probaste por primera vez, este es tu juego. Ahora, hay que dejar claro una cosa. Shenmue no es un juego indie al estilo Flower, Papo y yo o Brothers que despierte emociones en tí. Lo va a hacer claro, pero con personalidad propia y mimando cada detalle para proporcionar al jugador una experiencia única.
Así que sí, no encontramos razones para no recomendar este juego más allá de los cambios antes mencionados y que son extraños para los puristas. En PS4 luce muy bien y para Navidad no es un mal regalo. No es un juego triple AAA, sus gráficos son HD pero la producción de Dreamcast, sus controles puede parecer algo raros; pero no hay duda que a pesar de la lejanía geográfica.